El gobierno nos oculta la información sobre el país. Opta por deformarla o nos la pasa por un colador. Prefiere siempre versionar la situación nacional a través de un relato con visos de telenovela, mil veces reiterado desde el púlpito mediático, casi siempre en cadena nacional, a partir de la fotografía de una patria que, si no es más feliz es porque se encuentra acosada permanentemente por la derecha en sus diversos formatos. En fin, ya se sabe, el apego a la verdad no es una de sus cualidades.  La mentira sobre la realidad, más que demagogia, es dignificada como estrategia, herramienta de gestión, que excluye cualquier punto de vista que no calce con el suyo. En suma, el gobierno no nos notifica, hace, más bien, comerciales con intención política.

Por fortuna, la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Católica Andrés Bello se han empeñado en destaparle el rostro a  realidad que nos circunda.  A partir de un trabajo que llevan a cabo desde el año 2014, me refiero a la Encovi (Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida), dejan ver los aprietos que actualmente ahogan a nuestra sociedad. Los datos arrojados por el último estudio, recogidos el año pasado, indican que, luego de dos décadas de chavismo-madurismo, la vida del venezolano no ha mejorado sino que, incluso, se ha deteriorado en muchos aspectos. Dicho en pocas palabras, en estos últimos años Venezuela vive la peor crisis social y económica de su historia, registrada en cifras –se pueden consultar  en: https://www.ucab.edu.ve/investigacion/centros-e-institutos-de-investigacion/encovi-2017/– que dan cuenta del país en sus aspectos fundamentales (salud, educación, empleo, alimentación …), los que marcan la vida cotidiana de los ciudadanos, absorbida, para una gran parte de ellos, por la tarea de sobrevivir, dicho sea esto último sin pizca de exageración.

Se trata, así pues, de un estudio bien elaborado, muy riguroso desde el punto de vista científico, que dibuja a este país en el que ahora estamos. Que explica por qué muchos ciudadanos se han ido y  porque otros más se encuentran a la espera de irse. Que deja ver  nuestra fragilidad institucional y el desmadre colectivo que genera la anomia, expresado en un estado general de ilegalidad. Que muestra una sociedad violenta doblegada por el susto y el miedo, permeada por la desconfianza de todos con todos. Deja ver, en fin, una sociedad  que se ha venido muy a menos social, política, económica, institucional y éticamente, consecuencia de un proyecto políticamente fallido.

La Encovi ha vuelto a desenmascarar al gobierno, a dejarlo reducido a su propia e hiperbólica narrativa. A demostrar que solo gesticula destinos y grandezas. Que nos ubica frente a falsos dilemas y nos convoca a causas fantasiosas. Que plantea una transición que resulta difícil saber hacia dónde apunta, capaz, por ejemplo, de conciliar, sin ningún asombro ideológico, el proyecto socialista del siglo XXI con el capitalismo salvaje que rige la explotación del Arco Minero. Que prueba, en fin, con la severidad propia de las cifras, que a la fecha tenemos una sociedad que se piensa como calamidad,  sin brújula para saber en dónde queda el futuro.

Vivimos a Medias fue el título de la Encovi publicada  el año 2016. Viendo los datos del estudio realizado en 2017, ese encabezamiento se queda hoy en día corto, muy corto. Lamentablemente todo se ha ido agravando, conforme a lo previsto.

Harina de otro costal

El presidente Maduro dice, una y otra vez, que las elecciones presidenciales son la vía para salir de la actual crisis venezolana. Cumpliendo sus órdenes, la asamblea nacional constituyente las convoca y le ordenó, a su vez, al Consejo Nacional Electoral que las fijara para el 22 de abril. Estos comicios, según lo han dicho algunos entendidos, sin necesidad de meterle mucha uña, son ilegales, políticamente arbitrarios, no guardan las condiciones mínimas, resultan logísticamente complicados, por lo apresurados, y, en consecuencia, no permiten un proceso transparente y equitativo, cuyos resultados puedan ser confiables. Así las cosas, ¿es difícil imaginar que, realizados como parece que se van a realizar, no contribuyen a solucionar nuestros problemas sino a hacerlos aún más graves?


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!