Para nadie es un secreto la importancia que tienen las micro, pequeñas y medianas empresas en la generación de riqueza y valor agregado en las economías, y particularmente en la del mundo en desarrollo. Estas generan alrededor de 50% de los puestos de trabajo, representan más de 90% de las empresas y 28% del PIB regional. Sin duda, las mipymes promueven el trabajo decente y fomentan la innovación y la industria sostenible.

Fue precisamente en estos días que conocí a Neiro Rojas, un microempresario que lleva 25 años limpiando zapatos, con un modelo de franquicia de Chery, que le permite trabajar, mantener a su familia y cumplir sus obligaciones como empresario. Me contaba este venezolano trabajador que pagaba sus impuestos, el alquiler del espacio asignado, podían dar factura a los clientes y trabajar en un espacio cómodo y seguro.

Cuento esta historia porque precisamente allí encontramos uno de los retos que tenemos en nuestra región, que no es otro que el de desarrollar las políticas públicas y buenas prácticas requeridas para la formalización de las mipymes. Al igual que la historia de Neiro, son muchas las experiencias positivas en este sentido en la región, pero sin duda hay mucho aún que hacer. Convertir a cada trabajador informal en un verdadero agente económico que le garantice estabilidad y pueda también retribuir sus beneficios.

Me ha impactado ser testigo también de las dificultades que muchas de estas empresas tienen para formalizarse especialmente por trabas burocráticas, falta de créditos, educación empresarial. De allí que los gobiernos deben hacer grandes esfuerzos en conocimiento de las ventajas comparativas y el aporte que estas hacen a la economía de la región, y trabajar por una legislación transparente que estimule la formalización, además de compartir las experiencias que en esta materia forman parte del acervo de la región.

En este sentido, hay que destacar el esfuerzo que desde el SELA, Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe, se está haciendo en el contexto del Programa Regional Latinoamericano y Caribeño para la Pequeña y Mediana Empresa, para desarrollar mecanismos formales, transparentes y permanentes para promover la formalización de este conjunto de asociaciones.

Sin duda, hay retos y desafíos por delante. En un mundo complejo, de nuevas iniciativas y fundamentalmente tecnológico, en donde muchos aspiran a ser empresarios y desarrollar sus propias capacidades; la posibilidad de que puedan ampliar sus pequeñas empresas sobre la cimientos sólidos, formales, que cumplan con la progresión en esta materia, sobre todo en lo que se refiere a la jurisprudencia laboral y tributaria. Estamos entonces frente a una opción ganar+ganar, para los emprendedores, trabajadores y el Estado. Retos hay muchos por delante, pero sin duda con voluntad política y con la promoción de la importancia de superar obstáculos en esta materia nuestros países irán aprovechando el extraordinario potencial que nos brindan la empresa, la innovación y el emprendimiento en todas sus dimensiones.


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