Se acabó lo que se daba… ¿Estamos ya en el llegadero?, ¿el principio del fin? ¿Es el tan deseado punto de quiebre? Preguntas y expectativas es lo que se nos viene a la cabeza al pensar en nuestra Venezuela. Ciertamente y como era de esperarse en el inicio de este año empezó la conflictividad opresores contra oprimidos. El 10 de enero no hubo juramentación legal, solo un acto más de atropello contra la Constitución, contra la voluntad del ciudadano: Nicolás Maduro se declaró ante nuestro pueblo y el mundo usurpador.

Como también era de esperarse, la Asamblea Nacional tomó cartas en el asunto: desconoció el acto ilegal de Maduro, asumió la Presidencia de la República, y a la cabeza, el hijo pródigo del estado Vargas Juan Guaidó, al que no se le aguó el guarapo y tomó el toro por los cuernos, lo que nos lleva a pensar y a preguntarnos ¿y ahora qué falta? Solo una cosa más, tomar el poder real.

Ya por la vía legal la Asamblea Nacional es la que en teoría debiera manejar de forma temporal el Poder Ejecutivo, pero sabemos bien que no es así. Lamentablemente, aún Maduro controla (esperemos que por poco tiempo) parte del Estado por medio del control de las fuerzas y en este punto los responsables de que esto cambie son las bases.

Es el momento de que todas las fuerzas vivas de la nación que quieren, desean y piden un cambio se activen y que al unísono, en una sola voz, muestren el respaldo al único poder electo de forma legal y reclamen la salida inmediata de Nicolás Maduro y su tren de gobierno. Es hora de acudir al llamado del 23 de enero y vencer los chantajes, miedos y demás manipulaciones del régimen y salir todos a la calle.

El régimen sabe que va de salida y lo demuestra de muchas formas, como por ejemplo: la situación irregular (bravuconada) en la que se vio envuelto el presidente Guaidó cuando repentinamente fue detenido por el Sebin camino a un cabildo abierto en su estado Vargas y dejado en libertad al rato. ¿Qué fue eso, un aviso?

Lo cierto es que las bases tienen que activarse y un gran movimiento insurreccional rescatará la democracia, la libertad y traerá el bienestar a nuestra gente.

Más válidas que nunca las palabras ¡Que hable la calle!

Fuerza y fe.


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