Si algo ha sido repudiado por la humanidad a lo largo de su prolongado y tortuoso camino es la cobardía del poder, el atropello al indefenso, la violencia en contra de la población desarmada, el asesinato de los inocentes, una y otra vez la sociedad ha sufrido la crueldad de la avaricia y de la corrupción, esa ha sido parte de la historia vivida por el subcontinente y por nuestros ciudadanos.

Es demasiado visible que el ciudadano en cuestión es parte del universo ampliamente privilegiado, que usa y abusa del poder político en nuestra sociedad, sus expresiones lo retratan, identifican que él no es otra cosa que parte del gorilaje dolarizado que ha desfilado por el palacio con un uniforme prestado, porque hasta el presente me resisto a creer que estos picarescos personajes, Iris o Pedro, vayan más allá de las ventajas del bodeguero o representen alguna institución.

Sobre ambos es indispensable recordarles, una y otra vez, que el universo de los perdonavidas de todos y cada uno se los gobiernos autoritarios que han maltratado a nuestra población, al final han desaparecido dejando atrás la estela de su ausencia absoluta, en algunos de ellos ha perdurado la referencia al escándalo y al abuso, solo eso.

Los otros personajes de la picaresca criolla autoritaria han estado dedicados al chisme, al despojo e incluso a la delación, muy cerca de los instrumentos de represión o de los prósperos negocios del poder, también han descendido por la cuesta del olvido, porque sus contribuciones al ejercicio del gobierno no han trascendido más allá de la frontera personal y crematística.

Así que le recomendaría a Pedro Carreño que se lea el manual de urbanidad que escribió hace ya algunos años el ciudadano CARREÑO, ampliamente convencido de la autenticidad del conocido refrán: “Lo cortés no quita lo valiente” y respete el derecho constitucional sobre la libertad de opinión, organización y movilización de los venezolanos.


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