En 1988, Tim Burton se dio a conocer con Beetlejuice, una versión remozada y sin crédito al original del desopilante fantasma de Canterville de Wilde. Es todavía un filme divertido que comenzó a colocar en el horizonte del cine mundial a este díscolo ex dibujante de la casa Disney, que llevaba varios trabajos anteriores en su haber. El gran salto vino al año siguiente con Batman, una cinta que debía su atractivo a dos factores. El primero, encontrar en Jack Nicholson un Guasón ideal, capaz de subvertir el devenir cotidiano de la siempre vulnerable Ciudad Gótica. El segundo fue dar a conocer el universo oscuro, ominoso, amenazante de Burton.

Esa angustia soterrada que recorría toda la película tenía muy poco que ver con las acciones narradas que, en rigor, eran bastante tontas. La película, sin embargo, era un prodigio de originalidad porque Burton hurgaba en el pasado de sus personajes, buscando el trauma primigenio que los había lanzado por las rutas del bien y del mal. Esta marca de fábrica seguiría estando presente en los 38 títulos siguientes, que presentarían al espectador personajes que tenían mucho más que ver con universos alternativos que venían del ya mencionado cómic, los cuentos clásicos (Alicia, El jinete sin cabeza) o un universo personal, infantil y signado por la crueldad (El joven manos de tijera).

Así llegamos a Dumbo, el elefante del circo, en un movimiento bastante lógico para los mundos de Burton. Porque el cine, o al menos esa veta del cine que se inicia con los filmes fantásticos de Georges Mèliés (Viaje a la luna, El mundo de las hadas en 1902 y 1903) es un tributario directo de los magos de feria, empezando por el siempre entrañable Mèliés que lo fue hasta que descubrió su utensilio natural, la cámara de cine. El circo, entonces, es ese último peldaño de la artesanía antes de transformarse en arte. Por lo pronto, ya tiene un pie en el mundo de lo imaginario.

Burton, por supuesto, corre con ventaja. La técnica ha permitido ese matrimonio contranatura entre el mundo sensible y la libertad del dibujo. Un territorio en el cual el director se mueve a sus anchas. La realidad de Burton es un exterior familiar cuyos contornos están magnificados por el dibujo. Sus personajes, desde siempre, tienden hacia un más allá de libertad creativa que se topa con las leyes de la física (El joven manos de tijera), el mercado (Ed Wood) o la ley (Sweeney Todd, el barbero asesino). Todas estas barreras son, en el fondo, el entramado aparente de la reacción del mundo ante lo diverso, lo oscuro, lo que, sin poder ser nombrado, sí puede ser mostrado.

Dumbo, de remotos orígenes históricos y probada historia en la factoría Disney, nace en el mundo real, pero como todos los personajes de Burton, una anomalía lo hace al mismo tiempo héroe y víctima. O, en otras palabras, admirado y rechazado por una sociedad que es, ante todo y especialmente en este caso, espectadora. Dumbo, merced a sus prodigiosas orejas, puede volar, siempre y cuando se den algunas condiciones. Como siempre, la anécdota es bastante desestimable. Lo que le importa al libreto es hurgar en esa herida primigenia, ese dato inexplicable de la existencia que lleva a sus personajes por derroteros generalmente siniestros. En este caso, ese destino es la mirada de los otros, porque Dumbo es una atracción y al mismo tiempo una víctima del capitalismo salvajísimo, no ya del dueño del circo (un inefable Danny De Vito, que conserva cierto sentimiento de responsabilidad hacia sus subordinados), sino su meta propietario, ese boliburgués que solo busca la posesión por sí misma y deriva en su conclusión lógica, el esclavismo.

Dicho esto, una precaución, que es la principal debilidad del filme se impone. A diferencia de sus antecesores (con la posible excepción de Alicia), las tramas de los personajes infantiles de Burton partían de ese universo pequeño para dar un salto hacia lo oscuro, lo cual los hacía productos difícilmente encasillables. Dumbo, es tal vez, una concesión de Burton a un filme infantil, motivo por el cual tal vez sea el menos oscuro, el menos gótico de los trabajos del director. No deja de ser una delicia de originalidad y humor retorcido. Las tramas internas generalmente lo son.

Dumbo. USA. 2019. Director: Tim Burton. Con Danny De Vito, Michael Keaton, Eva Green.


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