Ay de aquellos pueblos cuyos jueces merecen ser juzgados.” Anatole France

No es la primera vez que me permito escribir sobre la justicia en Venezuela y constato, se debe la repitencia, a la insistencia del chavismo de alterarla, manipularla, desnaturalizarla. Si un tema no cambió de Chávez a Maduro fue, precisamente, el de permitirse desde el ejecutivo, maniobrar y tergiversar el ejercicio de la institucionalidad de la justicia.

Desde el inicio; el difunto urdió para influir sobre la justicia y ello, partiendo de todos los balcones de la influencia. Explotando cada debilidad del aparato judicial, valiéndose de informaciones disponibles logró que la CSJ en enero del 99 seducida de su discurso, abriera las compuertas a la violación constitucional con el argumento de la soberanía y de allí a la convocatoria de una Asamblea Constituyente, inconstitucional e ilegal. Luego, penetró e inficionó de su personalismo la designación de los magistrados para permitirse inclusive, ubicar a próximos y enajenados en la cúpula de la estructura. Todavía y los relatos de los magistrados son conocidos, reuniese con ellos y examinaba los procedimientos en curso, decidiendo su orientación y secuencia. Chávez era un adicto del poder del que abusaba a diestra y siniestra.

Recuerdo oírle en uno de sus programas televisados advertir que los jueces debían guiarse por los dichos del líder de la revolución, (a la sazón, el mismo) y así trastoco a placer no solo a tribunales y procesos sino, peor aún, a las mujeres y hombres que estaban llamados a administrar justicia, convirtiéndolos en monigotes y títeres a su disposición. Sus espalderos, alabarderos, mensajeros aprendieron y se generalizó la presión sobre los jueces que poco a poco cedieron su independencia y su imparcialidad. Hay episodios vergonzosos como el del 11 de abril 2002. El Dios, el Chaman, el Comandante acometió la tarea de cambiar la historia y así, los culpables, asesinos de Puente Llaguno se convirtieron en inocentes y héroes de la gesta heroica de acribillar a balazos a ciudadanos manifestantes desarmados, pacíficos, ingenuos. Los policías metropolitanos mutaron procesalmente y la injusta justicia chavista los condenó constituyéndose en otros presos de la política del todopoderoso presidente. Aún resuenan en mis oídos las palabras de Danilo Anderson cuando me informó que Cinco mil tiros fueron disparados desde Puente Llaguno y mostró videos de algunos de los lideres echándole plomo al pueblo. Concluía el Fiscal Anderson apuntando con nombre y apellido a los asesinos de Jesús Orlando Arellano. Pero Chávez manoteo y pensó él, la historia rebobinó para presentarla como le pareció. Menos mal que la memoria corrige a veces la pseudo historia.

En descargo de la justicia torcida y vacua, hemos de admitir que el deletéreo liderazgo de Chávez y la legión de segundones que lo acompaño, no solo de la justicia se ocupó. El virus se inoculó en todo el cuerpo orgánico y funcional del gobierno y por esa vía, el Estado fue viéndose sustituido, usurpado por la ideología del régimen y los avatares del capricho, la ignorancia, la concupiscencia de los dignatarios del proceso. Una sistemática regresión hacia el pasado horrido con sus vicios caudillezcos emergió como el trazo dominante del desempeño que también podemos resumir como el asalto de la mediocridad. Apena ver a la FANB convertida en esbirro y verdugo al servicio del castrocomunismo que otrora derramo su sangre. FANB que incluso abandonó la defensa de la soberanía reptando adulante como reptiles al gusto de los presidentes chavistas.

La justicia no son solo los jueces. El llamado poder ciudadano, con tareas contraloras específicas asignadas, no escapo del afán pernicioso del chavismo y así, el ministerio público, la contraloría, y la defensoría del pueblo pasaron a sumarse a la injusta justicia sesgada ideológicamente y regentada por eunucos o alienados que solo sirvieron al poder de ocasión. Lo lograron. Lisiaron la justicia y al consumarlo, comprometieron a la república.

Tiene en sus manos la Fiscal Ortega Díaz el expediente de los magistrados de la Sala Constitucional y cajas de instrumentos documentos probatorios de su felonía. Le haría bien al país procesarlos, pero, veremos si se atreve a hacer justicia o, seguirá más bien como sus colegas del poder ciudadano, defraudando a la ciudadanía. Veremos ¡

NELSON CHITTY LA ROCHE, @nchittylaroche, [email protected]


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