Jorge es un hombre decidido. Valiente. Inteligente. Astuto. La gente cree conocerlo, pero no lo conoce. Es un guerrero del Twitter.  Un gunman del Facebook. Millán fue uno de los filósofos cafetéricos (cuando estudiante se la pasaba bartoleando en los cafetines) que vaticinó el futuro. Maduro caerá algún día, dice a cada rato en sus originales e impactantes discursos. Una verdad templaria. 

Sus amigos lo conocían de niño con un mote que la decencia me impide mencionar, pero que es reflejo claro de su sorprendente personalidad e imponente presencia. Él es algo enanón  pero cumplidor. Millán dedujo luego de sesudas sesiones de reflexión introspectiva que el peor destino de Maduro era que ganara las elecciones.  Así es como  el gobierno terminará de hundirse para siempre, afirma orgulloso.

Millán convenció a una buena parte de Primero Justicia que lo mejor era la abstención, pues de esa manera Maduro triunfaría inexorablemente y consecuencialmente se derrumbaría su gobierno por exceso de éxitos y victorias. Algo así como quien como mucho sufre problemas estomacales. Esa fue la comparación de Millán en el pleno de Primero Justicia donde se debatió ir o no a las elecciones presidenciales. 

Jorgito, con una fuerza oratoria tsunámica, dijo: “Dejen que Maduro gane, se atragante de votos,  y muera de indigestión electoral”.  Jorgito es bueno haciendo analogías, metáforas, alegorías y semejanzas.  Una vez comparó a Leopoldo López con Napoleón Bonaparte en aquellos tiempos cuando Leo estaba en Primero Justicia.  Le dijo, viéndolo fijamente: “Leopoldo, no confíes en Julio Borges,  puede ser tu Waterloo. Borges es tu duque de Wellington particular”, remató.

Jorge tiene un doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar. No es ningún desprevenido ni iluso. Cuando el metaforea, metaforea… Cuando analogiza, analogiza… No es como muchos otros que hablan sin saber de qué hablan. No señor.  Lo que hace, lo hace con autoridad,  ciencia y  sapiencia.  A Jorge le gusta mucho viajar. Está pensando en irse a vivir al exterior, como lo hizo Julio Borges, su entrañable archienemigo. Pero Jorgito no va a cometer el error de mentir al decir que anda en un periplo intercontinental para salvar a Venezuela, cuando en realidad la señora Borges vive tranquila por esos mundos y sus cuatripochos estudian en Bogotá.

Millán va de frente. Se parará como tantas otras veces ante las cámaras y dirá: Me voy a vivir al exterior y punto, me espera Madrid. Jorgito nunca fue chavista. No es como nosotros que sí fuimos: Villegas, Falcón, Melo, Semtei. Nadie lo puede acusar de colaboracionista; sin embargo, llamar a la abstención es, en mi criterio, una forma de ayudar al PSUV, aunque Millán defiende la teoría de que mientras Maduro más gane elecciones, más cerca está de su fin. 

Millán es un creativo, su tesis doctoral está relacionada con los fenómenos lingüísticos, analógicos y metafóricos. De allí su enorme contribución al Frente de Unidad Nacional en las definiciones de las distintas etapas de la lucha abstencionista.

La primera fase se llama Operación Telaraña, en la que inmensos hilos irán rodeando a Maduro, lo que le impedirá moverse. La araña o el araño, rey o reina, padre o madre, supongo que será Omar Barboza o Antonio Ledezma o la Juana de Arco criolla, irá y emponzoñará a Maduro y listo el pollo; digo, el gallo; digo, el presidente. (Por cierto, hay un personaje muy famoso de Radio Rochela que se la pasaba diciendo: Telaraña la vida del hombre. ¿Casualidad?).

Luego viene la operación Palo Encebado, en la cual se reunirán todas las bolsas de cebo de cochino existentes en los pocos países que quedan en Unasur  y serán lanzadas contra Miraflores hasta que el presidente Maduro se rinda, como lo hizo Noriega ante el ruido de los parlantes yanquis. Maduro se entregará para evitar el mal olor, pese a estar acostumbrado a las sesiones del Consejo de Ministros donde hay un tufo rancio a podredumbre administrativa. Y no podrá moverse pues el cebo hará que se resbale y se caiga.

En tercer lugar viene la operación Palo por Palo no es Trampa, táctica casi última y fulminante que consiste en robarle el mazo a Diosdado y utilizarlo para neutralizar a garrotazo limpio todos los colectivos armados y si falla, ¡ay! Y si falla, viene la mortal, la violenta, el recurso de la muerte, la guerra de todas las guerras, sangre y fuego: Operación Arbolito de Navidad.  En ese operativo, Millán disfrazado de Papa Noel enciende unas bolitas y apaga otras bolitas, hay otras intermitentes, de todos los colores, redondas, ovaladas. ¿Para qué se usan, de qué sirven, son bombas explosivas,  pasta de C4? ¿Qué diablos  significa eso? Todo eso lo contestará el doctor Jorge Millán, el mejor dirigente del Frente Amplio en su próxima entrevista con César Miguel Rondón. No se la pierdan. Por ahora, le digo a todos los hombres que cuiden sus… que por allí viene Millán.


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