Steve Bannon, ex director de la campaña presidencial de Donald Trump en 2016, sostiene que el populismo y el nacionalismo económico son las fuerzas motoras de la acción política de los próximos 20 años. Son las respuestas al “fin de las ideologías”: la caída del Muro de Berlín en 1989 y la crisis financiera de 2008.

La caída del Muro de Berlín marcó el final del comunismo. Los regímenes comunistas fueron totalitarios y autoritarios, y manejaban una economía centralizada que controlaba el mercado y el desarrollo humano. Su caída generó la tesis del “fin de la historia”, y fortaleció el fundamentalismo de mercado, la ideología de los mercados libres y de la liberalización financiera hasta la crisis de Wall Street de 2008, en la que se cuestionó las premisas de la autorregulación de los mercados y los tratados de libre comercio.

Iván Duque, un joven conservador, ganó la Presidencia de Colombia con una propuesta populista el pasado domingo. Su triunfo representó la derrota del socialismo del siglo XXI. La estrategia de llegar al poder [Gustavo Petro] a través de una elección para socavar el Estado democrático colombiano fue derrotada.

Colombia siempre ha estado en la lista de los países que el régimen cubano ha querido tener bajo su área de influencia. De hecho, fue en La Habana donde se dieron las deliberaciones para el proceso de paz colombiano. Por lo que el triunfo de Petro hubiese supuesto la consolidación de la “cleptocracia” y “cacocracia” en Colombia-Venezuela.

Juan Manuel Santos, presidente de Colombia hasta el próximo 7 de agosto, sabe la amenaza y los riesgos que significa tener de vecino a un régimen como el de Nicolás Maduro. Los últimos cinco meses lo ha estado denunciando a escala mundial como un dictador y un violador del orden constitucional venezolano, a pesar de haber utilizado a Chávez y Maduro para la negociación de la paz con las guerrillas de las FARC.

Iván Duque conoce también lo que representa el régimen de Maduro para su país y la región. En julio de 2017 lideró en el Congreso de Colombia la iniciativa de denunciar a Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional de La Haya acusándolo de:

*“Crimen de asesinato por instigación directa e indirecta”.

*“Imposición intencional de condiciones de vida, entre otras, la privación del acceso a alimentos o medicinas, encaminadas a causar la destrucción de parte de una población” –delito que califican de “exterminio” y que entienden “estrechamente relacionado con el genocidio, ya que ambos se dirigen contra un gran número de personas”.

*“Deportación o traslado forzoso de población”.

*“Encarcelación de opositores”.

*“Tortura.

*“Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia”.

*“Desaparición forzada de personas”; e incluso:

*“El crimen de apartheid, es decir, “actos inhumanos cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión”.

El pasado 30 de mayo, la Organización de Estados Americanos también encontró “fundamento razonable” para solicitar a la CPI la apertura de una investigación contra el régimen de Nicolás Maduro por presuntos crímenes contra la humanidad. Los delitos documentados por un panel de expertos fueron: “asesinatos, torturas, violaciones y otros actos de violencia sexual, detenciones, persecución y desapariciones forzosas”.

El nuevo presidente de Colombia y el secretario de la OEA reconocen que el régimen de Nicolás Maduro debe ser enjuiciado en la CPI más temprano que tarde, aunque no caducan los crímenes de lesa humanidad.

Iván Duque será un actor clave para enfrentar la amenaza que representa el régimen de Nicolás Maduro para la estabilidad de Colombia y la región. Su triunfo representa el primer revés electoral para las “cacocracias” y “cleptocracias” latinoamericanas, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba.

Si Nicolás Maduro opta por una escalada del conflicto fronterizo con Colombia, como una estrategia de huída hacia delante, será el fin de su mandato. Y terminará enjuiciado en La Haya.

El régimen de Maduro será marcado por Duque desde la Presidencia de Colombia.


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