La siniestra experiencia de los soviéticos

No fueron los cubanos quienes idearon los métodos de manipulación social y política para secuestrar y arruinar a Venezuela, fueron los soviéticos: esa mafia histórica concebida hace 150 años por Marx y hecha “revolución” hace 100 por Lenin, Stalin y Trotski, entre otros.

Los cubanos heredaron las ideas marxistas y las macabras fórmulas soviéticas de manipulación política y control social, pero no fueron sus creadores. Las tropicalizaron y perfeccionaron, pero no las crearon.

Hay una siniestra y muy experimentada práctica anterior a ellos.

Una colosal paliza

Menciono números de años: 150 –un poco más– de marxismo y 100 desde el triunfo de la revolución soviética, para que entendamos las razones por las cuales una nación joven, con una democracia frágil e inmoral como la venezolana, fue secuestrada y llevada a la ruina.

Tanta malicia nos ha tomado por sorpresa y ha ocasionado una colosal paliza histórica. En el fondo, la experimentada y siniestra veteranía soviética, utilizada por los cubanos, es la que nos ha pisoteado.

Ya son 20 años de dominación y siguen.

La inmoralidad de las élites

De toda la investigación que he desarrollado para entender a la peste chavista hay un descubrimiento crucial e inexplorado que explica por qué un asesino en serie como Hugo Chávez, que mató a centenares de venezolanos en sus golpes de Estado, llegó al poder.

El descubrimiento fue entender que personajes mesiánicos como Hitler, Mussolini, Stalin, Mao, Castro o Chávez ascienden al poder cuando las élites de las naciones en las que aparecen están enviciadas y corruptas, por su campante inmoralidad.

¿Recuerdan a Venezuela antes del chavismo?

El elemento universal

Cuando hablo de élites no me refiero únicamente a las políticas o económicas, me refiero además a las académicas, intelectuales, financieras y religiosas. Todas embarradas de corrupción e inmoralidad, fuese en Alemania o Italia, en la Rusia zarista o la China imperial, en Cuba o Venezuela. La inmoralidad es el elemento universal.

Digo que es un “descubrimiento” porque jamás he leído una conclusión semejante planteada como tesis histórica, pese a su evidencia.

Solo una élite inmoral pudo otorgarle libertad a un asesino como Chávez.

Intriga, el arma nuclear

Los soviéticos lo entendieron bien y lo usaron para controlar el poder y afianzarse en él. Cientos de miles de expedientes de corrupción fueron usados para chantajear y doblegar a las élites, en especial a la disidente. Stalin, que era un aletargado intelectual, lo utilizó con maestría, eso le permitió conservar el poder hasta la muerte.

Pero Stalin agregó un elemento maligno para controlar su poder tiránico: la intriga, que usó como nadie para desunir, pervertir y crear duda en la disidencia opositora.

La intriga fue su más desarrollada arma nuclear.

El monstruo burocrático 

La Unión Soviética fue un enorme monstruo burocrático creador de intriga. Mientras más intriga, duda y sospecha creaban en la oposición, más se consolidaba y crecía su tiranía. Cuba –los Castro– lo aprendieron bien y lo practicaron en la isla, fórmula que les ha permitido ser la dictadura más longeva de la historia de América Latina.

Cien años de experiencia soviética en el empleo metodológico de la intriga para minar a la oposición fueron aprendidos y desarrollados por los cubanos en Cuba y ahora la están usando en Venezuela para minar y mantener desunida a la oposición.

Por eso están triunfando.

El intrigante

A Nicolás Maduro, al margen de la íntima relación que mantuvo los últimos años con Chávez, no se le conoce ninguna cualidad para haber sido elevado al trono sucesoral. Ninguna. Lo único que sabemos de él es que es un intrigante, siempre lo ha sido.

Entrenado en Cuba, se conoce que Maduro minó con intrigas –estilo soviético– a Chávez y al chavismo para llegar al poder y ahora, una vez en él, las sigue empleando junto a Jorge Rodríguez para minar a la oposición y perpetuarse. Los soviéticos se imponen. Su plan histórico se materializa.

Cada vez que se insultan entre sí los opositores, la intriga vence, es decir, se perpetúa el intrigante Maduro.

¿Eso queremos?


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