En mayo de este año 2018 que ya finaliza, fue publicado el Índice de Estados Frágiles 2018 (IEF).

En palabras de Hannah Blyth, en la página 15 de su texto específico para Venezuela: «Es el tercer país que más ha empeorado en el IEF de 2018 y tiene la peor puntuación de IEF para América Latina. Las cifras de este año reflejan no solo las presiones más dinámicas que afectaron a Venezuela en 2017, como el éxodo masivo de solicitantes de asilo que huyen del país, sino que también subraya una tendencia más profunda de deterioro de la función del Estado en áreas como los derechos humanos, el Estado de Derecho y la legitimidad estatal. Las tendencias a largo plazo del IEF, en 11 de los 12 indicadores, sugieren que sin reformas serias para volver a poner en funcionamiento las estructuras de gobierno representativas actuales, es posible que la administración de Nicolás Maduro no tenga, de aquí en adelante, más país que gobernar”.

El IEF se basa en un marco de evaluación de conflictos, conocido como «CAST» (Conflict Assessment System Tool), que fue desarrollado por la organización no gubernamental Fund for Peace, hace casi un cuarto de siglo, para evaluar la vulnerabilidad de los Estados al colapso. El marco CAST se diseñó para medir tal vulnerabilidad en situaciones previas a conflictos, conflictos activos y situaciones posteriores a conflictos, y continúa siendo utilizado ampliamente por responsables políticos, profesionales de campo y algunas redes comunitarias. La metodología, que utiliza indicadores tanto cualitativos como cuantitativos, se basa en datos de fuentes públicas y produce resultados cuantificables.

Se utilizan doce indicadores de riesgo de conflicto para medir la condición de un Estado en un momento dado: Presiones demográficas, Refugiados y desplazados internos, Fuga de capital humano, Grupos antagónicos, Desarrollo desigual, Pobreza y decadencia económica, Legitimidad del Estado, Servicios públicos, Derechos humanos, Aparato de seguridad, Élites en facciones e Intervención extranjera.

Tales indicadores proporcionan una fotografía en el tiempo y la idea es, precisamente, compararlas con otras tomadas en años previos, para determinar si las condiciones de un Estado están mejorando o empeorando.

Desde la perspectiva del IEF, Venezuela alcanzó su mejor puntuación reciente el año 2013, el año en que Nicolás Maduro tomó el poder, con 75,3 puntos, ocupando la posición 89. Desde entonces las cifras del índice recogen, año a año, un empeoramiento notable.

En efecto y para la versión de mayo de 2018, Venezuela continuaba exhibiendo su muy claro tránsito hacia la fragilización total, al alcanzar una puntuación de 86,2 puntos (mayor puntuación es peor) y ascender 43 peldaños, en comparación con 2013, para ocupar el lugar 46 (mientras más cerca del primer lugar es peor). Las cifras revelan que Venezuela está cada vez más cerca de los Estados que mejor representan el paradigma de Estado frágil: Sudán del Sur y Somalia, quienes ocuparon el primer y segundo lugar con 113,4 y 113,3 puntos, respectivamente.

Uno de los 12 indicadores mencionados que viene aumentando peligrosamente es el de intervención extranjera. En el año de 2015 alcanzó su valor mínimo de 4,3 puntos y ya para 2018 se montó en los 5,5 puntos, por encima de la media de 5 puntos.

Este indicador de intervención extranjera considera la influencia y el impacto de los actores extranjeros en el funcionamiento, en particular de la seguridad y la economía, de un Estado. Una de sus dos vertientes se centra en los aspectos de seguridad por la participación de estos actores, tanto encubiertos como abiertos, en los asuntos internos de un Estado en riesgo, por parte de gobiernos, ejércitos, servicios de inteligencia, grupos u otras entidades que pueden afectar el equilibrio de poder (o resolución de un conflicto) dentro del mismo.

En palabras más llanas, el indicador de intervención extranjera está recogiendo que estamos cada vez más intervenidos y no precisamente por los norteamericanos o los israelíes.

[email protected]

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!