En este continuo movimiento de sucesos, me planteo, como observador mediamente objetivo del discurso opositor, tanto en liderazgo, como en estrategia, y es preocupante la visión como vienen manejando sus acciones, que a veces se podrían calificar de torpes.

Parte de la oposición que viene pidiendo la intervención internacional, que si bien es cierto que el apoyo internacional es importantísimo y lo han demostrado sus acciones y este proceder ha sido gracias al trabajo arduo de decenas de personas que en la diáspora han asumido la responsabilidad de sensibilizar y elevar la voz de los hermanos oprimidos, para que los gobiernos de los países que nos acogen se pronunciaran y tomaran (y sigan tomando) medidas en contra de todos estos zánganos que nos han llevado a esta realidad caótica. Pero de ahí a una intervención (bajo la figura que se le quiera dar), por favor, esas gambas no caben en esta paella, esto es un discurso torpe. ¿Por qué? Una de las respuestas más acertadas sería, en primer lugar, que se les da a las voces del régimen las herramientas necesarias para su discurso y seguir sembrando las dudas y el terror a muchas buenas personas que ya saben en su propia piel la destrucción que estos les han ocasionado a ellos y todo un país.

El discurso del régimen muestra por sus constantes bravuconadas que su sueño húmedo, que es ver la intervención del país, saben que van de salida y su única forma de prevalecer en el tiempo futuro es una salida no democrática que los justificaría ante historia como víctimas y de esta forma dejar la puerta abierta para un posible retorno al poder más adelante. Este escenario también les beneficia en el mito de que nunca dejaron de ser una mayoría.

Esta parte de la oposición al pedir una intervención a viva voz nos hace pensar (y espero que no sea así) que no han visto en la historia lo que se debe ver. Mencionar en plena Edad Moderna, desde mediados del siglo XX a la fecha actual, una intervención internacional, es hablar de Estados Unidos y estos solamente han actuado (excepto en el caso de Noriega), en casos de guerra civil, en casos de apoyo a un Estado que es agredido por otro o en una hambruna de dimensiones dantescas (Estados Unidos por África, por ejemplo) y el caso Noriega, pero este último no lo catalogo de intervención.

Pensar en una intervención internacional es mostrar debilidad, es decirle al mundo que los venezolanos no somos capaces de resolver nuestro conflicto de la forma que debamos resolverlo, qué confianza a futuro la oposición puede generar si no mostramos la capacidad de resolver lo nuestro, por supuesto luego de resolver, si contamos con el apoyo internacional para retomar la senda del progreso, el desarrollo y el bienestar estándar que existe en los países desarrollados, y hay muchos buenos ejemplos para seguir.

Pero esto es solo una parte del universo opositor, porque también hay algunos que se han alzado como defensores de los derechos humanos, pero esta digna postura se ve manchada por posiciones asumidas cuando esos mismos derechos se les violan a los también violadores de derechos humanos, esto no es un trabalenguas, es que acaso estos defensores de derechos humanos se han convertido milagrosamente en juez, juzgado y verdugo, o acaso los violadores de derechos humanos pierden estos derechos. Lo que quiero decir es que asumir públicamente una posición para tomarla a conveniencia no es válido ni ético ni moral, no es para unos y para otros no.

Ciertamente, últimamente han caído en las fauces del régimen antiguos aliados que también se han visto señalados en violaciones de los derechos humanos, Constitución y leyes, pero nosotros no somos los indicados para dictar sentencia, de eso se encargara el Estado, cuando recobremos el Estado de Derecho y la independencia real de los poderes públicos, mientras ellos son también víctimas de su propio engendro, en fin: “La revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos”. Maximilien Robespierre (1758-1794).

Estas dos muestras anteriores nos llevan a la peor de todas, a la oposición radical, los alimenta y los fundamenta, estos que sobre todo gritan a voces que el chavista y el chavismo deben desaparecer, ser erradicados y yo me pregunto serían personas así las que fueron capaces de crear los campos de exterminio de la era nazi, son tan radicales que caen en la antipolítica y muchos ya lo son, estos solo sirven al discurso del régimen como ejemplos para seguir sembrando su terror en los pocos seguidores que les quedan.

Estos no han aprendido que el peligro del odio es convertirse en lo odiado, como dijo el emperador Marco Aurelio: “El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele”.

Y en este punto, solo quiero añadir, cuando todo pase, cuando el régimen caiga, que estoy seguro de que caerá, seremos capaces de tender puentes para la construcción del bien común, o viviremos con una cicatriz abierta producto del odio de unos a otros.

Mientras prevalezca el yo, no existirá el nosotros; la solución de lo que acontece a los venezolanos está en las manos de su propia gente, dirigirla es la tarea de la oposición y el tiempo corre.

Fuerza y fe.

www.maximodiaz.com


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