Una mirada a las páginas de las principales publicaciones, hoy la mayoría de ellas disponibles en la web, nos señala las angustias del venezolano promedio ante la hiperinflación que destroza el poder adquisitivo del salario real y limita seriamente que ese venezolano pueda acceder al mercado de bienes y servicios, de por sí fuertemente afectado por la disposición de dichos bienes, tal como se percibe en la visita semanal a mercados, centros comerciales y puntos de venta en la búsqueda de alimentos, medicinas, repuestos para los electrodomésticos o para el carro, entre otros.

Ello ha convertido en una verdadera aventura lograr reponer los artefactos y equipos domésticos por una parte, y por la otra enfrentar diariamente los cortes frecuentes en el servicio eléctrico; las fallas recurrentes de la Cantv, que impiden la comunicación de los teléfonos fijos y obligan al uso exagerado de los móviles, lo cual presiona el escaso presupuesto disponible para eso, al verse forzado a utilizar la comunicación inalámbrica para el Internet, medio que hoy en día es fundamental para mantenerse en contacto con familiares, amigos y redes sociales, entre otras.

Lo anterior refleja claramente las fallas de las organizaciones e instituciones públicas responsables por los servicios por una parte, y por la otra, la deficiente calidad de la gestión pública del Poder Ejecutivo. Gestión que no solo cubre la marcha diaria de las organizaciones responsables por la distribución del agua, la generación eléctrica, el transporte público y las comunicaciones entre otros, sino del diseño de las estrategias económicas y sociales, que faciliten el crecimiento del aparato productivo, la inversión privada, el empleo estable y bien remunerado, lo que obliga a aplicar las medidas necesarias para romper el fenómeno inflacionario y recuperar la senda de la expansión de la economía.

Recuperar la calidad y el nivel de vida de los venezolanos se convierte, por lo tanto, en el desafío del gobierno nacional, el cual es responsable del rescate de la calidad institucional de las organizaciones que integran el Poder Ejecutivo, organizaciones que fueron capaces, en el siglo pasado, de sanear el país, eliminar las enfermedades infectocontagiosas, generar empleo y, lo más importante, crecer en un ambiente estable que permitió elevar la calidad y el nivel de vida de la población.

De allí la importancia de los cambios institucionales en un entorno de libertad y democracia.


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