Las pasadas elecciones presidenciales constituyen un hito histórico en Colombia, el pueblo decidió soberanamente elegir un presidente que tiene como misión esencial rectificar el rumbo que se había tomado en los pasados dos períodos presidenciales. Iván Duque tiene el claro mandato popular de retomar el rumbo que venía desarrollándose en Colombia bajo los gobiernos de Álvaro Uribe. Decíamos en el anterior artículo que los dos grandes retos de Duque son la seguridad y la justicia. Hoy insistiré en el tema porque lo considero fundamental.

El voto de Duque puede clasificarse en tres grandes grupos: los que votaron “por el que dijo Uribe”, los que votaron para impedir la implantación del SSXXI bajo la conducción de Petro y los que fueron atraídos por el carisma del candidato Duque. Los tres grupos tienen una fuente común: quieren la rectificación del rumbo de entrega del país al narcoterrorismo y anhelan una transformación radical de la corrupta y blandengue justicia colombiana.

El presidente Duque ha iniciado bien su trasegar en estas dos direcciones. Su lema “Sin trizas ni risas” transmite la inspiración de su labor gubernamental de hacer correctivos al acuerdo Santos-Timochenko, pero respetando el anhelo de paz de los colombianos, esa dirección también se puede traducir con el lema electoral de “Paz sí, pero no así”.

El imperativo de seguridad en Colombia tiene dos vertientes: la lucha contra la delincuencia común y la definitiva solución al problema del narcoterrorismo. En el primer frente se ha avanzado de forma contundente con los operativos ordenados por Duque y con la iniciativa de decomisar la droga que esté siendo exhibida en espacios públicos. En el segundo frente se ha sido mucho más cauteloso, pienso que el deseo de Duque de mostrarse como equilibrado y situado en el “extremo centro” le ha impedido tener la contundencia en esta área, que ha tenido en la lucha contra la delincuencia común.

No estoy de acuerdo con la desesperación que ha cundido en algún sector uribista, que ha llevado a hacer fuego amigo en esta difícil tarea de poner orden al despelote santista en relación con el narcoterrorismo. Duque está bien encaminado y hay que darle tiempo para que encauce una política definitiva de sometimiento a los criminales de lesa humanidad de las FARC y el ELN.  Es que está claro que estos grupos están aprovechando la traición a la patria de Santos para seguir en la implementación de todas las formas de lucha, ahora agravada porque cuentan con un brazo legal y una justicia propia. Cómo será el desenfreno en esta materia que la profariana oficina de la ONU en Colombia dejó claro que los comandantes estaban infringiendo el acuerdo de paz. Toca, pues, tomar medidas al respecto de inmediato. En cuanto al ELN, debe Duque proceder a tomar medidas frente al incumplimiento de las promesas de ese grupo de demostrar su deseo de paz, al no haber liberado a todos los secuestrados, y seguir cometiendo delitos como el reclutamiento de menores y ataques a oleoductos. Ya pasó el plazo de 30 días, presidente Duque, proceda a perseguir a esos criminales como se debe. La claridad del gobierno en la materia se expresa en el extraordinario artículo del “pensamiento detrás del trono”, Luigi Echeverri, quien en un artículo en Kien y Ke llama a cambiar la narrativa de la falsa paz y dar inicio a una cultura de legalidad, convivencia y estabilización. Refuta explícitamente la política de Santos del despojo de la institucionalidad. Veremos muy pronto, pues, acciones de Duque en la línea pregonada por su asesor de cabecera.

En cuanto a la justicia, Duque está siguiendo una estrategia de conciliación con los magistrados para intentar llevar a cabo su reforma. Repito, es una estrategia política para hacer ver que quiso hacer una reforma en concordia con los magistrados, pero eso es un imposible, con los criminales del cartel de la toga y con los instauradores de una dictadura de los jueces no se puede llegar a algo positivo. Espero, pues, que se iniciará más temprano que tarde una nueva etapa del proceso, en la cual se prosiga una verdadera reforma a la justicia.

No me canso de insistir en que la solución a estos dos retos son la base del éxito del gobierno Duque. Está bien encaminado, démosle tiempo al tiempo para que se concrete el anhelado éxito de Duque en estas dos trascendentales materias. Suerte presidente Duque.


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