Imposible negar la sensación de leve consuelo que tuve cuando se empezó a correr la voz de la liberación de un grupo de presos políticos. Como todo lo que ocurre con el gobierno venezolano, en el que la opacidad es la norma invariable, nada se supo hasta el último momento del pasado primero de junio. Como bien era de esperarse, ese asco hecho televisión, que alguna vez fue llamado el canal de los venezolanos, estaba allí transmitiendo en vivo lo que terminó siendo otra payasada puesta en escena.

Sin embargo, la mamarrachada sirvió como telón para resaltar la figura desvalida del general Ángel Omar Vivas. El militar retirado caminaba con un bastón y para trasladarse lo ayudaban dos personas, pero no se arredró para crecer desde su maltratada figura y gritar ante las cámaras rojas: ¡Muera la tiranía, viva la libertad!

Desde ese día el bigote bailarín ha seguido con sádica lentitud dejando en libertad a un grupo de gente honorable cuyo único delito ha sido tratar de darnos libertad. La bellaquería ha sido manifiesta y evidente. Junto a la gente decente han colado a una pléyade de tunantes como la pandilla de buenos para nada que “agredieron” al ex gobernador de Lara en su heroica campaña electoral…

Otra liberada, y no menos emblemática, es la muy honorable Angelis Gibelli Quiroz, quien fue señalada varios años atrás como una de las responsables, junto a Jhon Quiroz, de haber estafado a más de 6.000 personas con la venta de vehículos que no existían en el concesionario La Venezolana. En junio de 2014 Jhon Quiroz huyó del país en un vuelo privado que despegó de un aeropuerto en el estado Falcón, lo cual en su momento hizo la alharaca del caso. Ahora su socia en marrullerías sale en medio de nuestros presos políticos, imagino que en los próximos días el propio Jhon saldrá de igual manera.

Ante esta denigrante escenificación, y como bien era de esperarse, las melifluas voces de siempre entonaron loas dialogantes. Al lado de figuras como el general Vivas aparecen otras que no cesan de llamar las cosas por su nombre. Uno de ellos es el comedido cura jesuita José Virtuoso, actual rector de la Universidad Católica Andrés Bello, quien recientemente se quejó de que el adefesio llamado Mesa de la Unidad Democrática sostuviera “un silencio indebido” por varios meses; a la vez que les exigió mayor beligerancia ante la situación nacional. Se refirió a la misma manada babeante que delira ante la posibilidad de ser candidato así sea a reina de las fiestas patronales de Corozopando, con el debido respeto que merece esa población guariqueña.

© Alfredo Cedeño

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