Un juicio en tribunales es una batalla. El proceso judicial es una confrontación feroz. Detrás de los buenos modales y la ropa elegante lo que hay es fuego, se dispara a matar; allí se vive o se muere en lo que cada parte persigue. Los códigos, las leyes, son armas mortales y la forma de emplearlas constituye las tácticas y estrategias que te puedan llevar a la victoria o la derrota. Soy abogado litigante y por años he vivido apasionado en medio de ese fragor del combate judicial.

El caso Pdvsa

Voy a narrarles una de las experiencias que me ha dejado marca en mi profesión.

Por ante la Corte Federal del Distrito Sur de Miami, uno de los más poderosos bufetes de Estados Unidos introdujo una demanda actuando en nombre de una firma privada denominada US Pdvsa Litigation Trust en la que exigía a 42 empresas de varias partes del mundo la devolución de más de 10 millardos de dólares. Alegaron que esa suma había sido robada a Pdvsa durante 14 años manipulando compras y ventas de los productos, y explicaron al detalle el modo cómo lo hicieron.

Cómo me enteré del caso

Un personaje muy inteligente, detestado por muchos por sus irreverentes y muchas veces alocados mensajes en Twitter, Federico Alves, economista de la UCV, con varios posgrados que incluyen Harvard y hace años residenciado en Estados Unidos, se comunicó conmigo para pedirme que lo acompañara a la corte a ver ese caso que me trataba de explicar en un lenguaje atropellado que yo no comprendía muy bien; sin embargo, me hizo interesar con la constante mención de que se intentaba robar esa gigantesca fortuna al país, que todo era un truco, un fraude. Acepté acompañarlo y en cuatro horas que dura el trayecto desde su casa, en Tampa, hasta Miami lo tuve en mi casa, le brindé un café, un vaso de agua que, con un hablar atropellado casi ni los tomaba, febrilmente me explicaba y me explicaba. Nos fuimos al tribunal.

El día de la audiencia

Alves también había motivado a la abogada Norma Reno, otra buena venezolana-estadounidense residenciada en Tampa; ella se había venido por separado, nos encontramos en la corte. La prisa de Federico es que ese día se iba a efectuar la primera audiencia del caso. Entramos a la sala donde había una gran cantidad de abogados representantes de las partes. El juez abrió la audiencia. Todo un tiroteo verbal, con finas palabras demandantes y demandados se disparaban sin compasión. El juez solo escuchaba y tomaba notas, tres horas después dio por terminado el acto y convocó a una segunda audiencia. Fuimos al archivo a ver el expediente, pedimos copia y entonces pude tener idea clara de lo que estaba ocurriendo.

La trama para el robo

Funcionarios de Pdvsa, con acceso a los cerebros de las computadoras, vendían a empresas extranjeras los secretos sobre la comercialización de los productos, precios de producción, ofertas, pedidos, todo. Así controlaban las operaciones comerciales cobrando para ello lo que debía recibir nuestra industria. Eso lo hicieron durante 14 años, según la detallada explicación de la demanda que luego nos enteramos que se debió a un pleito entre los complotados, como suele suceder entre las mafias. En resumen, el juicio solo era la pelea entre dos grupos de bandidos en uno de los cuales estaba el entonces presidente de Pdvsa y en su nombre constituyó esa firma privada en Nueva York US Pdvsa Litigation Trust, a la que le cedió el derecho de cobrar, y quedarse con el dinero producto de esos 14 años de robos. Semejante maniobra se pretendía ejecutar usando a los tribunales estadounidenses y con lo cual, de paso, aquí quedaría legitimado el botín.

Qué hicimos

Norma, Federico y yo no salíamos del asombro. Comenzamos por consignar un par de escritos bajo la figura de Amicus Curiae, que en el proceso estadounidense permite la intervención de extraños al litigio para colaborar con la justicia. La corte permitió esta intervención aun cuando dictó un auto señalando su falta de eficacia, porque no teníamos la cualidad de litigantes autorizados en Florida, pero lo que nos interesaba era hacerle saber los puntos básicos de nuestras observaciones que al final fueron consideradas básicamente la falta de jurisdicción de la Corte, porque la parte demandante era una entidad privada que no contaba con autorización de la Asamblea Nacional, como era requisito de nuestra Constitución.

Nos cansamos de gritar

Escribimos al Parlamento haciéndole ver la necesidad de que interviniera, pero eso no fue atendido. Varios diputados se interesaron, básicamente los de la Comisión de Contraloría que pidieron les diéramos un informe detallado lo cual hicimos. Todo fue inútil. Lo más que logramos fue que se emitiera un acuerdo dando constancia de que en ese juicio faltaba el requisito de su aprobación. Sin embargo, por nuestra cuenta consignamos ese pronunciamiento en el expediente insistiéndole a la corte en la nulidad del proceso.

Fuimos a Washington

Nos pusimos a tratar de conseguir la colaboración de abogados calificados para litigar aquí; unos amigos nos recomendaron con un importante bufete de Washington, le pedimos cita y nos la dieron; allá fuimos con nuestros argumentos, tuvimos una reunión de horas. Estábamos asombrados, primero, de ver el calibre de aquel escritorio, uno de los más poderosos del país, luego la atención que nos brindaron discutiendo el caso. Ellos coincidieron con nosotros, “ustedes tienen la razón”, nos dijeron; se puede ganar ese caso y nos adicionaron razones.

La corte sentenció

La demanda fue rechazada por la corte; al saberlo se nos quitaron los pesares de la indiferencia de la Asamblea Nacional. Sentimos gran satisfacción por haber cumplido con nuestro deber venezolano. Allí quedó mucho por hacer. Ese caso abrió la tapa de un cofre lleno de valiosa información para atacar la corrupción que viene imperando en Pdvsa. Entre otras cosas, se debe ir contra los que se complotaron desde Nueva York para armar semejante trampa, pero no tenemos muchas esperanzas al respecto, difícilmente nuestros diputados nos atenderán este llamado.

Queda mucho por contar

La historia es más larga de lo que se puede escribir en un artículo de prensa, les dejamos el corazón del tema. Dejo constancia de mi agradecimiento a Norma y a Federico por haberme permitido conocerles y estar juntos en esta aventura que me dio la excusa para volver a vivir un litigio que, aunque con distintas leyes a las nuestras, es lo mismo; es la lucha por lo que uno cree, por lo que el abogado vive, por la pasión de la batalla en estrados.

Hay otros casos en curso

Hay una demanda en la Corte Internacional de Justicia, Guyana contra Venezuela por el territorio Esequibo. También 13 casos en el Tribunal de Arbitraje Internacional Ciadi, por muchísimo dinero, que podría convertirse en una catástrofe económica para el país. La representación jurídica de Venezuela está en manos de la pandilla dictatorial. También nos hemos cansado de advertir a la Asamblea Nacional e incluso a dirigentes políticos con poder en ella, pero también han hecho mutis. Luego daré detalles.


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