La VIII Cumbre de las Américas que tendrá lugar en Lima a partir del día 14 (coincidencialmente Día de las Américas) ya viene despertando inusitado interés, no por el tema nominal que la convoca, que es el de la gobernabilidad democrática frente a la corrupción, sino por consideraciones relacionadas con asuntos tales como si en definitiva la reunión se llevará a cabo o no, el comportamiento que tendrán algunos de los actores (Maduro, Trump, Castro, etc.), el posible show que se pueda presentar si aparece alguien a quien se le retiró la invitación, la posibilidad de que algún o algunos Estados boicoteen el evento, etc. En reciente artículo publicado en el diario La Nación de Buenos Aires, el día 4 de abril (https://www.lanacion.com.ar/2122460-luces-y-sombras-antes-de-la-cumbre-de-las-americas-de-lima), Emilio Cárdenas, ex embajador de Argentina ante la ONU, repasa acertadamente esos mismos escenarios. Nosotros intentaremos aportar nuestra opinión.

Las cumbres de las Américas han perdido –o al menos variado– el objetivo primigenio que les dio origen –la posibilidad de establecer una alianza continental de libre comercio (ALCA)–. Ello se hizo evidente a partir de la III Cumbre que se celebró en Quebec en 2001 donde tomó fuerza la idea de una Carta Democrática Interamericana (concretada luego en Santiago en septiembre de ese mismo año) en cuya ocasión el presidente Chávez dio la primera nota disonante al escribir una insólita nota de reserva al pie del documento suscrito por todos los demás mandatarios. Posteriormente otros disidentes –además del propio Comandante Eterno– han contribuido a enrarecer y disturbar las reuniones, como fue el caso en la IV Cumbre (Mar del Plata) donde el señor Kirchner expresó sus diferencias con Estados Unidos adoptando tono de “malandro de barrio”, o el aventajado alumno Evo ausentándose de la reunión formal también en Mar del Plata para pronunciar un vitriólico discurso ante una tal “Cumbre Paralela de los Pueblos”, o en la V Cumbre celebrada en Trinidad en 2009 cuando Chávez sorpresivamente le encasquetó un ejemplar del libro en español Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano a un distraído y sorprendido Obama robándose el show tal como era su propósito final.

El incidente mediático previsto para la venidera convocatoria es y será la incógnita de si Maduro se presenta o no y la reacción de Perú –y de otros– ante tal eventualidad teniendo en cuenta que entre los asistentes pueda estar Raúl Castro (considerado demócrata con credenciales suficientes al final de su mandato) o el pintoresco demócrata Evo o el de Surinam (Bouterse) cuyos coqueteos con el delito común son del dominio público, y o alguno de los depauperados caribeños todavía beneficiados por la dádiva de Pdvsa que deben preservar a como dé lugar hasta que aparezca sustituto. No se descartaría un torneo de gruesos epítetos y alguno que otro empujón, ya que es el estilo de la diplomacia venezolana inaugurado por la entonces ministra Delcy Rodríguez en su vergonzosa visita por la fuerza a la Cancillería argentina en diciembre de 2016 pretendiendo ingresar a una reunión de Mercosur de la que había sido expresamente excluida y notificada por sus pares.

Suponiendo que Mr. Trump decida concurrir habrá que ver qué tono y actitud adopta. Si en Bruselas, sede de la OTAN, y ante sus propios aliados, se permitió expresar sus legítimas preocupaciones con una arrogancia que marcó ruptura con varios de ellos (Alemania), y si también se ha permitido ser grosero con México y su presidente Peña Nieto, no sería extraño que la oportunidad de restablecer una relación un poco más cordial con América Latina se transforme en nuevo escenario para generar polémicas poco convenientes condensadas luego en los famosos tuits presidenciales (¿aprendidos de Chávez será?) que desconciertan hasta a los más allegados asesores de la Casa Blanca provocando intensa rotación laboral en esa instancia.

En todo caso, si Trump o quien lo sustituya anunciara una “nueva relación” con América Latina este columnista –con muchísimo kilometraje recorrido en estas lides– recomendaría escepticismo. Desde que Kennedy anunció la Alianza para el Progreso en 1961, todos los siguientes anuncios, que han sido bastantes, fueron tan solo vapores de la fantasía.

En cuanto a Raúl Castro, que deberá ceder el poder pocos días después de la reunión de Lima, habrá que ver si trae alguna sorpresa. Tal como viene la mano en Cuba –igual como en Venezuela– no pareciera haber posibilidad de mejoría sin llevar a cabo un decidido cambio de rumbo en materia de economía y libertades. La diferencia entre Castro y Maduro es que el cubano tiene 86 años y la posibilidad de terminar los días en su propia cama (como Franco), mientras que sus pupilos venezolanos tienen por delante el dilema de dónde y cómo transcurrir con tranquilidad el resto de su ciclo vital.

Total que el tema Venezuela dominará la Cumbre. Bastantes protestas diplomáticas tendrá que generar la Casa Amarilla quejándose del “injerencismo” de sus vecinos regionales que ya perciben el drama venezolano como peligro para su propia estabilidad. A lo mejor hacen unos formularios y los van llenando para ser más rápidos y eficientes ante el temporal que les espera.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!