Cuando se analiza el tema sobre la igualdad entre la mujer y el hombre, encontramos muchos logros a favor de ella; pero, sin duda, aún queda mucho camino por recorrer, lo cual nos lleva a pensar en la necesidad de fortalecer su total integración y el respeto por su género.

Es vital velar por su bienestar social, así como combatir los estereotipos establecidos,  pues a lo largo de la historia, en algunas culturas, son vistas como sumisas, indefensas, sin criterio y sin autonomía propia. Igualmente, es importante destacar aquellas que se han distinguido a través de sus roles dentro de ciertas culturas, las cuales deben ser tomadas como ejemplo para  entender la mejor manera de lograr los cambios necesarios.

En  todas las culturas existen roles según el género o tareas que deben ser desarrolladas por los hombres y las mujeres, las cuales se les asignan según lo determine o acepte esa sociedad y son adoptados de una generación a otra.

En el caso del  sector productivo esto conduce a una división injusta en el campo laboral. Algunas culturas, por ejemplo, le atribuyen fortaleza física a la mujer y por esa razón le corresponde realizar trabajos forzados.

Lo mismo sucede con respecto a su conducta, la cual es controlada y establecida mediante la socialización. Los roles también limitan las expectativas del desarrollo de sus potencialidades y habilidades, respondiendo a determinados patrones por el hecho de ser mujer.

Sin duda, este factor afecta culturalmente, pues hace que la mujer sea tratada de manera desfavorable y desconsiderada por su sexo. A su vez, determina aspectos como la distribución desigual de bienes, del prestigio y del poder.

Además, propicia que la desvalorización de la mujer sea aceptada por todos, pues pierde su identidad, se vuelve invisible y no tiene presencia en esas sociedades, tanto  en público como en privado.

Igual sucede con sus aspiraciones, expectativas, deseos de vivir sus propias experiencias, cubrir sus necesidades y requerimientos, desarrollarse en cualquier área pública de su elección, como la política, la ciencia, la investigación la tecnología, etc.

Los roles de los hombres y las mujeres han variado a lo largo de la historia, pero la discriminación hacia ellas es algo  intemporal y  universal. Del mismo modo, se puede afirmar que en todas las culturas son discriminadas en mayor o menor grado, pues se le otorga un valor mayor al papel desempeñado por el hombre, en comparación con el de la mujer. 

Asimismo, en la vida privada o doméstica, el hombre ejerce tradicionalmente el liderazgo, la autoridad, la representación legal de su mujer y de sus hijos.

Aunque esto ha mejorado en los últimos tiempos, aún persisten conductas, normas valores, creencias, tradiciones, que mantienen estas formas de discriminación aceptadas por todos, que afectan a las mujeres.


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