Han pasado unos cuantos años y aún es necesario traer a la opinión pública el tema y refrescar la experiencia que el suceso expresa, dada la importancia que tuvo y que aún sigue presente en la realidad de nuestra sociedad universal.

Durante más de medio siglo, más allá de la primera mitad del siglo XX, el impacto político de la Revolución rusa y sus profundos efectos económicos y sociales en el escenario euroasiático conmovieron a millones de ciudadanos en el planeta, convocándolos al rescate de la libertad y la igualdad entre los seres humanos, sacudiendo en su interior naciones y pueblos en las cuales el impacto de procesos históricos libertarios como el de la Revolución francesa se encontraban muy lejanos.

Sin embargo, el proceso histórico democratizador desarrollado en el interior del suceso ruso y su transformación en una convocatoria de lucha progresista universal, pronto comenzó a vivir el desgaste de sus errores, la pretensión de la hegemonía ideológica y política burocrática enterró la práctica democrática y la iniciativa individual, el autoritarismo, la represión y el estatismo estalinista devoraron la bandera de la libertad y de la equidad.

La heroica participación de los pueblos agrupados en el proyecto soviético en la derrota del fascismo durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, oxigenó significativamente la propuesta rusa desgastada y consumida por la deformación represiva del estalinismo, pero de nuevo la pretensión hegemónica, ahora transformada en un poder militarista, imperial y excluyente, sepultó progresivamente la oferta de libertad, igualdad y prosperidad que en 1917 condujeron y propusieron los soviets de obreros y soldados al derrotar el zarismo.

La denuncia del estalinismo en la década de 1950 y el deshielo de la dictadura descubrió el deterioro, pero no lo superó, pero luego la caída del Muro de Berlín, como consecuencia de la oleada democratizadora en Europa Oriental, estimulada por la emergencia poltica del Estado ruso desarrollada por los presidentes Gorbachov y Yeltsin en la década de 1980, concluyeron con la experiencia del superpoder soviético, abriendo una nueva época de participación y progreso de los pueblos en las naciones del oriente de Europa.

Lamentablemente en nuestro espacio geopolítico la lección histórica no fue asumida como parte del aprendizaje que la dinámica de la experiencia humana nos aporta, la asimilación por la estructura de poder político de la sociedad cubana aún se encuentra distante en los hechos de la comprensión del fenómeno ocurrido, la desaparición del otrora proyecto de poder soviético que la inspiraba.

Quienes en Venezuela utilizando una coyuntura política de acceso al gobierno se han atrincherado en el poder político, apoderándose del tesoro nacional, negando las conquistas democráticas de la población, tratando de imponer el control hegemónico del Estado, copiando al carbón la agotada experiencia económica y política cubana y soviética, están profundamente equivocados, pero sin lugar a dudas son los responsables del deterioro que se desarrolla aceleradamente en el interior de nuestra estructura económica y sus trágicas consecuencias sociales.


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