1. El sistema que se ha conformado en 20 años de chavismo le tiene horror a las redes sociales. Se vive como anomalía, distorsión y amenaza. Argumentan los voceros del régimen y una cierta oposición que “las redes no son la opinión pública” o que “Twitter es una porción muy pequeña del país”. Los del régimen persiguen y encarcelan y vejan y hostigan a quienes logran identificar en las redes como enemigos; mientras que en el campo de la oposición más conservadora hay quienes se desgañitan en contra de las redes sociales a través de… las redes sociales.
  2. Todo el mundo sabe que la información y la comunicación han sido transformadas hasta lo impensable por las nuevas tecnologías que han cambiado la naturaleza de la polis, de la plaza pública y de la ciudadanía. Es un proceso irreversible con el cual hay que vivir, guste o no. Por tal razón, resulta un tanto irónico que algunas de las quejas sobre el uso de las redes las consideren como si fuesen dinámicas marginales o reversibles.
  3. Como las redes sociales han adquirido especial relevancia en Venezuela como vehículo para eludir en cierta medida la represión de la corporación criminal en el poder, el debate sobre su significado es especialmente espinoso. Lo más llamativo es que suele revelar, por su inmediatez y espontaneidad, características impensables de quienes las utilizan.
  4. Una de las revelaciones más frecuentes es que quienes critican a los que las emplean, las emplean mucho más; luego, se puede constatar que muchos que se reclaman dialogantes, pierden los estribos con harta frecuencia e insultan a más y mejor en nombre de la moderación que los ilumina. Los moderados, dialogantes y noruegos se vuelven radicales y sacan sus dientecillos cuando se trata de callar la crítica tuitera. Quieren la crítica; pero eso sí, a la medida de su tolerancia.
  5. En el caso venezolano, el territorio de la opinión pública se ha reducido. La acción del régimen se ha concentrado en asfixiar medios; a los periodistas críticos les ha ido cerrando espacios y los persigue. La represión ha minado las fuentes habituales de información, lo que refuerza las tendencias a disminuir el rol de los medios tradicionales.
  6. Hay, sin embargo, otro fenómeno. Las penurias han llevado a una desconexión con la plaza pública, que no sea la de las urgencias en comida, medicinas y seguridad; como resultado, hay ríos de ciudadanos despegados del debate de la polis, del debate político, y los que participan (la Venezuela de la Internet se achica) lo hacen a través de las redes sociales.
  7. En Venezuela la opinión pública se reduce y cada vez más parece ser el espacio de las redes sociales. Ya no es controlada por un puñado de editores y periodistas sino por los plebeyos. Y esto enferma a varios de los antiguos dueños de la plaza pública.

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