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Marisela Prieto Berbin

Actualmente estamos ante un paisaje tecno-social que obliga a pensar en la necesidad de la formación de una ciudadanía humana para lograr vencer los delicados equilibrios ecológicos y algunas exigencias en la preparación de las generaciones presentes y futuras para que asuman un compromiso con su entrono sociocultural. Ello es posible con una formación educativa en la perspectiva humana.

Asumir la perspectiva humana en el siglo XXI, permitiría una apertura para que las prácticas educativas se abran y que los educandos narren sus historias y se vean implicados en los significados aprendidos en sus vivencias, para superar la segregación y segmentación social. La perspectiva humana, constituye los aspectos que singularizan su cotidianidad de vida. Frente a esta circunstancia debemos apostar por una formación que dignifique la condición del ser humano revalorizando su emocionalidad, sensibilidad y espiritualidad.

La formación tradicional es herencia del desfasado modelo moderno, que dirigía sus esfuerzos hacia un aprendizaje memorístico y enciclopédico, suministrado en espacios escolares determinados estructuralmente y en los cuales educadores-educandos seguían un juego dicotómico que bloqueaba la articulación de saberes y conocimientos. La perspectiva humana y la praxis cultural que le otorga sentido, debe orientarse a construir una sensibilidad pedagógica que articule dialécticamente la trayectoria de vida del educador-educando con las trayectorias escolares, con los espacios de sociabilización en las calles y en la vitalidad de su comunidad para develar todas las implicaciones de la ciudadanía para su significación como matriz epistémica.

En una concepción educativa que involucre los horizontes para pensar una formación humanística y complementariamente la relevancia de la ciudadanía, la formación humana debe ser abordada explícitamente. La escuela sin contenidos humanísticos es una ficción, una propuesta vacía, irreal y descontextualizada. Su configuración y desarrollo engloba prácticas políticas, sociales, económicas, de producción simbólica y legitimación del saber-poder.

La formación humana, es una categoría de análisis que tiene su inserción en una realidad educativa compleja, por ello se concibe la praxis educativa, como un proceso de comunicación y reflexión compartida con los colectivos más desfavorecidos socialmente. Ello le permite afrontar la incertidumbre de una determinada época con menor ansiedad y complementariamente, le facilita la producción intelectual signada por el goce de la aventura del conocimiento, el disfrute de la belleza del saber y las posibilidades de su autodesarrollo creador. La formación humana del educador-educando, que caracterizan su comportamiento, su proceso de aprendizaje y las peculiaridades de su desarrollo, solamente pueden comprenderse sí somos capaces de entender los significados que se generan en sus intercambios simbólicos con la realidad física y social a través de su singular biografía.

La formación humana interviene de un modo u otro en las mediaciones del conocimiento, del saber, en una red de vasos comunicantes. Nuestra argumentación teórica, está orientada a potenciar una educación más humanizada, más adaptada a las vivencias del educador-educando y más cercana a su entorno.

La perspectiva humana está presente en reflexiones en el contexto de una concepción que supone, la idea de que la perspectiva humanística contribuye a una mayor profundización de lo que somos y que la visión de realidad, plantea un saber que construye un espacio para la vida. Es decir, es la expresión de lo humanístico, como forma interna de nuestra subjetividad. La subjetividad no se da hecha, sino que es un proceso de subjetivación mediado socialmente, por el conocimiento y la subjetividad, se da entre ambos una interacción y es la temporalidad el marco ineludible de la presencia del ser individual.

La formación de una perspectiva humanística está potenciada por un pensamiento global y la formación de valores y talentos, como una nueva manera de crear en la ciudadanía imágenes mentales de un mundo más comprometido aún con un sentido humano. Dentro de la categoría de la formación humanística es una exigencia ineludible una preparación rigurosa que el ciudadano tenga una realización personal dentro de un clima de respeto por los otros seres humanos en el marco de la conflictividad sociopolítica en el actual clima cultural contemporáneo.

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