“El hombre nace libre, pero en todo lado está encadenado”. El idealismo revolucionario de Jean Jaque Rousseau se confirma como episteme, el saber construir metodológicamente la filosofía con la cual la democracia representativa conforma la Constitución de la República en los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que actúan como senderos de la sociedad en el pacto social con el cual se expresa la civilización de la nación. La democracia participativa no anula esta estructura, al contrario la fortalece con la responsabilidad que asume directamente el pueblo en el ejercicio pleno de su soberanía y su control sobre sus representantes.

En Venezuela el gobierno afirma el sistema totalitario también si en contraposición con el ejercicio del poder definido en la carta magna de 1999: no se trata de la prevalecía de los ideales del socialismo sobre el capitalismo, se trata de inducir sobre los ciudadanos un impacto político y psicológico que genera inseguridad y vulnerabilidad, configurando choques de intereses vitales de distinta naturaleza política, económica y sociales que anulan los valores de la estructura democrática del Estado-nación y eliminan cualquier tipo de control sobre la administración de los bienes públicos, para dejar al grupo del poder constituido la posibilidad de expandir el proyecto político de subversión sistematizada de los regímenes libertarios que habían prevalecido en la historia del país y de las naciones de América Latina y del Caribe sobre las dictaduras fascistas y militares.

Con la debilitación de la fortaleza petrolera por la caída de los precios y de la capacidad productiva ha disminuido la disponibilidad de dólares para las importaciones de primeras necesidades de la población venezolana (alimentos y medicinales), y se ha acentuado en la gestión del Estado, como era previsible, la injerencia y la estructura del narcotráfico, de la comercialización del así dicho “oro blanco”, cual proveedor de recursos para financiar el proyecto político social comunista bolivariano en conformidad con la estrategia definida en el Foro de Sao Paulo de 1990.

La ética de Marx, de Gramsci, de Bobbio, un incómodo lejano recuerdo: la ideología castro-comunista bolivariana, cual conjunto de ideas para determinar el nivel de la práctica populista al cual acostumbrar la vida de los ciudadanos, se ha reducido a una simple y obsoleta  propaganda en contra del “imperio capitalista occidental”, sin mostrar un mínimo de imaginación para inferir, por los menos en el lenguaje, una perspectiva analítica acerca de la diferencia que subsiste con el “imperio ruso” y el “imperio chino”. Parece que se desconozca que estos han aceptado completamente el sistema capitalista tanto a nivel internacional –como queda demostrado por el requerimiento de los pagos y las acciones para recuperar los financiamientos otorgados a Venezuela–, tanto a nivel del sistema productivo interno. Solo en lo político, con mayor o menor acentuación quedan aspectos del centralismo democrático adoptado por el gobierno bolivariano, cual residuo analógico del sistema partidista para el control de la servidumbre a la cual se ha intentado someter una población que ya lo ha rehusado con el voto, demostrando su emancipación.

Pero la ocasión para formular y llevar a cabo una efectiva estrategia para el cambio de la gestión política del país ha sido otra vez desperdiciada por una oposición (MUD) anclada a viejas y nuevas debilidades de carácter partidista y personal: los ciudadanos han sido burlados en sus instancias de renovación, la búsqueda de una democracia sustancial alejada, la posibilidad de recuperación económica frustrada, la “cesta básica familiar” ha alcanzado a finales de agosto 2.938.277,19 bolívares. ¿De veras el Ejecutivo nacional y la asamblea constituyente creen que el rublo, la rupia, el yuan renminbi, sustituyendo el dólar, permitirán que los venezolanos puedan recuperar un nivel de sustentación de la vida y de dignidad humana?

Alguien ha reportado con mágica formulación que el intercambio rublo-yuan renminbi, tradicional en las negociaciones bilaterales entre Rusia y China, demuestra que el dólar no es necesario: es cierto, pero se deben poseer estas monedas. En la creación de una hipotética zona financiera óptima parece que no se ha tomado en la debida consideración que el sistema monetario venezolano ha sido construido en el tiempo sobre la base del “bolívar”, moneda emitida por el Estado venezolano y relacionada con la entrada y salida de dólares.

Como conocido, el proceso de intercambio monetario se explica con mecanismo de distribución, las nuevas demandas y la eficiencia de la administración financiera, que comprende la emisión de títulos y la presencia de bolsa de valores que amplían el mercado. De esta constatación surge que para los ciudadanos que deben enfrentar el problema de la supervivencia en una condición de hiperinflación diaria, la economía es más importante que lo político, lo científico, lo militar, pues los desniveles de los ingresos individuales se traducen en mortificación, en sufrimiento, en la imposibilidad de satisfacer las necesidades primarias de bienes y servicios.

La conjunción del análisis geopolítico con lo geoeconómico, entendido como proceso racional de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento, el marco teórico permite establecer estricto enlace entre la acción del hombre y la estructura del Estado, es decir, el individuo vinculado al Estado, como constructor de la entidad espacial definida en la Constitución, siempre perfectible por los avances evolutivos que realiza la sociedad en lo económico, lo social, lo cultural, por supuesto, cuando lo político empuja más amplias conquistas democráticas a través del desarrollo.

Auspiciamos que estas finalidades sean la que persiguen dos partidos políticos cual son “Voluntad Popular” y “Vente Venezuela” cuando se unen en la ONG “Yo soy Venezuela” demostrando su cercanía a las instancias y necesidades de la población.

Mahatma Gandhi afirmaba: “La no violencia no es una pantalla para la cobardía, sino que es la suprema virtud del valiente. La cobardía es enteramente imposible con la no violencia. La no violencia presupone la capacidad de golpear”.

“El bravo pueblo” tiene conciencia de los comportamientos de cada quien y tomará sus decisiones.

 


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