“La elección debe ser siempre a favor de la justicia, y esto es ya sea que la alternativa sea la paz o que la alternativa sea la guerra. La cuestión no debe ser meramente, si es que haya paz o que haya guerra. La cuestión debe ser, ¿es el bien lo que prevalecerá? ¿Si las grandes leyes de la justicia se van a cumplir una vez más? Y la respuesta de un pueblo fuerte y viril debe ser “Sí”, sin importar el costo. Cualquier esfuerzo honorable debe ser hecho para evitar la guerra, al igual que cualquier esfuerzo honorable debe ser hecho por el individuo en su vida privada para mantenerse fuera de una pelea, fuera de cualquier problema; pero ningún individuo que se precie, ninguna nación que se autorespete, puede o debe someterse al mal”. El hombre en la arena. Discurso de Theodore Roosevelt. Universidad de la Sorbona. Año 1910.

Nuevamente se están reorganizando los cuadros políticos tradicionales, todos sus seguidores esperan con ansias cuál será el próximo mensaje esperanzador de la Coordinadora Democrática, Mesa de la Unidad Democrática, Frente Amplio Venezuela Libre o cuantas nuevas denominaciones o refritos quieran hacerse para vender lo viejo como nuevo. Una vez más se está queriendo consolidar el dominio de la oposición en manos de los que negocian el control del descontento de las masas, a cambio de algunas dádivas; logrando así el gobierno perpetuar su estabilidad bajo un ambiente controlado.

Sostengo, sin duda alguna, que la solución proviene de darles continuidad a las manifestaciones populares. La verdadera arena política está en las calles de Venezuela, como ha sido planteado en el discurso que encabeza esta publicación: “…el poder de aceptar la responsabilidad individual y sin embargo, de actuar en conjunción con otros, coraje y resolución –estas son las cualidades que marcan a un pueblo magistral”. Las continuas arbitrariedades de las que se hace cómplice el Consejo Nacional Electoral demuestran que no hay alternativas sinceras para la restauración del sistema democrático en Venezuela. El carácter democrático de un país no lo determina la frecuencia de los eventos electorales; la democracia es la posibilidad de elegir en condiciones de igualdad, transparencia y sin coacciones. Debemos retomar las calles sin esperar la conducción de un líder, de manera que la neutralización de alguno no determine el destino de la lucha popular, hay que tomar las calles porque es nuestra obligación histórica en lo personal y en lo colectivo.

Nos encontramos en momentos en los que reina una paz aparente, pero es la paz de la resignación, esa que quiere el gobierno dictatorial de nosotros y que en buena parte ha sido negociada con el liderazgo político que logró infiltrar a la resistencia para desarticularla. Es el momento de elegir entre esa paz fingida o sustituirla nuevamente por la lucha urbana, esa que sea capaz de restituir el sistema de justicia que sí nos otorgue la auténtica paz. Es el momento de escoger, ahora o nunca. Tal como así fue expresado en el mencionado discurso: “El mérito recae exclusivamente en el hombre que se halla en la arena, aquel cuyo rostro está manchado de polvo, sudor y sangre, el que lucha con valentía, el que se equivoca y falla el golpe una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error y sin limitaciones”. Los hombres en la arena debemos ser aquellos civiles, militares y cuerpos policiales obstinados y dispuestos a salir al rescate de un país tomado por la delincuencia política. No hay oportunidades para el fracaso, el auténtico fracaso sería no actuar para poner fin a la tragedia nacional que estamos viviendo, objeto de escándalo internacional.

@duranzorrilla


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