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En un país civilizado, pongamos por ejemplo una democracia moderna de régimen abierto y plural, una de las formas de demostrar el civismo es en cómo se conduce la gente por la calle y la vía. Los peatones, ciclistas, automovilistas y demás ciudadanos bien enseñados conocen las normas de tráfico y las respetan.

A través de las redes sociales la Dirección General de Tráfico española daba a conocer una manera innovadora de civismo consistente en un movimiento del piloto justo en el instante antes de abrir la puerta una vez que ha estacionado el vehículo y se dispone a salir.

Por extraño que parezca, a veces se producen accidentes de tráfico cuando un vehículo está estacionado en la vía. Y esto sucede cuando el conductor abre la puerta de su lado. Si se da el caso de que el hombre (o mujer) acaba de detener el vehículo y se dispone a salir sin tomar la precaución de girarse y mirar hacia atrás, podría ocasionar un accidente. Y es que puede pasar –y créame que pasa– que un ciclista, motorista, patinador o quienquiera que sea coincida en tiempo y espacio con el incauto que corta su trayectoria con la puerta abierta produciendo un golpe o una caída.

Si es usted conductor y quiere evitar esto, acostúmbrese a abrir la puerta a la holandesa, es decir, abra su puerta girando el tronco hacia la izquierda y accione el tirador con la mano derecha a la vez que mira hacia atrás y se asegura además con un vistazo al espejo retrovisor de que nadie se acerca por la vía


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