Hay que dejar claro para comprender mejor lo escrito abajo, que Henri Falcón por voluntad propia dejó de ser dirigente de la oposición y de pertenecer a ella. Se cubrió en la añeja pátina de demócratas en las personas de Eduardo Fernández y Claudio Fermín. Muchas dudas sobre la actitud del candidato.

A medida que se acerca la fecha del fraude electoral, se desarrollan una cantidad de sospechas sobre el resultado numérico de ese proceso cuestionado de antemano. La diatriba electiva dio un viraje entre Maduro y Falcón. La confrontación, en estas últimas semanas, gira entre la oposición que llama a no participar en este evento porque no existen las menores garantías de imparcialidad, y Henri Falcón, cuya candidatura es percibida por la mayoría de los venezolanos con indudable desconfianza y animadversión. Le miran como un ala separada del bloque contrincante que regresa al nido de sus orígenes.

En estas elecciones atípicas se generan hechos que chocan con los elementos que universalmente se dan en todo proceso electoral. Ejemplo, lo ordinario sería que a medida que avanza el tiempo de la campaña electoral, asimismo, se incremente el número de ciudadanos que se entusiasmen a votar. Si tomamos como referencia a la encuestadora Datanálisis, a principio de campaña, José Antonio Gil Yépez hablaba de una participación elevadísima. El sábado pasado, Luis Vicente León, director de esa misma empresa, hablaba de una participación de tan solo 30%. Es decir, que muy pocas personas se acercarán a los centros de votación ese oscurecido domingo 20 de mayo.

Tampoco es común la probable victoria de un candidato, en este caso Nicolás Maduro, que con solo 15% de apoyo nacional pueda obtener el triunfo, aunque la señora Lucena tiene resuelto ese problema desde hace meses.

También se teje en ese laberinto de cosas, el hecho de que el partido político Avanzada Progresista responsabilizará de su desgracia a los partidos que llamaron a no votar y no al fraude que duerme desde hace meses debajo de la cama de Lucena. Henri Falcón, que, por supuesto, tiene el derecho de disentir, no le va a hacer muy fácil cargarle la mano a las siguientes instituciones nacionales e internacionales que llaman a no votar y que tampoco reconocerán los resultados que surjan de ese velorio de angelitos que será el 20-M. ¿Va a enfrentar acaso a la Iglesia Católica, a las universidades, a las academias, a Fedecámaras, a los estudiantes, a los partidos políticos, a los colegios profesionales, a los trabajadores, a las ONG, al Grupo de Lima, al Parlamento Europeo, a la Organización de Estados Americanos, a la ONU, a la Socialdemocracia Internacional y a Estados Unidos que repetidas veces han llamado a no participar en esa estafa electoral?

Por último, ¿pudiera haber mayor tontería que argumentar que si la Mesa de Unidad Democrática, el Frente Amplio Democrático y los organismos internacionales hubieran llamado a votar el resultado del fraude hubiera sido otro? ¿Es qué acaso él, Henri Falcón, tuvo la irresponsabilidad de participar en esa justa electoral metiéndole el hombro al cuerpo desvanecido de Maduro sin tener el poder de convocatoria necesario para llamar a los venezolanos para que salieran a votar por su opción? Un resbalón costosísimo…

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