Si no tuviéramos pasado, estaríamos desprovistos de la impresión que define a nuestro ser – Robert Burns, poeta escocés

Esta semana conmemoramos en Venezuela 208 años de la revolución ciudadana del 19 de Abril de 1810, la cual marcó el inicio de la lucha por la independencia del imperio español en nuestro país. El desconocimiento ese día a la autoridad del capitán general de Venezuela se convirtió en el primer paso de un proceso que luego tomaría forma con la firma del Acta de la Declaración de Independencia el 5 de Julio de 1811, en la que Venezuela declara formalmente su emancipación a la sumisión española.

Nuestra independencia, así, comienza históricamente con un “no”. Es el “no” del pueblo caraqueño congregado ese jueves santo en la Plaza Mayor, es el “no” del dedo del presbítero José Cortés de Madariaga, los que inician nuestro proceso de independencia. Nuestra historia republicana se inicia cuando decidimos decir “así no”. Somos hijos de una postura digna de negación y rechazo a las pretensiones de engaño de los opresores de entonces.

200 años después, una nueva clase de opresores ha secuestrado a nuestro país, lo ha tomado como botín y ha hecho del gobierno un lucrativo negocio que genera tanta riqueza a sus ocupantes como dolor y miseria al resto de los venezolanos. Ante este nuevo yugo, el país reclama una nueva independencia. Y al igual que en 1810, la liberación debe comenzar por decir “no” a la sumisión y al engaño que ahora, en 2018,  toma la forma de un simulacro disfrazado de elección pero que está diseñado para impedir el cambio de presidente y del modelo político-social causante de la tragedia humanitaria que azota a los venezolanos.

En ocasión del lanzamiento del Frente Amplio Venezuela Libre, los sectores sociales y políticos que iniciaron su formación hicieron público un documento en el que se exponía la necesidad de salir de esta tragedia sin matarnos y guiados por la Constitución, lo cual solo es posible a través de un gran encuentro de los venezolanos más diversos. Y se proponía allí una amplia alianza “que exija elecciones libres y justas para cambiar y reconciliarnos en una Venezuela sin presos políticos, ni exiliados, ni perseguidos y sin esta trágica emergencia humanitaria que mata hospitales, escuelas y niños. Por eso decimos ‘no’ a la  falsa votación  del 20-M y ‘sí’  a una elección presidencial libre, justa y transparente este mismo año”. El manifiesto del Frente Amplio no es una postura abstencionista. Lo que explica es que no es posible tener elecciones de verdad en Venezuela si antes no se dice “no” al intento de impedirlas mediante su sustitución engañosa por una farsa que solo permite votar pero no elegir.

El invento del 20 de mayo, tal como está diseñado, no son elecciones porque, entre muchas razones, se convocaron de manera inconstitucional y sin respetar los tiempos, no se garantiza la observación nacional ni la internacional, excluyeron a organizaciones de oposición, el registro electoral estuvo abierto solo un mes, se redujeron las auditorias, se excluyeron a los venezolanos que están en el exterior, se chantajean a los votantes con “puntos rojos” y el uso del “carnet de la patria”, y se permite la coacción del voto usando la figura del “voto asistido”. Y esto solo por mencionar algunas de sus “bondades”.

Los venezolanos del 19 de Abril de 1810 no sabían muy bien qué vendría después. Pero estaban decididos a ser libres. Y el primer paso fue decir que no. El mejor homenaje a esos héroes de hace 208 años, y la conmemoración que el país y su tragedia reclaman de los venezolanos de esta hora, es que nos preparemos a decir “no” al engaño del próximo 20 de mayo, como paso necesario e ineludible en la lucha porque logremos una elecciones de verdad. 

No hubiera habido 5 de Julio sin el “no” del 19 de Abril. No habrá independencia y futuro sin el “no” a las pretensiones de los opresores de hoy de engañar a la gente con una trampa disfrazada de elecciones para perpetuar el sufrimiento del pueblo.


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