Desde hace tres semanas los militares destacados en el Palacio Legislativo impiden el acceso de los periodistas a la sesión parlamentaria de la Asamblea Nacional y hay que preguntarse, no sin desconcierto, qué busca el régimen –qué ganan los obedientes y leales militares– con estos despliegues violatorios de la Constitución que juraron defender.

Si fuese como décadas atrás, cuando había que esperar horas para que los reporteros y camarógrafos llegaran a sus periódicos, emisoras y televisoras a redactar las notas para la edición del día siguiente o los noticiarios de la noche, podría uno entenderlo, retrasar, trabar la información, incluso enredar con versiones propias e interesadas.

Pero llevamos años en la era de la informática, grabaciones y transmisiones por Internet, WhatsApp, Telegram, Instagram, Twitter y demás redes sociales, cuando los diputados, sus suplentes, asistentes pueden generar las informaciones que gusten o no al gobierno, rodear la sede legislativa con la prepotencia y soberbia de las armas, uniformes, cascos, escudos, el aparataje intimidante de los antimotines, no se entiende más allá de molestar o de hacer sentir esa chocante sensación de aquí estamos nosotros, los propios, los duros, los chévere y solo pasa quien nos dé la gana.

Debe existir alguna estrategia política, algún plan, pero francamente no se logra descifrar. El país está convulsionado por desabastecimiento de gasolina, dinero que cada día compra menos, pensionados que se quitan las camisas para demostrar hambre, falta de medicina, venezolanos que siguen buscando comida en las bolsas de basura, masas que ya no se dejan impresionar por los mensajes presidenciales aburridos, repetidos y engañosos, pero sí por el contraste entre millones de euros aprobados para material bélico mientras niños mueren por falta de atención, equipos e insumos en los hospitales.

Es inevitable la pregunta: ¿para qué?, ¿qué sentido tiene?, ¿qué cavilan los estrategas sociopolíticos y comunicacionales del régimen?, ¿una muralla de militares alrededor de la Asamblea Nacional hará olvidar los problemas, distraerá la atención de los molestos, generará admiración hacia Maduro?

Que no dejen pasar a los periodistas no significa que el público no se enterará de lo que discutan, se pondrán al corriente a través de las versiones personales de cada diputado opositor y, además, llamará la atención hacia esos parlamentarios, no los periodistas, o el Parlamento reconocido y legítimo, acosado, cercado, bloqueado, o sea, martirizado.

¿Es esa la recomendación de los expertos cubanos, iraníes, turcos y rusos? Asesoría por lo que se ve muy poco eficiente. Juan Guaidó, los diversos diputados, incluidos algunos que hasta no hace mucho eran desconocidos y silenciosos ignorados, crecen en conocimiento público. La impresión que da es que el régimen está desconcertado, vacilante, experimentando con patadas de ahogado que, como se sabe, suelen ser bastante inútiles.

No puede pretender –aunque parezca– el usurpador captar voluntades para convocar unas elecciones parlamentarias adelantadas, nadie va a ir conscientemente contra los victimizados que, repetimos, no son los profesionales de los medios de comunicación que de la prohibición sacarán titulares y notas, sino contra el victimizador. ¿Acaso no leen novelas, no ven telenovelas ni películas, los jerarcas castromaduristas? Los malos abusadores siempre pierden al final, el bien triunfa eternamente, ya no es solo cuando el presidente interino habla, es también cuando el régimen ocupa militarmente el centro de la capital cuando Guaidó en particular y la oposición en general suman los puntos que el gobierno blindado, equiparado y con protecciones pierde.

Por eso lo que tratan de callar suena más, la fuerza de un régimen no se ve tanto en el control como en el bienestar de los ciudadanos, y es allí, precisamente, donde está fallando el gobierno militarizado que trata de distraer. Pero el dolor del pueblo venezolano cada día empeora la crisis humanitaria y son muchos los ciudadanos afectados. El hambre y la angustia se entretienen poco tiempo con frases, duelen diariamente mañana, mediodía y noche.

@ArmandoMartini


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