Es lo que hacen acabados castristas maduristas, sea revancha de Diosdado, como afirman algunos; toma de poder, patadón a Maduro, es lo mismo. Montar la burda comedia de “aprobado con la señal de costumbre”, lecturas a veces indecisas del más alto magistrado incluyendo togas tensas de sentenciadores, amaneceres entre tropas rodilla en tierra, medallas por heroísmos de hojalata y alguna traición, toma de las instalaciones de la Asamblea Nacional, públicos anuncios de allanamientos ilegítimos de inmunidades parlamentarias legítimas; la creciente serie de asilos diplomáticos, fugas fronterizas, acosos ruidosos a embajadas comprensivas con el gobierno, reticentes con la oposición, alarmas aparatosas de explosivos que nunca aparecen, todos esos hechos dan igual, son parecidos. Gritos en la oscuridad.

En tiempos pasados los esclavos tenían terror de los patrones dueños, señores y abusadores, de sus capataces tan crueles con el negraje como serviles con los amos. Pero estos, a su vez, tenían miedo de la masa de servidores humillados, temor a cualquier locura, más aprensión los caporales, ejecutores de los principales salvajismos, convivían con los sometidos encadenados, sabían bien en caso de una remota, pero posible, explosión de rebeldía, serían los primeros en morir, nuestra novelística está llena de ejemplos.

Sigue pasando, solo que ahora los amos no son aristócratas sino políticos y generales, los capataces no son peones mejorados sino activistas partidistas, grados medios del llamado “partido militar” y las cosechas de los esclavos, no son tales sino trabajadores, técnicos, no son hojas de tabaco ni granos de maíz, sino salarios miserables, hambre, desabastecimiento, muerte por falta de medicinas o de alimentos, angustia, humillación por la inseguridad, rencor contra los uniformados que antes admiraban y veían con devoción de esperanzados, bolsas de basura como tesoros de comida. En esta hacienda castrista, comunista y socialista permanecer es resignación e impotencia, escapar es la nueva esperanza.

Los amos y capataces insomnes gritan en la oscuridad porque tienen sospecha, desasosiego, el 30-A las grandes multitudes apenas asomaron la cara para ver qué estaba pasando, curiosidad natural, pero no salieron con banderas desplegadas. No asistieron, no hubo apoyo contundente a un Guaidó desconcertado y López de mirada nerviosa, pero mucho menos respaldo al gobierno.

En la época de la electrónica, comunicaciones satelitales, cuando se pueden tener videoconferencias por Internet simultáneas desde los cuatro extremos del mundo, los pastores del socialismo del siglo XXI solo salen a aullarle a la luna, vociferar en la penumbra. Todo, mientras amos de los imperios de verdad, Moscú -más bulla que cabuya, pero con un zar Putin y astuto-, Pekín y Washington, discuten entre ellos para decidir quién se queda con cuál pedazo, se comprometen cada uno -tienen el poder para hacerlo- respetar acreencias, mientras conversan sobre otros temas más importantes, o menos, pero que interesan más.

Tanto si había un artefacto explosivo en las instalaciones parlamentarias, como si no lo había, algunos diputados deben irse, pero el gobierno pierde. Es como el que tiene cáncer de pulmón, se fuma unos cigarrillos más, o cirrosis hepática y se echa unos tragos con amigos en el bar habitual.

Es pan para hoy en la mañana, hambre para este mediodía. Gritos en la oscuridad, errores de estrategia, convertir a políticos más o menos poco impactantes, adjetivadores de micrófonos, en héroes y mártires de la noche a la mañana.

@ArmandoMartini


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