El reciente retiro del excelentísimo embajador del Reino de España ante nuestro país declarándole “persona non grata”, confirma una práctica ya manifestada con otros embajadores como son los casos de los representantes de Estados Unidos de América, Brasil, Canadá; por esa razón u otras similares hoy la representación diplomática de países como Argentina, Chile, Uruguay, Perú están en cabeza de encargados de negocio o primer secretario correspondiente.

Claramente, se revela una actitud hostil e intolerante con todo gobierno que juzgue negativamente la gestión roja rojita del PSUV y su prédica del socialismo del siglo XXI.

“Persona non grata”, tomado del latín, para señalar a una persona no agradable o no reconocida, es utilizado para expresar oficialmente desaprobación del comportamiento de alguien.

Es lamentable que la intransigencia del extremismo populista esté aislando al país del mundo, otro eslabón de la cadena intolerable de errores del régimen narcotiránico que busca apoyo en figuras internacionales que no representan a sus países ni sus gobiernos y que gozan más del rechazo en sus pueblos que respeto o admiración.

La suplantación de la legítima representación no debe ni tiene sustitutos, los gobiernos serios asumen la actividad diplomática con formalidad, por ello algunos cancilleres no se prestaron a la pretendida negociación que al final fue dignamente rechazada por los testigos internacionales y claramente denunciada por nuestra delegación democrática. Solo el gobierno y sus cómplices se atrevieron a protestar el rotundo fracaso.

La comunidad internacional viene madurando y confirmando la característica fundamental de la tiranía venezolana. La ratificación del irrespeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos a nuestra Constitución y a las instituciones republicanas generan tal rechazo que hoy la verdadera “persona non grata” es Nicolás Maduro, quien hasta ahora esquiva las sanciones y reza para que la investigación preliminar de la Corte Penal Internacional no encuentre causa para enjuiciarle, aunque le darían todo el beneficio del debido proceso y la defensa, pero como bien sabemos por las declaraciones de Luisa Ortega, la otrora fiscal general, su aporte de pruebas incriminatorias parecen asegurar que también los gerifaltes deben temer a esta señora.

Gratas o no, las personas que formaron los tercios rojos rojitos del narcorrégimen hoy contribuyen a la formación de lo que muchos aprecian como el estertor de la tiranía y han pasado de un adjetivo al opuesto. En la actualidad, los gratos son sus ingratos y para nosotros lo contrario; así es la vida y la tortilla tiene dos caras y se le da vuelta.


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