Hoy, 15 de septiembre, se están cumpliendo tres años de la ausencia física de mi amado maestro Elio Gómez Grillo, padre del penitenciarismo contemporáneo en Venezuela y quien, a pesar de no tenerlo con nosotros presencialmente, nos dejó un importante legado que, de cumplirse como él lo diseñó, nuestro sistema penitenciario sería diferente y no el gran desastre que hoy se vive en nuestras cárceles. Hoy dedico mis líneas a la figura de este gran venezolano.

Tres grandes penitenciaristas ha tenido Venezuela a lo largo de su historia; el primero, Francisco de Miranda, y aunque pocos conocen esta faceta del generalísimo, fue el que diseñó el sistema penitenciario de países europeos como Dinamarca, aún vigente es ese país; Tulio Chiossone siguió los pasos de Miranda y fue el encargado de diseñar el sistema penitenciario venezolano en la era posgomecista, y gran parte de su obra sigue aún vigente; por último, Elio Gómez Grillo, que transformó y le dio el valor que merece a ser penitenciarista y lograr que el funcionamiento del sistema penitenciario tuviera rango constitucional.

Elio Gómez Grillo nació en Maracaibo el de octubre de 1924, aunque su infancia transcurre en su amada Maiquetía, en el estado Vargas; fue abogado, criminólogo, penitenciarista y profesor universitario. En 1949 egresó como profesor de educación secundaria y normal del Instituto Pedagógico de Caracas, mención Filosofía, Castellano y Literatura, formando parte de la promoción Juan Vicente González. Estudió Derecho en la Universidad Central de Venezuela, donde se graduó en 1954 como miembro de la promoción Rafael Pizani; hizo posgrados en Ciencias Penales y Criminológicas en la Universidad Católica Andrés Bello y posteriormente estudió en la Sorbona de París y en la Universidad Degli Studi di Roma, y obtuvo la mención summa cum laude, en la misma especialidad.

Desde los 20 años se dedicó a la docencia, iniciándose en los institutos educativos caraqueños como el Liceo Santa María, el Colegio Las Acacias, el Santa Cecilia, el Fermín Toro, el Alcázar, el Instituto San Pablo, también en Mérida en la Unidad Educativa Libertador, para alternar sus estudios de Derecho en la Universidad de los Andes. También durante muchos años ejerció la Jefatura del Departamento de Pedagogía del Instituto Pedagógico de Caracas. En la Universidad Central de Venezuela, de 1958 a 1980 ejerció la cátedra de Derecho Penal Especial, egresó como profesor titular y fue durante casi 20 años su director de Cultura.

El 3 de febrero de 1992 fundó, acompañado de grandes figuras del mundo académico venezolano y otros grandes conocedores del mundo penitenciario, el único instituto universitario de Latinoamérica y de los pocos del mundo, para esa época, en formar a profesionales universitarios en el área del penitenciarismo de naturaleza civil, el Instituto Universitario Nacional de Estudios Penitenciarios (Iunep) su gran obra, hoy cerrado por los destructores de su obra.

En el año 1999 fue designado miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, encargada de la elaboración de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.

Gómez Grillo nos deja dos importantes obras, la primera es la profesionalización del personal de prisiones, darles a los penitenciaristas rango universitario con una debida formación como educadores para poder trabajar en la reeducación y reinserción social de los seres humanos que se encuentran en prisión, alejándose del criterio de policías represores de presos, que siempre han imperado en nuestro país. Su otra gran obra la incorporación en la Constitución Nacional de un artículo, el 272, donde se fijan las bases de cómo debe funcionar y ser el sistema penitenciario venezolano.

Lamentablemente, el legado del maestro Gómez Grillo no ha sido tomado en cuenta, su adorado Iunep fue cerrado y absorbido por la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES) dejando de lado la formación de educadores que puedan redimir a los encarcelados, para convertirlo en un simple formador de policías de cárceles. Una gran prueba del fracaso de la formación de penitenciaristas en la UNES es la cantidad de denuncias por tratos crueles, inhumanos y degradantes a los privados de libertad por parte de estos cabos de presos inspirados en la época gomecista. Gómez Grillo siempre pensó que la formación de penitenciaristas, en caso de no existir el Iunep, era en el Pedagógico, pues lo que se busca es formar educadores y no policías de presos.

Igualmente, lo que logró que quedara plasmado en la Constitución Nacional sobre el sistema penitenciario, uno de los más importantes avances en la materia, que sería la solución al caos que se vive en las cárceles, cuestión que ha quedado en el olvido y podemos decir con propiedad que el artículo 272 de nuestra carta magna es letra muerta; a pesar de que nos quieran hacer creer que se cumple plenamente, no es más que mentiras.

Quiero terminar este pequeño homenaje a mi maestro con unas líneas de su último libro Prosa de prisa para presos, donde deja claramente expresado lo que es ser un penitenciarista: «El penitenciarismo es, sencillamente, una alianza de filosofía y de ciencia y también de humanidad y misericordia. No es un oficio de salón, no disfruta de tribunas ni de escenarios para exhibiciones frívolas, no sirve para cautivar amistades exquisitas ni para obtener riquezas materiales. Se ejerce en rincones oscuros y humildes y se trabaja con hombres oscuros y humildes. Los penitenciaristas somos los albaceas de los vencidos en un mundo de triunfadores (…) A los penitenciaristas se nos dice una y otra vez que somos cultores de una causa perdida. Tenemos que responder que, después de todo, somos caballeros, y que el no llegar nunca es justamente lo que nos hace más grandes”.

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