Rememoro como ejemplo, inevitable, y aun cuando no quiera desviar la atención de nuestra presente y específica realidad venezolana, aquellos momentos de vacilación de miembros del gobierno de coalición nombrado para enfrentar la emergencia e inminente invasión nazi a Gran Bretaña.

Bajo la llamada política de apaciguamiento a Hitler presionaban al recién designado primer ministro Winston Churchill, desde las filas del determinante Partido Conservador con Arthur Neville Chamberlain, ex primer ministro precedente, e “influenciador”  clave de la coalición. Contemplaban la posibilidad de negociar un tratado con Hitler para evitar enfrentar la guerra contra Alemania, que ya había invadido y dominaba Francia. 

Recurrimos a la historia en horas aciagas y de dolor profundo en que la nación venezolana se resiente, ante un régimen demoníaco, en orfandad por la inexistencia de una dirigencia partidista unida y fehaciente. 

Hemos requerido, y adolecido evidentemente, de una dirigencia compacta que tenga clara idea de la emergencia nacional; lo que la hubiera llevado a una unidad superior de propósitos, organización y coalición de luchadores, y aliados, necesaria para enfrentar la tiranía y liberar a Venezuela.                     Expectante, en un círculo vicioso, de alegar no contar con la disposición de los recursos necesarios para otro tipo de lucha, dice que hace cuanto puede por los “medios políticos que le son propios” o  son “los que sabe y puede manejar”. 

Es solo una porción de la dirigencia partidista, como nos lo demuestran con su desempeño parlamentario y demás, que no han asimilado, ni parecen demasiado interesados en reconocer la crudeza de la realidad existente, para enfrentar por otros medios la narcotiranía, cuyo peso el pueblo si ha cargado sobre sus hombros, junto con los ataúdes de nuestros jóvenes mártires, bajo la frustración de una vacilante dirección.

Aquella que consideraban posición correcta, y se entendió se esgrimía de buena fe, como la más conveniente en las trágicas circunstancias de la amenazante invasión nazi, el 4 de junio de 1940 Winston Churchill le dio respuesta desde su propia conciencia e interpretando el sentir de las grandes mayorías de su nación británica. Expresó en memorable discurso frente al hasta entonces dubitativo Parlamento, para así marcar la pauta final y curso de definida y decidida acción: “….cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, nunca nos rendiremos…”.

Nuestros hermanos venezolanos encarcelados, torturados, y expuestos, una y otra vez, a que dicha realidad les escupa la cara, han perdido la credibilidad en esa parte de la dirigencia partidista. La inseguridad, hambruna y escasez de todo tipo impulsan la opción de hacer maletas para procurarse familiarmente una solución para la subsistencia en otros suelos, como alternativa real para cada vez más y más migrantes venezolanos.

Mientras miles y miles de familias de buenos venezolanos salen del país, la invasión castrista se mantiene y profundiza. Se anuncia la llegada de más contingentes de “médicos cubanos” que saldrán de Brasil, por definición anticastrista del nuevo gobierno del presidente electo de ese país hermano, Jair Bolsonaro. 

El reto de nuestra liberación de la tiranía nos coloca frente a la historia en inevitable e indispensable constitución de un gobierno de emergencia nacional para salvar nuestras familias, nuestra nación, nuestra patria.

El objetivo primario al nombrar un gobierno de emergencia es para definir la unidad de comando. Unidad superior de propósitos, organización y coordinación de esfuerzos para la definición estratégica final de planes y administración de recursos, para la liberación de nuestra Venezuela. 

La actual dominación existente en nuestro territorio, perpetrada por un conjunto de fuerzas de invasión, con traidores internos y actores externos,  es la protagonista del genocidio y responsable de la más profunda crisis humanitaria que acontece en el mundo de hoy, en pleno siglo XXI.

Tal dominación en una alianza contranatura del castrismo cubano con una cúpula militar dizque venezolana, comprada y entregada a la perversión del lujo, la lujuria, con políticos arrastrados de una reducida clase traidora. Estos deben saber que les llega el tiempo de pagar sus crímenes. 

Desde el influjo del recuerdo del viejo e irreductible Londres de Churchill, con su preclaro verbo en el mencionado discurso que sentencia:  “ … e incluso si, cosa que por el momento no creo que suceda, esta isla o una gran parte de ella fuera subyugada y estuviera hambrienta, entonces nuestro Imperio más allá de los mares, armado y protegido por la flota británica, cargaría con el peso de la resistencia, hasta que, cuando sea la voluntad de Dios, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, avance al rescate y a la liberación del Viejo”.

Nosotros, desde nuestro ejemplo libertario e irreductible del primer libertador Francisco de Miranda, no esperemos ni de Londres, ni de Paris ni de Washington lo que nosotros debemos hacer por nuestra nación y por nosotros mismos. Sin embargo, sabemos que la humanidad en sus dilemas existenciales al final siempre se desplaza en tiempo y espacio como una sola. ¡Dejemos entonces a las voluntades nacionales de estos posibles aliados del viejo y nuevo mundo venir en nuestro auxilio en su momento, si fuere necesario! Preparémonos con nuestro gobierno de emergencia nacional para gritar con fuerza: “Muera la tiranía viva la libertad”.

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