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El análisis de las relaciones entre territorios, procesos políticos y poder en cualquier escala espacial es una cuestión eminentemente geopolítica.

La geopolítica, vista como recurso instrumental para comprender la configuración geográfica del mundo, ayuda a determinar acontecimientos históricos, la relación geografía y Estados, así como la compleja interdependencia entre las fuerzas que rigen el mundo. Y un agregado, que si bien es poco conocido en el análisis geopolítico, forma parte de los acontecimientos de la transformación económica y geoestratégica del mundo: lo que Kissinger llamó el Orden Mundial, que definió al decir que“…no se trata de una entidad monolítica ni una consecuencia de las habilidades políticas, sino de un instrumento histórico y cultural modelado por el carácter y la experiencia de pueblos específicos. Es un descendiente del sistema Westfaliano desarrollado en el siglo XVII en Europa como respuesta a la violencia brutal de la Guerra de los Treinta Años”.

Llama la atención que Kissinger añade que el Orden Mundial es modelado por el carácter y experiencia de los pueblos, pero hay que agregar que “…la problemática del campo de las relaciones internacionales a través de los años ha sido encontrar la forma de minimizar el conflicto y maximizar la cooperación de manera de mantener un sentido de orden en un sistema descentralizado de Estados soberanos” (Rochester 1993:9).

Queda claro que geopolítica y Orden Mundial son conceptos muy importantes a la hora de entender los cambios que se originan en el mundo. La idea de Orden Mundial de acuerdo con Rochester (1993) tiene que ver con el manejo del poder (hegemonía, equilibrio, concierto), el desarrollo e implementación de reglas formales (leyes internacionales) y la creación de organizaciones internacionales.

Ya explícitos los dos conceptos, ¿qué es lo que realmente está pasando en Venezuela?, ¿cómo los acontecimientos que se han desarrollado en dos semanas han afectado la configuración geopolítica del mundo?, ¿es necesario un nuevo Orden Mundial que ponga fin a los regímenes totalitarios en los países occidentales del subcontinente suramericano? Para contestar estas interrogantes hay que revisar un poco la historia. Venezuela tiene una vida republicana de poco más dos siglos; el origen del ideal republicano tiene base en principios fundamentados en la democracia y la libertad (originariamente en ideales de la revolución industrial inglesa, la independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa), por tanto, Venezuela tiene su génesis republicana en ideales de países occidentales.

De allí que en el orden geográfico el contexto occidental del mundo ha brindado su apoyo al cambio político que se está dando en Venezuela. Este país destacó en el siglo XX por ser una democracia sólida y aliada del concierto de las naciones occidentales; vale recordar que Venezuela respaldó política y geopolíticamente a los países aliados de la Segunda Guerra Mundial, apoyó la creación del Estado de Israel, se alineó con Estados Unidos en la crisis de los misiles de Cuba ante la presencia soviética en la isla comunista de los Castro y fue un país afecto a los cambios democráticos necesarios para América Latina.

El siglo XX fue un período en el que Venezuela destacó a nivel energético, político y económico en el marco internacional; sus principales socios comerciales han sido países europeos y especialmente Estados Unidos. Venezuela sobresalió por su respeto a los derechos humanos y respaldo a la causa democrática del mundo. Por tal razón, es visible que los países occidentales estén brindando su apoyo al país, no es mero capricho que las democracias occidentales estén del lado de la libertad de Venezuela, más que un bien es un compromiso histórico y una necesidad hemisférica que la Unión Europea, Canadá, países de Europa Oriental como Ucrania y los países Bálticos, además de Australia, Israel y Estados Unidos brinden su apoyo al cambio de régimen en Venezuela.

Durante 20 años el país estuvo en manos de un régimen socialista opresor y violador de los derechos humanos, que ha llevado a nuestra sociedad a niveles inaceptables de pobreza, malnutrición, éxodo forzado y caos económico, e incluso, trató de redireccionar la política exterior hacia países con los que no se han tenido relaciones históricas destacables a nivel cultural y comercial. En la figura Nº 1, el mapa de la posición de cada país frente a Venezuela, se observa que el régimen socialista únicamente recibe apoyo de gobiernos autoritarios y cuyas políticas no son nada ejemplares. Rusia, China, Siria, Cuba, Nicaragua, Irán y Bolivia se definen como regímenes autoritarios, violadores sistemáticos de los derechos humanos.

En ese escenario, no se trata de que Occidente se inmiscuya en asuntos de Venezuela; se trata, tal como lo define el concepto de Orden Mundial de Rochester (1993), de que las relaciones internacionales busca encontrar la forma de minimizar el conflicto y maximizar la cooperación. Kissinger (2014) agrega, además, que el Orden Mundial funge como instrumento histórico y cultural modelado por el carácter y experiencia de los pueblos. Por ello, en los actuales momentos la sociedad venezolana intenta una búsqueda orientada a la recuperación de su democracia. De allí, entonces, deriva el marcado interés de países democráticos de no apoyar más al régimen socialista que ha querido llevar a la población de Venezuela a los niveles más bajos de la dignidad humana. La sociedad venezolana ha demostrado al mundo que no le agrada el socialismo; hablar de socialismo es sinónimo de atraso, pobreza, hambre, escasez y dolor, esa es una realidad vivida por los venezolanos bajo la imposición de ideas ajenas a la historia republicana. Democracia y libertad para Venezuela es apoyar el derecho a la vida, el trabajo, la seguridad, la propiedad, la salud, la felicidad y el futuro.

Esa es la causa real para entender y aceptar que el Estado venezolano necesita virar su posición en el mundo del lobby de los países democráticos occidentales. Debe alinear su futuro en el marco del Orden Mundial próspero y desarrollado. No es un asunto de ideología, es una tarea histórica y humana reconocernos como nación democrática, próspera y vital para configurar una geografía latinoamericana por la libertad y la democracia, causa importante para cohesionar junto a Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Panamá el renacer de un continente que busca progreso y continuidad en un mundo ordenado por los derechos humanos y el desarrollo.

Bibliografía

Kinssinger, H. 2014. World Order.

Rochester, L.M. 1993. Waiting for the Millennium: The United Nations and Future of World Order. Columbia, SC: University of South Carolina Press.

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@geodwuind


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