En estos primeros días de julio se cumple un nuevo aniversario de la creación de Gente del Petróleo, de hecho es su décimo séptimo aniversario, a punto de alcanzar la mayoría de edad. Aprovecho esta oportunidad para compartir la perspectiva personal de los hechos más resaltantes que nos tocó vivir dentro de Pdvsa, desde la propia llegada de Chávez y su supuesta revolución en 1999, la cual nos motivó a salir a la calle para defender principios y valores, y luego de esta lección de vida, fue evidente la necesidad de mantener una relación permanente de los trabajadores petroleros con el resto del país a través de Gente del Petróleo.

Los hechos ocurridos a principios de 2002 fueron la génesis de Gente del Petróleo. Internamente en Pdvsa se vivía un clima muy tenso. Hubo momentos en que para cruzar la avenida Libertador, si se portaba el carnet de Pdvsa, no faltaba quien nos insultase. El clima organizacional era muy complejo, pues desde la llegada de Chávez se presentó un conflicto entre el manejo de la industria como un negocio para maximizar la renta al accionista, es decir, a Venezuela, y la posición que él tenía de utilizar el petróleo como una herramienta política para la expansión de la supuesta revolución, el llamado socialismo del siglo XXI.

Algunos hechos nos sirven para demostrar el paradigma de Chávez, como por ejemplo el Acuerdo de Caracas generador de Petrocaribe y por supuesto el Convenio Integral de Cooperación con Cuba, un elemento clave para este diseño de uso político del petróleo, como dicen muchos, también impulsado desde La Habana a conveniencia de Fidel Castro.

Recuerdo que luego de una presentación en el Ministerio de Petróleo a la que asistió el viceministro Bernardo Álvarez y otros funcionarios de diversos ministerios y de entes del gobierno –en la que se detallaron las implicaciones del convenio y cómo afectaban a Pdvsa en su normativa comercial y legal, sobre todo porque la compañía no era un ente autorizado para recibir deuda soberana por venta de petróleo a otros países– Julio Montes, embajador de Venezuela en La Habana, se me acercó y me dijo: “Juan, está muy bien tu explicación. Tus puntos están claros, pero este convenio es una decisión política del presidente Chávez y del comandante Fidel Castro. A lo que le contesté que sería potestad del presidente Chávez establecer convenios con Cuba; sin embargo, nosotros teníamos la responsabilidad de salvaguardar el patrimonio de Pdvsa y cumplir con las normas.

Pero también ocurrieron otros hechos que continuaban reflejando el uso político del petróleo, como la influencia de Lula da Silva promoviendo negocios con Chávez y la tan famosa Odebrecht. Por esos hilos del poder se quería forzar que la empresa brasileña se convirtiera en un proveedor/contratista exclusivo de Pdvsa. De hecho, hizo una oferta de financiar compras y construcción de obras civiles a Pdvsa, bajo el supuesto de hacerlo sin intereses. Obviamente, esa propuesta fue rechazada con base en los argumentos técnicos, legales y financieros, así como la Ley de Contratación.

La lista continúa con el acuerdo de suministro a Nicaragua dentro del marco del Acuerdo de Caracas, y en donde la empresa Albanisa resulta ser el vehículo estructurado para no pagar ni un centavo del petróleo enviado.

Luego, recordemos las promesas para construir refinerías en cuanta gira hizo Chávez y el supuesto proyecto de estaciones de servicio de Pdvsa en la Argentina de Kirchner.

Pero también se vivía la presión diaria por parte de militares y de otros emisarios políticos cercanos a Chávez para hacerles ventas de cargamentos, directa o indirectamente, o por intermediarios. Cuando en Pdvsa la venta de crudo y productos obedecía a toda una normativa en la que los improvisados y las empresas de papel no tenían cabida.

No era algo inusual que se nombrara a un presidente de Pdvsa no proveniente del negocio petrolero. Había antecedentes como el general Alfonzo Ravard, Gustavo Roosen, Andrés Sosa Pietri. Lo inusual en aquellos momentos fueron los constantes cambios de junta directiva, primero con Roberto Mandini, luego Héctor Ciavaldini y después la entrada del general Guaicaipuro Lameda.

Inicialmente, observé la llegada del general Lameda como otro de los cambios para continuar con la estrategia de tomar el poder  de Pdvsa. Él venía de la Ocepre y siempre había sido muy crítico con los estimados de Petróleos de Venezuela y sus aportes. Pero resultó contrario a las intenciones de Chávez. Aun sin conocer el negocio petrolero, supo cómo rodearse y aceptar a la gente experta en su manejo, lo cual le brindaba una oportunidad excelente de ser exitoso en la gestión. De hecho, con el pasar de los meses, nos apoyó y supo ganarse el respeto de los trabajadores. Sin embargo, las presiones para seguir con el uso político del petróleo continuaron.

Pienso que un elemento clave para los eventos que sucedieron fue el tratamiento que se dio desde Pdvsa a la falta de pago de Cuba por el suministro. El resultado fue sustituir a la junta directiva del general Lameda porque defendió más los intereses nacionales en vez de los continuos chanchullos propuestos y autorizados por Chávez desde el ministerio, para mediante el uso de la contabilidad e ingeniería financiera manipular la deuda comercial de la isla.

En consecuencia Chávez nombra como directores externos a un grupo de personas, incluido Gastón Parra, críticas del manejo del negocio petrolero, marcadas la mayoría por un sesgo ideológico que se quedó en la era del comunismo soviético, y por supuesto enemigos de la meritocracia de Pdvsa. Para esta gente resultábamos una especie de quinta columna del imperio.

Por otro lado, designa a un grupo de ejecutivos de la industria petrolera que no contaba con los méritos para ocupar esas posiciones, ni las calificaciones correspondientes, ni el respeto del resto de los trabajadores. La palanca común entre los externos y los internos para ser nombrados en esa junta directiva habría sido su lealtad al movimiento político y de apoyo al régimen chavista, es decir, más política para el petróleo.

La reacción de los trabajadores no se hizo esperar y un primer comunicado en defensa de Pdvsa por parte de la alta gerencia de la empresa mostró su inconformidad con los nombramientos. El resto del personal, sobre todo la gerencia media, personal profesional, personal de apoyo, y los trabajadores sindicalizados, actuamos en consecuencia e hicimos un reclamo que llegó a las calles de todo el país. Un trabajo arduo para explicar en qué consistía la meritocracia y por qué rechazábamos la politización de Pdvsa al servicio de los intereses particulares de un gobierno. Ese choque de trenes con el apoyo de la sociedad generó una protesta ciudadana multitudinaria. Por cierto, difiero de aquellos que han argumentado como si lo ocurrido en esos primeros meses de 2002 con respecto a Pdvsa fue un plan preconcebido de Chávez.

Ese movimiento ciudadano mostró su fuerza el 11 de abril, cuando la mayor y más multitudinaria concentración que se recuerde, con el espíritu libertario, con la bandera, con sus hijos, marchaba hacia Miraflores para reclamar la salida de Chávez. Los hechos que ocurrieron en esos momentos tuvieron graves consecuencias, como la pérdida de vida de venezolanos. Vivimos los errores políticos de no saber gerenciar el momento. No obstante, Chávez abandonó el poder, al menos temporalmente.

Del 12 de abril de 2002 recuerdo la llegada a Pdvsa, cómo se sentía un ambiente de euforia y a la vez de calma. En el auditorio del edificio de La Campiña se dijeron palabras por los que habíamos  estado, gracias a la Providencia, más activos en los medios de comunicación. La sensación de logro era inesperada, no fácil de manejar. Sin embargo, para muchos de nosotros era una necesidad volver a conectar con la gente, contar con una página nueva para el encuentro de los venezolanos.

Por esa necesidad organizamos un acto en Chuao, en la Plaza de la Meritocracia, un evento de agradecimiento y de reflexión con los representantes de los diferentes credos en Venezuela. Era un momento para mostrar la necesidad de dejar de lado  las razones que nos dividían, encontrarnos todos de nuevo sin la separación promovida desde Miraflores. También, la necesidad de tomar en cuenta la dolorosa lección aprendida, de hacer una oración por todos aquellos que dieron su vida por una mejor Venezuela, y por todos nosotros con la responsabilidad de continuar el viaje, para de verdad hacer posible ese país de oportunidades para todos.

En ese acto se anunció la confirmación de la junta directiva que presidia el general Lameda, por parte del gobierno de Pedro Carmona.

El general Lameda, quien se encontraba entre los presentes para el momento de oración y reflexión, se dirigió a la gente allí congregada. No recuerdo si fue antes o después de sus palabras, pero como muestra de agradecimiento a la sociedad que tanto nos apoyó por defender la meritocracia y rechazar la politización de Pdvsa, hice  el compromiso en nombre de mis compañeros de tener un relación continua y permanente de los trabajadores de la industria petrolera con el resto del país, no volveríamos a estar sin esa conexión con el resto de la sociedad, para dar a conocer el negocio, su gestión, sus resultados y mantenernos vinculados como ciudadanos con el país. Desde ese momento hasta el 3 de julio de ese año se trabajó con la colaboración de muchas personas en los estatutos de la hoy en día Gente del Petróleo, para hacer realidad el compromiso adquirido con la sociedad civil. El nombre salió por la decisión mayoritaria de una asamblea de trabajadores que eligieron el nombre: Gente del Petróleo.

No tengo duda sobre el punto de inflexión que marcó y sigue marcando en la sociedad venezolana la Gente del Petróleo, que se reconoce por sus principios: la perseverancia, la dedicación, el apoyo, siempre en función del interés común y aun a pesar de las adversidades.

Hoy, con la esperanza de un proceso de cambio, sigue la Gente del Petróleo aportando para rescatar el negocio petrolero, unos desde Venezuela y otros desde la diáspora. Siempre con el propósito primario de lograr el país que nos merecemos todos. Ni un paso atrás.

@JFernandeznupa


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