Nadie quería poner los muertos y estos aparecieron. Durante 18 años glorificaron golpes de estado, impunidades, descalificaciones, persecuciones y emergió la violencia como forma de controlar la sociedad, se esmeraron en mezclar necesidad y odio. Ahora añoran la paz. Todos la deseamos, pero pocos se ven interesados en ella. El gobierno necesita la conflictividad para mostrar su músculo de poder, porque piensa que estos acontecimientos se parecen a los sucedidos en abril de 2002 y los ayudarán a consolidar aún más su proyecto revolucionario. Error, qué miopía política. Venezuela es otra, el hambre, la miseria y la destrucción es mayor, además, se ha comprobado que el socialismo del siglo XXI ha sido una pérdida de tiempo y dinero para la nación.

Los venezolanos para huir de la realidad impuesta por la revolución, buscaban realizar sus sueños a través de la salida de emergencia, porque la ignorancia enciclopédica mostrada por los bolivarianos, vendiendo durante estos años una verdad sin contenido, oscura y sin futuro, llegó a su fin.

Pero se olvidaron, que a pesar de la elasticidad en los recuerdos, la memoria a la larga se convierte en un juego violento, en el que en ocasiones el silencio hace ruido. Sin embargo, seguían enfrascados en alterar la realidad con falsedades, desestimaron el infierno en que se convierte la historia. No tomaron en cuenta que los venezolanos caídos durante las protestas, se transformaron en mártires y convirtieron sus ideas en movimientos poderosos.

Construyeron una nación sobre rumores que no existen, de anhelos inalcanzables, epopeyas insólitas y héroes con glorias ridículas. La consecuencia, el momento que nos embarga a todos los que vivimos en este país. Donde lo natural era perder los bienes, los derechos, la vida. Convirtiendo la impunidad, la corrupción, la inflación, la escasez y la devaluación en sus obras más exitosas.

Sometieron al pueblo a privaciones, pero no tomaron en cuenta la desesperación contenida en cada ciudadano, porque lo que hicieron fue aguantar los problemas, no buscarle soluciones. No contaron que la población comenzaba a cuestionar, a comparar, a pensar sobre una verdad construida a través del engaño.

Ahora quieren reescribir la crónica de los últimos días, para cubrir su infamia, ya que el socialismo y la democracia no se mezclan. Lo más importante era acentuar una eterna ceguera, para profundizar la incapacidad para entender la realidad, usando el ruido de la ignorancia para ocultar la verdad.

El existir en este país, se convirtió en un continuo reproche, una denuncia contra los sueños caducados, transformando la vida de cada individuo en la búsqueda de cosas que no han llegado y que no encontrará. Cada persona se ha dado cuenta de la inutilidad que han convertido a la patria. Esa manera de gobernar sin dejar alternativas, convirtiendo esa ideología barata del siglo XXI en reflexiones inútiles. En su perorata revolucionaria, le han dado más valor a la ignorancia que a la preparación, a la disciplina, a la educación, al estudio, a la moral y el respeto. Se dedicaron con ahínco en acabar con cualquier expectativa de progreso y futuro para la patria. Desprecian la academia, lo que importa es el dinero, a cualquier costo, sin importar las consecuencias.

Solo en este país, el gobierno se esmera en hacer ricos a un grupo privilegiado, sin importar matar de hambre al resto de la sociedad. Ahora es el momento de los venezolanos, ya que nos ampara la razón y la verdad, para vencer el miedo y así, pasar la página de la revolución, para que sea sepultada en el olvido histórico. Todos, con esfuerzo y pasión, estamos comprometidos en la difícil tarea de reconciliarnos en paz, para la construcción y el desarrollo de Venezuela.


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