La fuga de un preso nunca es buena y útil para la sociedad, cuando se trata de delincuentes y malhechores, que por cierto, en este régimen hay como arena de playa. Arroz no se consigue. Pero esta de Antonio Ledezma, aparte de justificada y audaz, está impregnada del natural derecho a la libertad, y más aún cuando le ha sido arrebatada injustamente, y solo por un capricho malsano de un régimen que decidió gobernar al país y relacionarse con los ciudadanos de espaldas a la Constitución y al Estado de Derecho. Aunque digan lo contrario.

Donde estuvo Antonio, y están otros presos políticos, debieran estar, desde hace tiempo, muchos o casi todos los funcionarios y ex funcionarios del régimen, sobre todo los de Petróleos de Venezuela, a juzgar por las “eficientes actuaciones e investigaciones” del fiscal amigo y defensor del régimen. Y lo que uno ve a diario con asombro inusitado, cada vez más. En ese sentido, necesario es salirle al paso a cierta gente, medios y redes, que ya han empezado a comentar y desmeritar de la acción ejecutada por Antonio Ledezma, en el sentido de decir y afirmar, sin sustento alguno, que todo estaba “cuadrado” con el gobierno. Habrase visto mayor imbecilidad y estrechez mental en esos sesudos analistas y críticos de lo que es y lo que no es. ¿Qué querían? ¿Que se quedara de brazos cruzados hasta que el régimen hiciera con él lo que le diera la gana, más de lo que ya habían hecho; tal como siguen haciendo con muchos otros presos políticos?

Antonio Ledezma nos es más útil en libertad, que preso como trofeo de estos bandoleros. Haciendo lo que tiene que hacer un político comprometido con su conciencia y su país, Ledezma ha dado demostraciones a los venezolanos de que es un político serio, con experiencia administrativa y de gobierno, austero, que habla claro y raspado. No tiene poses oportunistas, ni adulantes. Ha tenido y mantiene una actitud y posturas valientes y sensatas, con lo cual se ha ganado adversarios y enemigos.

Pero más allá de la banalidad con la que se analiza su fuga, y el aderezo simplón y necio de sus detractores, habladores de pendejadas y necedades de oficio, lo verdaderamente sustantivo y medular es que Antonio Ledezma es más útil en libertad que preso, y lo es más porque tiene las suficientes credenciales políticas para iniciar en el exterior su peregrinaje en pro de nuestra democracia. Y tiene algo que en política se ha perdido, que es la credibilidad. La cartilla que Antonio Ledezma, ex gobernador de Caracas, le leyó a la MUD, todavía retumba en el ambiente por su claridad, contundencia y valentía.

De manera que no hay la menor duda de que el hecho de haberse fugado en las narices de sus custodios demuestra una vez más la ineptitud del régimen para todo, incluso para que los presos se fuguen, a lo cual tienen derecho si no han cometido ningún ilícito penal; y además, viéndolo desde una perspectiva meramente práctica, es sin duda la fuga útil, por lo que representa y los efectos demoledores que causará a nivel internacional al mandamás de Miraflores.

Vista así, y no hay otra como verla, esta fuga fue espectacular, tanto por quien se fue como por sus repercusiones y resultados a nivel mundial en pro de la democracia perdida. Porque verdad es que ya nuestra tragedia le incumbe al mundo.

La prisión de Antonio Ledezma, como la de muchísimas otras personas que este desgobierno ha encarcelado por pensar distinto, enfrentarlo o distanciarse no difiere de las dictaduras formales del pasado reciente de nuestro continente y más allá. Así que dejen la necedad y elucubraciones con la fuga de Antonio Ledezma, ex alcalde de Caracas, porque él hizo lo que cualquiera de nosotros hubiese hecho en su situación. Y finalmente, ¿dónde es más útil Antonio Ledezma, políticamente hablando, en su casa o en el exterior abogando por nuestra democracia, confirmando la tragedia y dolor que aquí nos impuso el gobierno? ¿Afuera, verdad…?


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