Al momento de escribir este artículo es lunes 14 de enero y Nicolás Maduro está en cadena nacional con su perorata de ficción de costumbre, refiriéndose a un país que no existe: sin hiperinflación, sin depresión económica, sin escasez, sin emergencia humanitaria, sin desigualdad, con pleno empleo, con los servicios básicos en óptimo funcionamiento, sin crimen y sin corrupción. Uno se pregunta, si todo está tan bien aquí en Venezuela, ¿por qué los venezolanos están huyendo y migrando hacia otros países?

Un aspecto que ha hecho mella intensa en la legitimidad social del gobierno de Nicolás Maduro es la migración venezolana a otros países del mundo. De hecho, constituye un evento extraordinariamente notorio en los ojos, los oídos y el bolsillo de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur por sus siglas en español y UNHCR por sus cifras en inglés), el organismo encargado de proteger a los refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos, y promover soluciones duraderas a su situación, mediante el reasentamiento voluntario en su país de origen o en el de acogida.

Según lo define al artículo 1A del acuerdo de la ONU, del 28 de julio de 1951, un refugiado es aquella persona que «teniendo un temor bien fundado de ser perseguido por razones de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular, u opinión política, está fuera de su país, de su nacionalidad y está inhabilitado o, a causa de este miedo, no quiere optar por la protección de este país».

Según la publicación titulada Stocks of Venezuelan population in the region, fechada el 31 de octubre de 2018 y disponible en el portal de data operacional de Acnur (https://data2.unhcr.org/en/documents/details/67311), para esa fecha había 2.369.400 refugiados distribuidos en 17 países latinoamericanos y del Caribe. Estos refugiados así como las competencias de la Acnur, han dado origen al llamado «Plan de respuesta regional a refugiados y migrantes enero-diciembre 2019», también disponible en el portal mencionado (https://data2.unhcr.org/es/documents/download/67282).

Dicho plan proyectó un número de refugiados y de migrantes venezolanos de 3.314.195 para diciembre de 2018 y de 5.384.876 para diciembre de 2019. Tal cantidad de refugiados, actual y esperada, significa un plan de atención con un costo de 738 millones de dólares y cuya mayor participación en términos porcentuales va a Colombia (43%), Ecuador (16%), Perú (14%) y Brasil (8%). En términos de actividades, la participación porcentual mayoritaria va hacia la emergencia directa (45%), la integración socio-económica y cultural (30%), la protección (14%) y el fortalecimiento de la capacidad receptora del gobierno anfitrión (9%).

El caso es que me ha interesado saber si nuestros refugiados y migrantes han tomado una buena decisión al seleccionar un determinado país como destino final. A fin de calificar tal decisión, he utilizado los seis indicadores de buen gobierno del Banco Mundial (voz y rendición de cuentas, estabilidad política y ausencia de violencia, efectividad del gobierno, calidad del marco regulatorio, Estado de Derecho y control de la corrupción) más recientemente publicados y correspondientes al año 2017.

Tomé el promedio de los 6 indicadores para cada año (desde 1996 hasta 2017) y para cada uno de los 17 países de la primera publicación de Acnur mencionada líneas arriba. Con tal serie de tiempo, hallé el valor de la pendiente de la recta que describe la relación entre el promedio de los 6 indicadores (eje Y) y el año (eje X) para cada país. Una vez obtenida dicha pendiente para cada uno de los 17 países, los dividí en 2 grupos: aquellos con pendiente positiva en donde el promedio de los 6 indicadores de buen gobierno viene mejorando y aquellos con pendiente negativa en donde el mencionado promedio viene desmejorando.

Así obtuve que, de la cifra de 2.369.400 refugiados y migrantes para octubre de 2018, el 67% se ha ido a países cuyo promedio de indicadores de buen gobierno viene mejorando (pendiente positiva). Sin embargo, el restante 33%, y por el contrario, se fue a países en donde tal promedio viene desmejorando. En palabras más llanas: un tercio de los venezolanos se han ido a países cuya situación está desmejorando, vista la situación desde la perspectiva de indicadores de buen gobierno. Lo anterior y la posibilidad no descartable de xenofobia, hace todavía más dramática la situación. Aclaro que no menciono los países por razones de respeto y agradecimiento.

El caso es que la cifra de refugiados y migrantes a octubre de 2018 y la proyectada para diciembre de 2019 y el hecho de que 33% de los refugiados y migrantes se ha ido a países con desmejoras en indicadores de buen gobierno, constituye una preocupación fundamental que bien justifica la cifra de 738 millones de dólares mencionada y explica que 30% de la misma vaya al ítem “integración socio-económica y cultural”.

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