Si no bastaran las muestras de terror acumuladas durante dos décadas que evidencian el grado de psicopatía alcanzado por el resentimiento cuando proviene de enfermos mentales graves disfrazados con uniformes militares y siglas partidistas, la sola instalación de guarimbas en los puentes fronterizos que deslindan a Venezuela de Colombia, a fin de impedir la ayuda humanitaria foránea que alivie los sufrimientos de la población más necesitada, ya es más que suficiente prueba del imperdonable delito de lesa humanidad global.

Los organismos internacionales de sustrato religioso y político que aún se atrevan a solicitar diálogo con semejantes mentes bestiales y sigan repitiendo en frases hechas su “preocupación” impidiendo la solución humanitaria militarmente resguardada, estarán consolidando el asesino fascismo regional y acaso planetario a toda regla, pues no existe argumento racional que pueda justificar una conducta igual o semejante. Se dialoga, se pacta, se compromete, cuando ambas partes en conflicto pertenecen a una línea clara definitoria y que tiene un solo nombre: pertenecen a la gente de condición humana.

El régimen castrochavista siguiendo la línea de los fascismos que mediante otras etiquetas han signado con su criminalidad genética la historia mundial a lo largo y ancho del globo terrestre, a saber, jefaturas, caciquismos, reinos, imperios y tiranías, ya no tiene posibilidad alguna de convenios decentes a niveles lógicos de diplomacia verdadera. Cruzó la raya ensangrentada de lo soportable y admisible.

Si ocurriera que por consejos estratégicos del sovietismo cubano, del islamismo iraní, del frío cálculo chino, de la injerencia turca, se simula una mesa de transición en pacto con la criminal barbarie incrustada en territorio venezolano, pues los grupos terroristas y paramilitares colombianos, Hezbolá y tantos grupetes de la delincuencia organizada son un armado Estado dentro del frágil Estado civilista, si se diera esa circunstancia tramposa, se daría al traste definitivo con el esperanzado logro de la Asamblea Nacional legítima y legal que ya comienza a cosechar frutos.

Cosas bien sabidas pero resulta obligante que cada venezolano fije posición frente a esta situación límite. Quien calla otorga y también es culpable. Es la hora veinticinco, el regional Día D, el minuto cero.

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