El día lunes de la semana en curso se realizó el Congreso Nacional del FAVL. Ese evento es la culminación de un proceso congresual que incluyó la celebración de 24 congresos regionales.

El proyecto Frente Amplio comenzó a materializarse el año pasado cuando diversos sectores de la oposición democrática, organizaciones gremiales diversas, grupos de la sociedad civil organizada y personalidades democráticas llegaron a la conclusión –por demás acertada, en mi criterio– de que la mejor estrategia para resistir al régimen chavista (devenido en dictadura desde 2016) y contribuir a su desplazamiento es la constitución de una amplia convergencia de fuerzas políticas, sociales y ciudadanas que logre articular las luchas por las reivindicaciones sociales y ciudadanas con las políticas. La coincidencia fundamental es el rechazo al régimen y el compromiso con la restauración de la vigencia de la Constitución. Dentro de esos parámetros caben dentro del FAVL viejos y nuevos opositores al sistema imperante.

Construir una agrupación con tales características y objetivos no es fácil ni lo está resultando por más que la dramática y trágica situación por la que atraviesa Venezuela lo requiera y lo demande. Siempre estarán al acecho las naturales tendencias centrífugas propias de la diversidad de origen, visiones e intereses y aspiraciones (legítimos e ilegítimos) de sus componentes originarios y futuros; seguro estoy de que el gobierno siempre atento a cualquier amenaza, real o potencial, a su poder no tardará en actuar para destruir o abortar –como lo viene haciendo con la dirigencia de algunas fuerzas opositoras– al FAVL.

Confío y espero que la dirigencia del nuevo espacio haya aprendido de los errores que condujeron a la implosión de la MUD (yerro costoso e injustificable de la dirigencia de los partidos democráticos y que explica su crisis de representatividad y desprestigio) y le devuelva a los venezolanos la esperanza de que el cambio de régimen y de gobierno es posible.

También aspiro a que la dirigencia del FAVL comprenda que la lucha contra un gobierno no democrático supone transitar una diversidad de caminos y fórmulas, así como jugar en los diversos tableros en los cuales está planteada la confrontación y que, consciente cómo lo está (por expresa manifestación de sus voceros) de que el principal escenario para definir la lucha es el interno, pueda coordinar con la comunidad internacional democrática los esfuerzos necesarios hacia la salida de la dictadura y los planes y medidas para acometer la reconstrucción nacional.


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