«Nadie pretende desvirtuar los loables esfuerzos de unión y lucha que se hallan tras las asambleas recientes de las fuerzas dirigentes del llamado Frente Amplio, pero soslayar la discusión sobre sus verdaderos propósitos y evadir la discusión sobre lo que nos une y nos divide es un crimen de lesa irresponsabilidad ante el imperativo categórico de unirnos para salir de estos trágicos tiempos. Finalmente, solo la unión de todos logrará el impostergable e histórico objetivo de salir de la tiranía. La verdadera unidad está ante nosotros. Es nuestra asignatura pendiente»

Mientras las dirigencias de la MUD regresan al ruedo desde los espacios del Aula Magna de la UCV protagonizando, en conjunción con una serie de importantes fuerzas y personalidades de la sociedad civil que les son afines, el lanzamiento de un llamado Frente Amplio, desde la capital de España el ex alcalde metropolitano Antonio Ledezma celebra una rueda de prensa en la cual expuso los requerimientos sustanciales del frente político alternativo que él representa desde la diáspora, Soy Venezuela, y que se sintetizan en la exigencia irrenunciable y urgente de una intervención humanitaria de las naciones, organizaciones multinacionales y fuerzas políticas amigas para poner un fin inmediato a los sufrimientos del pueblo venezolano.

Tras la aparente similitud de propósitos de unirse para salir del gobierno de Nicolás Maduro se ocultan diferencias profundas e insoslayables que es de vital importancia poner sobre el tablero de la discusión pública ante la grave problemática que sacude a Venezuela. Pues no debemos permitir que los intereses de los diversos liderazgos nos impidan ver las iniquidades y horrendas tribulaciones a las que el régimen castrocomunista venezolano –no un simple gobierno, como pretende la ex MUD– somete a nuestro pueblo. Y obviemos el propósito final que las fuerzas de la dictadura persiguen desde hace un cuarto de siglo, que no es simplemente dirigir un gobierno incapaz, que ya lleva dieciocho años de entronización, sino devastar Venezuela sistemática y conscientemente hasta convertirla en tierra arrasada para construir sobre ella una tiranía totalitaria del mismo sesgo de la de quienes nos controlan a distancia desde La Habana. Un régimen tiránico a la cubana. Como lo expresara desde el comienzo mismo del gobierno de Hugo Chávez su ministro estrella y principal asesor económico Jorge Giordani: esperar treinta años de devastación y miserias para hacer posible la construcción del socialismo y “su hombre nuevo”.

Es el hecho sistemáticamente obviado por las fuerzas políticas tradicionales representadas en los partidos Acción Democrática, Primero Justicia, Copei, Un Nuevo Tiempo, Avanzada Progresista, así como en los restantes partidos que integraran la llamada Mesa de Unidad Democrática, que en el convencimiento de que tal propósito no existe y siendo el gobierno de Chávez, primero, y el de Nicolás Maduro, después, simples “malos gobiernos”, han centrado todos sus esfuerzos en llevarlos a un enfrentamiento electoral y vencerlos en las urnas, para dar paso al “buen gobierno” y proceder a reparar los daños y recoger los vidrios. Desconociendo y despreciando las armas que la misma Constitución bolivariana ha puesto en nuestras manos con sus artículos 333 y 350. Es más: en su tozuda y fatal ignorancia sobre la naturaleza real del asalto que sufre Venezuela y la perspectiva inmediata de su liquidación como República, no trepidan algunos de sus miembros en ofrecerle al dictador gobernante recomendaciones de cambios políticos, económicos y sociales, que, arguyen, serían perfectamente realizables desde el gobierno imperante. Dilatando la toma de conciencia de las mayorías, engañando consciente o inconscientemente a las masas populares y extendiendo las trágicas y pervertidas ilusiones de quienes son mantenidos en la ignorancia política de la tragedia a la que estamos sometidos. Un hecho trágico, pues se alimenta de la permanente desfiguración de la realidad, las ensoñaciones, ilusiones ópticas y promesas edénicas, de las cuales pueden ser víctimas, con su mejor buena fe, importantes e ilustradas personalidades de nuestra iglesia, nuestra vida académica y las élites mediáticas y empresariales. Nadie pretende desvirtuar los loables esfuerzos de unión y lucha que se hallan tras las asambleas recientes de las fuerzas dirigentes del llamado Frente Amplio, pero soslayar la discusión sobre sus verdaderos propósitos y evadir la discusión sobre lo que nos une y nos divide es un crimen de lesa irresponsabilidad ante el imperativo categórico de unirnos para salir de estos trágicos tiempos. Finalmente, solo la unión de todos logrará el impostergable e histórico objetivo de salir de la tiranía.

En este recomienzo de las viejas prácticas de dilatar el enfrentamiento final con la dictadura y alimentar falsas ilusiones de cambio vuelvo a llamar la atención sobre la necesidad de unirnos tras el único objetivo impostergable: desalojar al régimen al menor tiempo posible y correr en auxilio de nuestros compatriotas demandando una masiva y definitoria intervención humanitaria. La verdadera unidad está ante nosotros. Es nuestra asignatura pendiente.


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