Son tantos los cuentos y rumores hoy en día que a veces es difícil diferenciar entre la verdad y la mentira. Pero hay un dicho criollo que señala: “Cuando el río suena piedras trae”.

Se habla mucho del caso Odebrecht que, según denuncias, sobornó y financió a muchos políticos en toda América. En Venezuela estarían involucrados, de acuerdo con informaciones y chismes, personeros vinculados a oficialistas y opositores. Los implicados deberán probar su inocencia e ir desmintiendo a los escandalosos y atrevidos deslenguados, no solamente con negativas insuficientes, tendrán que ser contundentes para que no quede margen de duda.

Se dice que una de las angustias grandes del oficialismo es que la defenestrada fiscal, se habría llevado abundante información sobre ilegalidades, sobornos, narcotráfico, lavado de dinero, nombres de testaferros, arbitrariedades y todo tipo de actos delictivos, incluida la violación de derechos humanos. Ortega Díaz parece dispuesta a exponerlas a la luz pública y comprometen, desde Miraflores para abajo, a todo lo ancho y largo del espectro político y “neoempresarial”.

Dato importante, las declaraciones de Carlos Ponce, director para Latinoamérica y el Caribe de Freedom House, cuando le preguntan por qué tardaron tanto en salir las sanciones a venezolanos, respondió esta alarmante perla: “Los procesos de sanciones ‘tardan tiempo’ porque hay que tener pruebas, revisar las conexiones y verificar las relaciones comerciales de los potenciales sancionados, y así descubrir los vehículos e instrumentos que utilizan para legitimar y movilizar los fondos tóxicos”.

Y añadió: “También hay intromisión de algunos banqueros utilizando a miembros de la oposición en Venezuela a través de financiamientos y contratación de lobistas en Estados Unidos que se dedican a obstaculizar muchos de nuestros esfuerzos. Además, este es un proceso que incluye a varios miembros del Congreso en Estados Unidos y sus ‘staffers’ que son instrumentales para esta misión”.

Por si fuera poco, agregó: “La lista de sancionados que hemos visto hasta ahora ha servido de ‘validación de que el proceso sancionatorio es efectivo’. Vemos cómo ha crecido el temor de banqueros, funcionarios del gobierno y militares venezolanos que se sienten sancionables. Estamos ‘convencidos de que se debe ampliar la lista de sancionados’ por el Departamento del Tesoro e incluir a diversos intermediarios financieros, banqueros, empresas aseguradoras, militares y en particular a sus familiares y ‘amantes’ para que la presión se siga extendiendo”. Es decir, el asunto y amenaza de las sanciones tiene todavía mucho por asustar.

Con todo este entramado de complicidades y conchupancias surge una pregunta: ¿seremos capaces de derrotar la dictadura sin el apoyo internacional? La interrogante está en la mente y aturde a la gran mayoría. Sin embargo, para timoratos politiqueros y cómplices cooperantes de este desastre infame que nos ha tocado vivir; sus testaferros, chupamedias, vivianes, bolichicos, enchufados y demás plagas, la ayuda y el rescate de la decencia, principios de ética moralidad y buenas costumbres democráticas es “intromisión e intervencionismo”.

El presidente Trump, en su provocación, obsequió a patrioteros –no es lo mismo que patriotas– una razón para victimizarse. Ahora se regodean en que la tragedia nacional se debe a la intromisión indebida del imperio y no a la gestión castro-madurista. Nadie les cree, pero insisten en una bandera desgastada llena de colorines emocionales, no tienen obra buena que mostrar, solo son plañideras de falsas ilusiones.

Las razones que han generado la rebelión ciudadana, son peores cada día. No hay suficiente comida ni medicinas. Lo sabemos, pero a niveles políticos hay que recordarlo, la tragedia de la familia para comprar productos básicos y remedios es diaria. Cuando los dirigentes visitan las comunidades, ya no le hablan ni tratan de motivar a militantes, simpatizantes o indiferentes, sino a una comunidad arruinada, hambrienta y desesperada. Pensar que el respaldo de la población es por el prestigio de cada partido, es un grave error, es por angustia y frustración. El gobierno y su incapacidad sigue perdiendo la fe de los ciudadanos que cada día ven menos salidas. Maduro habla y habla, Cabello amenaza e ironiza, Rodríguez –el psiquiatra– despliega teorías más o menos enrevesadas, su hermana constituyente desliza con su chocante vocecita una Venezuela imaginaria, y nadie responde al pueblo sobre sus necesidades e inquietudes.

La instalación de la constituyente ensombrece el bosque tenebroso. Las incongruencias y contradicciones lo ennegrecen aún más. El conflicto político tiene preeminencia y le quita atención al hecho atroz de los padecimientos del pueblo. En la politiquería económica se va descubriendo que esa entelequia no resolverá nada porque ni sabe cómo ni puede, solo se planifican odios disfrazados de paz y venganzas acicaladas de justicia que, en realidad, son ajusticiamientos.

En América Latina no estaban dispuestos a pensar lo que era correcto: denunciar al madurismo, por resguardar intereses levemente ideológicos y fuertemente comerciales, además del chuleo a mansalva. Resulta que en lo político, ideológico y represivo hace tiempo se le fue la mano, despertando alarmas e incluso aversión. Torció leyes y normas constitucionales, logrando que la constituyente sea una mentira descubierta antes de nacer.

Por eso, la descarnada represión y excesos ha cambiado drásticamente la actitud internacional, y cada vez más se reducen las esperanzas para un oficialismo que destruye con resentimiento, represalia y violación de los derechos humanos. No se necesita escuchar denuncias de torturas, simplemente se asume que cada preso es un nuevo torturado.

Se respira en el ambiente, se discute en reuniones de amigos y vecinos, la realidad es que se requieren líderes responsables, coherentes, inquebrantables que piensen más en el colectivo y en el ciudadano con un concepto global e integral y menos en sus intereses personales y partidistas. Y esos líderes ya están en acción, se revelaron en 2007, se reencontraron y fortalecieron en 2014, impulsaron un triunfo antigobierno en 2015, se agigantaron en 2017. Ya no son expectativa, son realidad, la nueva oposición con y en resistencia está en marcha.

Prudencia y suspicacia con la guerra en las redes sociales, entendamos que la torpeza y ceguera del castro-madurismo, la autoconfianza y secretismo de cierto liderazgo, la realidad de una economía manejada por bandidos torpes y sus cómplices, la furia por la fiereza represora y vengativa, la retorcida ley del más fuerte, han hecho surgir de los escombros una Venezuela diferente, corajuda, mejor preparada y con el corazón comprometido en la victoria.


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