Llegó la cuaresma para el régimen gobernante y la oposición formal. Cayeron caretas, maquillajes, oratoria y música de fondo. Desde el momento cuando este 15-O aparecieron sobre la tarima Vladimir Padrino y su camarilla uniformada, escena previa que abrió el telón, por fin terminó el ciclo de veinte años en teatral simulacro democrático.

Todo, todito, se programa en el totalitarismo. Pautaron las votaciones regionales para afincar la asamblea nacional constituyente y desvirtuar las elecciones previas donde la disidencia triunfó, mientras el correveidile descerebrado Nicolás Maduro pactaba el nuevo triángulo del poder: Putin, Castro, chavismo, amantes de una misma presa, la riquísima y malquerida Venezuela.

Si algo debe considerar muy a fondo la derrotada dirigencia opositora es borrar de una vez por todas el provincianismo, las prácticas caciquistas de tribu y parroquia que favorecen el triunfo del chavismo, ayer, hoy, mañana. Si Acción Democrática con Rómulo Betancourt a la cabeza fue pilar fundamental en la construcción de la democracia venezolana, con algunos de sus sobrevivientes y su pequeño séquito de facto negociador sepultan lo que resta de ese gran partido. Se aceptó el triunfo disidente en algunos estados, la cantidad de sus votos era tan elevada que no podía ocultarse con las conocidas triquiñuelas. Ya los electos están bajo amenazas y chantajes.

Le corresponde, pues, a una nueva generación, la del 14, agarrar el toro por lo cachos y admitir que el gravísimo problema venezolano dejó de ser un asunto local y el país está en la encrucijada de la globalización política mundial, que somos uno de los ombligos del planeta por la inmensa riqueza heredada y recordar los cuentos infantiles con princesas, hijas millonarias que  tienen final trágico si no aparecen los príncipes salvadores, para rescatarlas de sus pretendientes ambiciosos, farsantes del amor.

Se acabó la fiesta de disfraces mediante fraudes consagrados por la banda de las cuatro, obedientes a la corona de una delincuencia organizada con armamento dispuesto a matar, sí, liquidar a quien se le oponga. No más puestas en escena porque el público hambriento y enfermo carece de monedas para comprar más entradas y perdió la paciencia. Queda claro que el totalitarismo neosoviético de Putin, el parasitismo castrista y la servidumbre de la mafia militarista venezolana empatada con la cresta criminal cubana no entregarán el poder por vía de elecciones, diálogos ni negociaciones limpias. Todo esto refrendado por una vieja manera de cerrarle vías a las generaciones de relevo, viciosa costumbre de graves errores cuyo fondo se evidencia en una frase desvergonzada de Ramos Allup dirigida al doctor Luis Almagro: Nadie le pidió que se meta en nuestros asuntos. ¿Cuántos venezolanos refrendan esa postura?

En este último evento del domingo 15 de octubre se marca el límite de la sinceridad para la oposición dirigencial que repite el mismo discurso consolador desde hace veinte años. Eso de ganar espacios ya es etiqueta sin contenido. A los legítimos Asamblea Nacional, Tribunal Supremo de Justicia y los alcaldes opositores les quitaron capacidad operativa. Funcionan eficaz pero simbólicamente en el exterior.

Hay algo claro. Admitir que entre los imperialismos de orientes y occidentes en pelea por al territorio nacional venezolano, ahora país empobrecido hasta la médula, solo le queda la alternativa de seleccionar al imperio protector que con préstamos otorgados a la luz pública, sin pactos secretos, la ayude a salir del infierno inmediato para alcanzar muy poco a poco el purgatorio y finalmente bastante del difícil paraíso prometido, necesario para no ser borrados del mapa como república independiente.

Los alternados presidentes de la democracia estadounidense son elegidos por auténticos eventos comiciales, pero en este último sufragio todavía se averigua hasta dónde llegó la intervención directa putinesca de Rusia en la vil degradación del Partido Demócrata escondida tras propagandas directas y subliminales. Pronto, gracias a investigación y prensa libres, se conocerá tanta terrible verdad. Y para el momento, Venezuela democrática, con una dirigencia nueva, mayormente joven, sacrificada y honesta, muy al día en los entretelones de la geopolítica planetaria, debe estar preparada y decidir cuál de las vías debe tomar si en verdad quiere asumir las riendas eficaces evitando que esta nación sea la mina del estalinismo y pueda encaminarse hacia la ruta de una progresiva autonomía nacional.

Esta hora necesita completa desnudez. Desde el 15-O puede comenzar un ciclo renovador. Frente a la implosión gubernamental armada de balas fratricidas mediante votos tramposos está la explosión popular descalza, hambrienta y enferma que solicita mucha destreza práctica de limpios conductores.

Sin complejos, con la verdad por delante. Pedir ayuda humanitaria, incluido el soporte financiero para resucitar a un país moribundo, no significa pitiyanquismo ni traición a la patria. El patrioterismo vendido es putincastrista, ahora mismo esa es su especialidad.

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