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“El secreto de la felicidad es tener gustos sencillos y una mente compleja” (Fernando Savater).

Los individuos más felices del mundo viven en Finlandia. Eso es lo que dice la gente. También dicen que los mejores estudiantes, los estudiantes más serios, proceden de ese país báltico. No le extrañe que sea así, ya que la tierra finlandesa no supera los 6 millones de habitantes en una superficie total de 338.000 kilómetros cuadrados. Para hacernos una idea, España llega a los 46 millones de habitantes repartidos en 505.000 kilómetros cuadrados, más o menos. En Venezuela hay casi 32 millones de habitantes para 916.500 kilómetros cuadrados (cf. Wikipedia)

Aunque suene ingenuo, parece más fácil tener contentos a 6 millones de personas que hacer lo propio con 32 millones o 46 millones de habitantes.

Claro que todo suma. No es lo mismo vivir en un país sereno y organizado como Finlandia que vivir en un lugar donde la tranquilidad ha dejado de existir hace años. El clima también cuenta, digo yo. Los finlandeses (o fineses) no saben lo que es estar a mediados de diciembre, salir de casa temprano con anorak y bufanda para regresar al mediodía con las dos prendas en la mano, gafas oscuras y ánimo suficiente para disfrutar de una caminata al sol después de comer. Un habitante de las tierras del norte no sabe lo que significa quedarse al caer de la tarde en una terraza para tomar una copa de vino, hablar sin prisa y admirar la belleza que se mueve sobre dos tacones. Es posible que el concepto de felicidad sea diferente en cada país. Los finlandeses viven un largo invierno y esto se refleja en el carácter contenido y frío. Parece que no expresan mucho sus emociones.

Kate Leaver, periodista de la BBC, trata el tema de la felicidad báltica en un largo artículo (“¿Por qué en Finlandia no todos están de acuerdo en que se trate del país ‘más feliz del mundo’?”BBC Travel, 14-07-2018). La periodista australiana piensa que no todos los fineses son tan felices como la gente se cree. Empieza su artículo con la anécdota significativa de una bailarina que olvida sus pertenencias en el banco de un parque de ese país idílico y sabe que nadie cogerá lo que no le pertenece. La verdad es que cosas como esta dan tranquilidad a cualquiera. Sin embargo, a medida que seguimos leyendo, descubrimos la importancia del clima en los seres humanos y la marca indeleble que nos deja. Sea como sea, aquellos a los que les ha tocado vivir en finis terrae deben de saber algo que el resto de los humanos desconocemos


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