La matanza sistemática de infantes y jóvenes ha sido el fenómeno universal consagrado por todas las guerras basado en el concepto de que a la vanguardia de batallas en campos bélicos  los jóvenes y adolescentes poseen  fuerza física en toda potencia para defender al resto de la población. De allí que habitualmente los cuadros militares del alto mando, generales, almirantes, mariscales coroneles, capitanes, durante esas faenas permanecen a distancia de retaguardia para dirigir la campaña pero in-situ. Son  escasos los ejemplos históricos  de  dirigencia militar mezclada  con soldados rasos, tenientes, cabos y otros rangos inferiores durante las gestas y a esos valientes, se les ha considerado auténticos y venerados héroes desde mucho antes de famosas confrontaciones como las narradas  por ejemplo en La Ilíada.

Esto viene a cuento porque el insigne pediatra y psicoanalista argentino Arnaldo  Rascovsky (1907-1995) investigó y difundió este doloroso tema desde numerosos trabajos publicados entre los cuales destaca El filicidio (Buenos Aires,1992) .Estuvo de paso en Venezuela hace varias  décadas y tuve el privilegio de entrevistarlo para el Canal 8 cuando estaba al servicio del Estado y no del gobierno. Su personalidad era tan humanamente seductora y paternal como el fondo de su original  y certera teoría. Sacudió a la audencia y propició polémicas brillantes, como debe ser.

La cúpula castrense chavista con el general Vladmir Padrino a la cabeza es el ejemplo más patente  y visible de cómo adultos forjados en disciplina  represora  caracterizada por incultura básica general y específico militarismo directo, se las arreglan para respaldar su delictiva conducta  y escudarse con  equipos improvisados, en el caso del chavismo venezolano y el castrismo cubano,  repletos de medallas obtenidas en batallas por el enriquecimiento ilegal que obtienen sacrificando generaciones completas manipulados por sus llamados “superiores”.

Buena parte de  novelística del cubano Leonardo Padura, entre sagaces  y talentosas entrelíneas muestra esa matanza continua de la juventud, que comienza con la muerte intelectual desde  lavados de cerebro doctrinarios y culmina con su envío obligatorio a guerras como las de Angola y en otra vertiente disfrazada, vendiendo a sus profesionales de la medicina, por ejemplo,  para que se arriesguen del todo en otros países  a cambio de un dineral que ingresa en las arcas militaristas.

Estas duras semanas que anteceden a la caída del régimen chavista en Venezuela, registran al detalle  este siniestro mecanismo mediante el cual juventud humilde, carne de cañón vestida de robokop, es dirigida a control remoto por uniformados diestros en cobardes maniobras ocultas desde sus protegidas cuevas, sistemático ataque criminal contra sus hermanos, paisanos, vecinos de parroquia y ciudad todos desarmados, tituladas con  falso heroísmo  Plan Ávila y su disfrazado  Plan Zamora

Si el doctor Rascovsky viviera, estos presuntos militares serían los protagonistas en una reedición de su crudo y  vigente análisis.

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