Y con razón a ser recordadas. En la mañana del martes 11 de septiembre de 1973 y según estaba programado, el presidente constitucional de Chile Salvador Allende tenía como primer compromiso asistir a la Universidad Técnica del Estado. Para inaugurar una exposición antifascista titulada Por la vida siempre; sin embargo, lo que la historia habría de registrar ese día serían hechos trágicamente diferentes a los que se anunciaban en la agenda presidencial.

Esa misma mañana por cadena radial, una junta de comandantes en jefe del Ejército, la Armada y la Aviación, y el director de carabineros, conminaban al presidente de la República a renunciar a su alta investidura, bajo amenaza de atacar por aire y tierra el Palacio de La Moneda.  Ante la firme negativa del doctor Allende a aceptar tal ultimátum, las fuerzas insurrectas consumaron su brutal acto. El pueblo presenció estupefacto la destrucción de las dependencias oficiales por las bombas, la metralla y el incendio desatado; y asimismo el ataque despiadado por diversos medios a varios barrios populares. Junto con ello, al anochecer, el cuerpo abaleado del presidente, envuelto en una frazada ensangrentada, fue sacado del palacio por una puerta lateral.

Una experiencia política legal surgida de la voluntad popular, y que en tal sentido se proyectaba como un ejemplo inspirador para toda América Latina, fue abruptamente interrumpida por el poder de fuego de las Fuerzas Armadas, con el apoyo de loa partidos Nacional y Demócrata Cristiano. Septiembre se transformó entonces en un mes aciago para ese país, porque en actos de naturaleza terrorista como los que llevaron al poder a la Junta, en 1974 fue asesinado el general Carlos Prats en Buenos Aires y en 1979 Orlando Letelier en Washington por policías del régimen; seguido por años de tortura institucionalizada como política de Estado, campos de concentración y homicidios, dentro de la brutal estela de muerte dejada por Pinochet cual estigma para la humanidad civilizada.

El primero de noviembre del año 2005 fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas la Resolución 60-7 en la que designó entonces y es su nombre el “Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto” el 27 de enero, fecha elegida porque ese día en el año 1945 fue liberado Auschwitz-Birkenau. El mayor campo de exterminio nazi.

Resolución que además insta a los Estados Miembros a elaborar programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto para prevenir actos de genocidio; rechaza toda negación de ese hecho histórico y condena las manifestaciones de intolerancia religiosa, acoso o violencia contra personas o comunidades sobre la base de su origen étnico o sus creencias.

Con cada nuevo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial volvemos a pensar en los campos de concentración, en los millones de judíos perseguidos y salvajemente exterminados, en tantos seres humanos de distintos países que vieron sus ciudades destruidas y pagaron con su vida la locura delirante del fûhrer.


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