Niños en las FARC

La corporación Rosa Blanca, más de un millar de víctimas de las FARC, reclutadas y violadas sexualmente durante años, han denunciado en el Congreso de Colombia a 25 capos de la banda criminal como autores de dominaciones y afrentas inimaginables en ejercicio del placer que engendra, en criminales de su estirpe, el sometimiento genital de sus esclavizados. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, en las cinco décadas del alzamiento de las FARC contra el Estado, las víctimas de violencia sexual se aproximan a las 15.000.

Henry Castellanos (1965), alias Romaña, del Estado Mayor y comandante del Bloque Oriental y el Frente 53, famoso por los secuestros masivos o pescas milagrosas, dirigía y controlaba la producción y distribución de cocaína hacia el mundo y asesinó cientos de raptados. Estados Unidos ofrece 2,5 millones de dólares por su captura. Rosa Blanca lo culpa de 19 casos de aborto, 3 de violación y 26 de reclutamiento forzado.

Hernán Darío Velásquez, alias El Paisa, sicario de Pablo Escobar y jefe de la Columna Móvil Teófilo Forero, la más cruel y sangrienta de la banda, está acusado del homicidio de Diego Turbay Cote y su familia;​ el gobernador del Huila, Jaime Lozada; el concejal Rafael Bustos; una hermana del presidente Gaviria; el gobernador de Caquetá, Luis Francisco Cuellar; el secuestro y muerte de los diputados del Valle del Cauca; la congresista Gloria Polanco y sus hijos; el senador Jorge Géchem y tres contratistas estadounidenses; la bomba y masacre del Club El Nogal, las Masacres de Concejales de Puerto Rico y Rivera, el atentado en la Zona Rosa de Bogotá y numerosos atentados contra Álvaro Uribe Vélez. Rosa Blanca lo sindica de 21 casos de aborto, 3 de violación y 64 de reclutamiento forzado.

Jorge Torres Victoria (1953), alias Pablo Catatumbo, cabecilla de los frentes Sexto y Vigésimo sexto, del Secretariado y ahora senador de la República, es un consumado secuestrador de octogenarios, socio de Alfonso Cano, penúltimo de los jefes supremos, a quien traicionó a favor de Juan Manuel Santos, dejándole desolado, con sus cuatro perros y casi ciego, en manos del ejército nacional luego de las negociaciones secretas  con su protector, como se lee, entre líneas, en la memoria recién publicada del traidor. Gran exportador de coca desde el Páramo y Cañón de las Hermosas, posee recónditas caletas de oro y dólares en las montañas donde permaneció por cuarenta años. Tiene condenas que superan 400 años y está pedido en extradición por Estados Unidos, que ofrece 2,5 millones de dólares por su captura. Rosa Blanca lo culpa de 18 casos de reclutamiento, 4 de violación y 19 abortos. Uno de los reinsertados guerrilleros que estuvo a su servicio, dice que hacía cavar zulos de más de seis metros de profundidad, donde colocaba jaulas de hierro de uno por dos metros, y allí mantenía a los ancianos secuestrados, suministrándoles apenas una botella de gaseosa al día para, como un nazi, hacerles perder peso, voluntad y casi enloquecidos, exigir desorbitantes sumas de dinero por su rescate, calculado con informes que secuaces en la DIAN le daban de los bienes del prisionero y que cobraba él mismo, disfrazado de sacerdote.

José Lisandro Lascarro (1959), alias Pastor Alape, del Secretariado y sirviente del Mono Jojoy, aparece en 11 procesos y tiene 3 medidas de aseguramiento, con 7 órdenes de captura, mientras Estados Unidos ofrece 2,5 millones dólares por su entrega, acusado de exportación de alucinógenos y numerosos asesinatos de campesinos que vendían pasta de coca a sus enemigos políticos, con una honorable membresía en la Lista Clinton. Rosa Blanca le sindica de 3 abortos, 2 violaciones y 14 reclutamientos. Varias fotos dan cuenta de su insania con niñas, y a pesar de sus casi sesenta años, vive con una criatura cuyo rostro devela enorme sufrimiento.

Judith Simanca (1975), alias Victoria Sandino, senadora de la República, se cree que colaboró en la traición de Pablo Catatumbo a Alfonso Cano, después de la campaña mediante la cual, con métodos estalinistas, garantizó el apoyo de los campesinos a la banda en el sur del Tolima. Poseedora de una rara crueldad, durante años reclutó jovencitas, tanto para el servicio sexual de los comandantes o enlaces entre frentes, como cebos y espías entre los servicios de inteligencia del ejército nacional. Para Rosa Blanca es responsable, al menos, de 4 casos de aborto usando hilos de púas, 2 de violación y 3 de reclutamiento.“En muchas oportunidades me encontré con Victoria Sandino”, dijo Victoria Vargas, reclutada a la fuerza cuando tenía 15 años“Tuve la oportunidad de decirle a ella las cosas que me estaban haciendo los comandantes, pero le daba lo mismo. Ella decía que tenía que aguantarme, esa es la vida de la mujer en la guerrilla, que a eso habíamos ido las mujeres a las FARC”.

Julián Gallo o Carlos Antonio Lozada (1961), alias Tornillo, el más activo leguleyo de los capos, es senador de la República, vocero de la bancada asesina, miembro de la Comisión Primera Constitucional y de Paz, y diseñador, junto con el esquirol del ejército Javier Flórez Aristizábal, de la supuesta cesión de armas. Acusado de tendencias homoeróticas, para dar rienda suelta a sus fruiciones creó, al interior de las FARC, una suerte de Jardín de Infantes donde les enseñaba a leer y ver filmes, a partir de una plática que de un “lectoescritor” de la Universidad Nacional, que trabajaba al tiempo en cinco sedes de la misma, le dio en Leticia. Rosa Blanca le acusa de 12 incidentes de aborto, 3 de profanación de gurruminos y 32 de reclutamiento. Uno de sus maldicientes narró, para una emisora comunitaria de El Tambo, que Tornillo le vejaba mediante el uso de una caja de alentadores y sartas chinas, que decía haber recibido de Raúl Reyes, cuando visitó Hamburgo, durante las conversaciones de El Caguán. Capo cultísimo, una de las películas que más ha emitido entre la guerrillerada, sostiene otro interpelado, es Salò o le 120 giornate di Sodoma, con especial énfasis en el rito dellafigliata.

Luciano Marín (1955), alias Iván Márquez, senador de la República, comandante del Bloque Caribe y del Secretariado, fue la cara visible de la caterva en La Habana. En los años ochenta ocupó, como obsequio de Belisario Betancur, una curul en el Congreso de la nación. Sobre él pesan 73 órdenes de captura por emboscadas al Ejército Nacional, asaltos a Valencia de Sebastián, Río Grande de Turbo, Pueblo Bello, Giraldo, Peque, Dabeiba, San Pedro de Urabá, la masacre de La Chinita donde asesinó a 35 inocentes, el secuestro de los ingenieros suecos Danny Aplegate y Tommy Tyrving, otros numerosos asaltos a municipios de Antioquia, Córdoba, Chocó, distribución de cocaína a varios países, por lo cual es requerido en extradición a Estados Unidos, que ofrece 5 millones de dólares. Fue condenado a 40 años por ser el autor intelectual del asalto al edificio Miraflores en Neiva y el atentado al Club El Nogal, donde asesinaron a 36 personas y 200 quedaron heridas. Amante de una tránsfuga holandesa medio desquiciada, Rosa Blanca le acusa de 9 casos de aborto, 2 de violación y 7 de reclutamiento. Se dice que vive en Venezuela y se niega a comparecer ante la propia Corte de Justicia que ayudó a crear.

Luis Édgar Devia (1948-2008), alias Raúl Reyes, uno de los predilectos de Tirofijo, tenía 121 procesos abiertos y 14 condenas por homicidio, secuestro y violaciones. Fue responsable de la Masacre de Bojayá, el atentando al Club de El Nogal, el secuestro del congresista Luis Eladio Perez y la hija del ministro de Defensa Luis Carlos Villegas y el asalto al Cerro de Patascoy, entre muchos otros. Como negociador, durante el proceso de paz de Pastrana, participó, junto con otros del gobierno y miembros de la banda, en una gira por países europeos, pero había vivido, clandestino, en México y Costa Rica, donde se aficionó a las mujeres híbridas. El gobierno norteamericano ofrecía 5 millones de dólares por su captura. Rosa Blanca le sindica de 19 casos de aborto, 3 de violación y 12 casos de reclutamiento. Durante años abusó de niñas y adolescentes que le eran remitidas por viejas guerrilleras proxenetas de sus patronos. Gina, una niña reclutada a los 9 años, que hizo parte de la guardia de corps femenina del asesino, ha narrado extensamente los vejámenes a que les sometía mientras daba rienda suelta a sus aberraciones.

Milton de Jesús Toncel (1947), alias Joaquín Gómez, fue comandante del Bloque Sur y el Frente Uno y vocero del Secretariado. Se sabe que organizó la toma de Patascoy, una base del ejército en el sur del país, la de Las Delicias, el secuestro y asesinato de numerosos uniformados, y fue encargado de liberar cientos de policías y soldados durante el gobierno Pastrana. Narcotraficante, cobraba y tasaba el gramaje sobre la producción de coca de los campesinos. También del secuestro y asesinato del gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuellar. Tiene 55 órdenes de captura y 22 medidas de aseguramiento, crímenes que podrían sumar más de 330 años de cárcel y Estados Unidos ofrece por su captura 2,5 millones de dólares. Rosa Blanca ha exigido a la Fiscalía que le investigue por la violación de al menos 6 muchachos, entre los 10 y 12 años, reclutados por él mismo o sus celestinas. Algunos de los quejosos narran que los obligaba a tener relaciones con semovientes equinos, usanza a la que es aficionado, haciendo honor a las prácticas culturales de la región caribeña, donde pretende ahora ser gobernador.

Rodrigo Londoño (1959), alias Timochenko, jefe supremo de la banda, está acusado del asesinato de medio millar de menores; tiene 182 procesos judiciales, 141 órdenes de captura, 57 medidas de aseguramiento y 16 condenas que suman 448 años, por liquidar a la cacica vallenata Consuelo Araujo y a monseñor Isaías Duarte, entre otros muchos crímenes. El gobierno colombiano ofrecía, hasta el perdón que le concedió Juan Manuel Santos, 5.000 millones de pesos por su captura y otros 5 millones de dólares por su entrega el gobierno norteamericano, todavía vigentes. Rosa Blanca le acusa de 14 casos de reclutamiento, 6 de aborto y 3 de violación. Con un cinismo, digno de Nerón, dijo a BluRadio que “en el campo la vida sexual de las mujeres arranca entre los 10 y 11 años, niñas que muchas veces pasaron a engrosar las filas guerrilleras porque sus padres querían casarlas buscando solucionar sus problemas económicos”.

Toda esta impunidad se ha logrado merced al negociado entre Santos y las FARC, y la creación de un tribunal llamado JEP, integrado por miles de adeptos a las doctrinas de la banda y que manosea un presupuesto anual superior a los 300.000 millones de pesos, con un déficit, solo para este año, de 6.000 millones. Ello enmarcado en las ganancias de Santos: aparte de haber obtenido –luego de la entrega de varias concesiones petroleras en la Guajira a la presidente del comité noruego– el premio Nobel de la Paz más 1 millón de dólares, recibió por haber incrementado las hectáreas de coca hasta 200.000 el premio del Real Jardín Botánico de Kew, el Tipperary PeacePrize, el Statemen Global Award, la Lámpara Católica de San Francisco de Assis tras haber gastado 25.000 millones de pesos para alimentar el ego populista de Bergoglio, un doctorado de honores de la Universidad Nova de Lisboa por las gestiones del lagarto Germán Santamaría, una inmensa mansión de 7.000 millones de pesos en La Resolana del Refugio, invadiendo los Cerros Orientales de Bogotá, con 8.000 metros cuadrados entre cuartos, jardines, salas de esparcimiento, terrazas, baños, etc., aparte del penthouse de sus hijos, que nunca han trabajado, en el edificio Neos Nogal, cuyo valor es de 3 millones de dólares. 

Como equilibrio a estos encantos, Santos pagó a los hermanos Castro 4 millones de dólares por tener en El Laguito, de La Habana, a la dirigencia de la banda criminal, en una mansión con gigantescas estancias y espléndidos jardines donde Marcos Calarcá lesionó a Pablo Catatumbo jugando balompié y las amantes de los capos salían a trotar por las mañanas con trajes Lulú Lemon y zapatillas Adidas Bounce, o desayunaban mangos que tomaban de los propios árboles, y Pablo y Tornillo veían cine, bebían cerveza, whiskys de malta, fumaban puros o hacían paseos en los yates de sus amigos millonarios. El solo transporte de los bandidos entre Colombia, Venezuela y La Habana, más los viajes para curar la disartria y monoparesia de Timochenko, costaron al fisco alrededor de 6.000 millones de pesos, pagados al gobierno de Maduro y a un francés que también controla el turismo de los parques nacionales. Todo el proceso de paz santista costó a los colombianos, por lo bajo, 1.000 millones de dólares: aproximadamente 3 billones de pesos. Descontando, por supuesto, al Cartel de la Toga.

El mendaz de Juan Manuel Santos no menciona ninguna de estas cifras y biografías en La batalla por la paz, titulo idéntico al de su hermano en los años ochenta, La guerra por la paz, y que también parece escrito por Enrique. Mucho menos, que entre las malversaciones de tres presupuestos de gobiernos del porvenir, bien pagó a sus lacayos: al padre multilingüe Sergio Jaramillo, por su odio al ejército,  cerca de 22.000 millones; a la familia de Humberto de la Calle, 5.000 millones; a la esculpidora de un piso de fierro en honor de las FARC, señora de Bibliowicz, cerca de 5.000 millones, en dos contados, entre pesos y dólares, del Banco de la República;  a los hijos de Alvaro Leyva, 3.000 millones; a la esposa de Daniel Samper, unos mil millones; al nudista Antanas Mockus, unos 6.000 millones; a la familia de Mirtha Linares, 2.800 millones; a Iván Cepeda y su esposa, 500 millones anuales; a Daniel Coronel y Félix de Bedout, una emisora de televisión por 10 años; a Natalia Springer, 5.000 millones; al hermano de Angélica Lozano, 1.304 millones, etc., etc.

El día que la historia documente la corrupción que Santos introdujo en la cultura colombiana, los libros no cabrán ni en la Biblioteca de Alejandría. Hizo más daño que los carteles de Cali y Medellín. Fue peor que las siete plagas de Egipto.


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