Pedro se metió con quien no debía y lo hirió a muerte. Tan solo tiene 12 años de edad, pero ha crecido rodeado de violencia en uno de los barrios más peligrosos de Caracas. Ahora Andrés, su padre, debe ocultarlo para salvarle la vida. Esa es la premisa de la película venezolana La familia, ópera prima del director Gustavo Rondón Córdova, la cual, mientras escribo estas líneas, consiguió varios premios en la edición número 35 del Festival de Cine de Miami.

Y no es para menos. Esta película es la única en la historia de nuestro país en participar en la competencia de la Semana de la Crítica de Cannes, el festival de cine más importante del mundo, en el cual, en esta competencia en particular, solamente participan siete largometrajes. Sin duda es un debut de los que no muchos pueden alardear.

La familia es un espejo de la realidad venezolana, llena de ciudadanos ahogados en la violencia, escasos de educación y valores, de padres sin tiempo para sus hijos, un país donde el amor y el respeto hacia uno mismo y los demás no son prioridad, y en el que ninguno nos salvamos de las consecuencias; pero a su vez es una historia que exalta el amor de la familia, que está por encima de todas las cosas. Pedro quiere volver al barrio, no tiene miedo de sus actos, siempre ha hecho prácticamente lo que ha querido; Andrés no ha estado muy presente para él, y este suceso los obliga a convivir dándoles una oportunidad y el tiempo para cuestionar su relación como padre e hijo.

Este éxito internacional es importante para cualquier cineasta, y es un hecho que me llena de mucho orgullo como venezolano ligado a la cinematografía. La película aún no se ha estrenado en nuestro país, y lo más probable es que muy poca gente la vea. Y no tiene nada que ver con el producto. Ya sabemos que ir al cine en Venezuela ahora es un lujo. Recuerdo cuando los títulos hechos en casa podían fácilmente superar los 100.000 espectadores, ahora la barra ha bajado mucho y una cinta nacional con 20.000 espectadores es un gran éxito.

“Hace cuatro o cinco años una película como La familia podría haber aspirado a tener unos 200.000 espectadores; en este momento la aspiración es a alcanzar 15.000 y realmente no sabemos si lo vamos a lograr”, cuenta su director. Cada día que pasa hay más butacas vacías, menos producción audiovisual, los talentos se han ido a otras latitudes a formar parte de equipos que contarán historias sobre otras realidades. El venezolano tiene menos posibilidades de esparcimiento, debe trabajar el doble para recibir menos de la mitad de lo que tenía antes. Y mientras tanto, más Pedros se quedan solos.

Un agradecimiento especial a toda la organización de la 35 edición del Festival de Cine de Miami por este tipo de iniciativas y por ser una importante ventana para mostrar lo que talentosos cineastas venezolanos y del resto de Latinoamérica siguen aún creando y plasmando en imágenes.


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