En estos aciagos días que vive el país proliferan todo tipo de argumentaciones en las que, lamentablemente, escasea el rigor lógico que debe privar siempre, pero mucho más en un momento como el presente. Resaltan de manera alarmante algunos cuyo propósito es convencer sobre la obligatoriedad de participar en las elecciones regionales. Mi objetivo es muy claro, mostrar la falsa disyunción planteada ante las elecciones regionales. Voy a centrarme en los argumentos esgrimidos.

Antes de analizar alguno de ellos, quiero recordar que hay un tipo de argumento que responde al esquema argumentativo de la ausencia de alternativas; este prototipo de argumentos se caracteriza porque se arguye a favor de un punto de vista atacando el punto de vista contrario. Una versión bien conocida es el dilema, en el que las alternativas al punto de vista defendido se reducen a una.

Veamos el siguiente argumento tomado de Internet: «Si no vamos a las regionales, habrá elecciones y el chavismo se apuntará todas las gobernaciones»; «si vamos a las elecciones, la ANC puede anularlas o incluso anular las gobernaciones». De esta manera, recoge el diario El País, España, 8/8/17, la discusión planteada sobre la participación o no en las elecciones regionales.

A las dos premisas citadas hay que explicitar la disyunción sobre la cual está basado el argumento: «Vamos a las regionales, o no vamos a las regionales»; la conclusión, sea cual sea la alternativa escogida, es que la oposición está en una clara situación de perder las gobernaciones.

La garantía del argumento viene a ser: «Si la alternativa a ir a las elecciones es inaceptable, entonces se debe ir». La premisa es: «Habrá elecciones y el chavismo se apuntará todas las gobernaciones, estas opciones son inaceptables». La conclusión: «Se debe ir a las elecciones regionales».

Tomemos la opción de no ir a las elecciones, en este caso la conclusión es clara: el oficialismo gana todas las gobernaciones y alcaldías. Al tomar la opción de ir, se abren dos nuevas vías que no han aparecido en los análisis que hasta ahora he leído (no quiere decir que alguien no lo haya hecho). Una nueva, es aquella donde se dice que se gana la mayoría de las gobernaciones y las alcaldías lo que permitiría un fortalecimiento opositor y un debilitamiento inmenso del gobierno. La otra es que la ANC anula /desconoce las elecciones /resultados, lo que ocasiona una gran descalificación del gobierno ante la opinión internacional.

Ante la iniciativa de no ir, no hay nada más que agregar. Ante la alternativa de ir, la conclusión es también desventajosa para la oposición, porque, aun con la descalificación que pueda tener el gobierno, la oposición va con reglas adversas. En esta línea de la argumentación se están dejando de lado varias posibles objeciones que al tomarlas en cuenta queda más claro el panorama; algunas de las objeciones que voy a señalar ya han ido saliendo a la luz.

La presunta ausencia de alternativas ante participar en las elecciones regionales es falsa, además de partir de un supuesto que al explicitarlo queda al descubierto la farsa que hay detrás de esta elecciones. Ese presupuesto es que el llamado a las elecciones regionales es absolutamente legal y legítimo. El CNE, con sus autoridades en ejercicio vencido, llamó a las elecciones en junio de 2017. Estas elecciones fueron adelantadas por la ANC en agosto para ser realizadas en octubre. ¿Es legítimo ese llamado? Además, apenas en 16 de julio se había votado en contra de la ANC y se desconoció su instalación. Hubo (hay) un pronunciamiento internacional de desconocimiento a la ANC. De manera que el llamado a elecciones nace con una mácula muy grave de ilegitimidad.

Aún más, una vez inscritos los candidatos, se cuestionan sus postulaciones, se exigen nuevos requisitos, se ve prístinamente que no se va por buen camino.

¿Por qué se nos ha situado ante el dilema de votar o no votar, porque ahora ya no es inscribir o no inscribir los candidatos? No es la primera vez que se cae en la falsa disyunción, desdeñando cualquier otra opción. Esta falacia es originada porque se ha partido de premisas que no son excluyentes. Las únicas opciones que se tenían no eran solo las regionales. Como si fuera poco, el argumento disyuntivo abarca dos argumentos condicionales, y se cae en todos los deslices que distinguen a tales argumentos.

Esos deslices, por llamarlos cortésmente, nos condujeron y nos siguen conduciendo a situaciones trágicas para el país. Urge que en Venezuela se prioricen la educación, la cultura. Sin ellas, he aquí el resultado.


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