“Estas votaciones no son legales ni democráticas”. Cardenal Jorge Urosa Savino.

¿Por qué en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 los venezolanos salimos a votar y la oposición obtuvo dos tercios de las curules? La respuesta es que para esa fecha todavía había cierto respeto por la ley y los reglamentos electorales. Precisamente, como el régimen fue revolcado como nunca antes le había ocurrido, pues a partir de ese entonces se inició el cierre de la honestidad electoral; bueno, de lo poco que quedaba. A partir de aquel tiempo comienzan a transformar con mayor contundencia los dolos electorales bajo las más vulgares maniobras, por supuesto inaceptables. Allí, entre ese entramado de tramposerías se estrellaron el referéndum revocatorio, los comicios de gobernadores y luego los de alcaldes, naturalmente con el mismo desconcertante resultado.

Cuando los tiempos transcurridos son muy largos, los segundos lugares no se pagan. No tienen ningún valor. Son simples premios devaluados que ni siquiera sirven de consolación. Henri Falcón tiene asegurado ese lugar infructífero; no más. De lo que puede estar seguro el ex gobernador es que le hará un tremendo daño a la democracia. Retrasará de manera canalla los lapsos para echar de Miraflores a los bárbaros destructores del país.

Falcón tiene la oportunidad de su vida. Tiene en sus manos la posibilidad de reivindicarse ante el país y la comunidad internacional, tan renombrada como indispensable para lograr la victoria. Desista de participar en ese remedo de votación previsto para el 20-M. Usted dejaría a Maduro en el más absoluto y vergonzante aislamiento. Más aún, lo desestabilizaría totalmente. No oiga, por ejemplo, a Eduardo Semtei, nunca él le va a proponer nada atinado, es su constitución, simplemente.

Fíjese, la Mesa de la Unidad Democrática viajó en varias ocasiones a República Dominicana en busca de que las elecciones presidenciales se llevaran a cabo con ecuanimidad, igualdad, sin las trácalas de las pillas rectoras del Consejo Nacional Electoral. Gestiones que, por cierto, tuvo que pagar a alto costo; tanto que todavía no ha terminado de saldar esa deuda. Entonces, están claros los motivos por lo que la auténtica oposición al régimen no participará en esa tramoya montada en esa casa de mala muerte que es el CNE actual.

Nadie, ni los organismos internacionales ni los países políticamente neutrales con el régimen venezolano, ni siquiera la comisión de la ONU ni el Parlamento Europeo accedieron a participar en ese acto, ni convalidar lo que ellos consideran una dictadura. Dictadura, entre otras cosas, por la sencilla razón de que no existen las mínimas garantías para esa farsa electoral.

Es el caso que restan solo tres semanas para presentarse a la comparsa del 20-M tras un frío glacial. En estos pocos días difícilmente se puede insuflar entusiasmo a una sociedad cercada entre la desconfianza y la incredulidad. El régimen, por el contrario, aparte del CNE y el resto de los poderes del Estado, posee la capacidad represiva para obligar a los carnetizados a visitar los centros de votación. Además, es casi una máxima que siempre es más sencillo mantener el poder que tener el trabajo dificultoso de despojarlo de él.

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