Luego de los actos criminales perpetrados antes, durante y después del 20 de mayo con la suplantación electoral para mantener indefinidamente la usurpación del poder en Venezuela, Nicolás Maduro manipula con la excarcelación de presos políticos aplicando metodología castrista. Es la arbitrariedad y crueldad de los detentadores del poder que disponen de la libertad y de la vida de la gente, violando a su antojo los derechos humanos. Una maniobra dictatorial con fines políticos, económicos y de propaganda, usa las excarcelaciones sin libertad.

Es muy importante para las víctimas, sus familias y para la sociedad, que los presos políticos salgan de los tenebrosos centros de reclusión del castrochavismo en Venezuela y retornen a sus hogares. Sin embargo, los excarcelados y todos saben que no han recuperado su libertad pues los argumentos, la forma y el propósito de la excarcelación son tan delictivos como fueron sus detenciones, procesamientos y reclusión. El régimen ejerce el poder y al excarcelar presos con una “comisión de la verdad” del poder usurpado muestra que no piensa abandonarlo, solo busca aliviar la presión nacional e internacional que está a punto de derrotarlo.

Las detenciones de los presos políticos –a los que ahora excarcela– fueron actos criminales de violencia extrema desde el poder político, con falsificación de acusaciones, utilización del sistema de justicia como mecanismo de represión y persecución política, aplicación de leyes infames, con esbirros del crimen organizado suplantando las funciones de fiscales y jueces que dictaron órdenes y sentencias infames, y una falsa prensa asesinando la reputación de las víctimas.

Hay que agregar las torturas físicas y psicológicas, incomunicaciones, tratos inhumanos a los presos y sus familiares, las perversas condiciones de detención, la violencia con reos comunes al servicio de la dictadura. Una cadena de delitos comunes y de lesa humanidad violando derechos humanos de miles de venezolanos con efectos en toda la población, porque el propósito final del régimen con la toma y trato cruel de presos políticos es aterrorizar a la ciudadanía, manejando el miedo como instrumento de control social.

Nicolás Maduro y su grupo de delincuencia organizada transnacional ejecutan el modelo de la dictadura castrista de Cuba y lo hacen con intervención cubana. Venezuela con Chávez y Maduro, Bolivia con Evo Morales, Nicaragua con Daniel Ortega y Ecuador con Rafael Correa ejecutaron en el siglo XXI las más crueles violaciones de derechos humanos de sus ciudadanos como repetición de las sufridas por el pueblo cubano desde 1959, cuando con el rótulo de “revolución” la delincuencia armada se apoderó de Cuba.

El régimen castrista siempre ha tenido presos políticos y siempre los ha usado como moneda de cambio y de transacción, con fines de propaganda, para obtener beneficios políticos y económicos. Los Castro han liberado presos políticos por influencia o presión internacional, obteniendo siempre ventajas, para a continuación proceder a rellenar sus cárceles manteniendo el capital suficiente de presos como parte del tráfico humano que con ellos practican. El caso de Armando Valladares, preso por 22 años, declarado “preso de conciencia” y liberado por el castrismo a gestión del presidente de Francia, es solo uno del tráfico humano del castrismo como parte de su “metodología de control social” con la que se mantiene en el poder.

Lo que pasa hoy en Venezuela es la reproducción de una historia cruel ya conocida. Una dictadura castrochavista, socialismo del siglo XXI, de delincuencia organizada, excarcela presos políticos pero no los libera. Aun estando en sus hogares, aun pudiendo circular por las calles, no hay libertad. Incluso si algunos de los presos políticos excarcelados logran salir al exilio, tampoco es libertad. La libertad es “el derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas”.

No habrá libertad en Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, ni en ningún país con presos políticos, mientras no retorne la democracia, aunque los presos sean forzados a dejar las prisiones y se les permita volver a las calles, sin derechos civiles ni políticos. No hay libertad en dictaduras y menos en regímenes de crimen organizado que han sustituido la política por la delincuencia habitual y reincidente. En Venezuela excarcelan presos políticos como artificio para mantenerse en el poder.


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