Odio el whatsapp y odio su texto predictivo. Sobre todo cuando quiero escribir un mensaje rápido a mi hermano o a un amigo y me despido con «besis» en lugar de «besos». Me fastidia de verdad no recordar los disparates memorables generados por el robot enanito que vive en el smartphone. Recuerdo que me disculpé varias veces seguidas al receptor de aquel mensaje. La culpa fue mía por permitirme entrar al caos de teclas lilliputienses de mi telefonito.

Y es que un despiste tan inocente como confundir una carpeta con otra preparó un escándalo gigantesco a principios de este mes de junio en la Comunidad de Extremadura en mi país. Con motivo de la celebración simultánea de las Pruebas de Selectividad de 2018 (ahora llamadas EBAU) un grupo reducido de estudiantes accedieron a los exámenes antes de tiempo. Los exámenes de EBAU son el filtro de acceso a Estudios Superiores, es decir, el paso obligado para estudiar en la universidad. Se sabe que una secretaria –suponemos que involuntariamente– colocó en una carpeta pública de acceso libre las pruebas de EBAU que debía haber colocado en una carpeta privada. Al parecer, unos catorce estudiantes abrieron esa carpeta (no podríamos asegurar aquí y ahora si el acceso fue inocente o interesado)  y  a partir de este momento esos exámenes quedaron expuestos al uso, abuso y provecho de todos los afortunados con quienes estos «catorce hombres sin piedad» decidieron compartir. O quizás no compartieron. En los tiempos modernos de mensajes virales, botones y luces cualquier información pasa de un dispositivo a varios dispositivos en cuestión de segundos.

Sea como sea, el sentido de la prueba, su razón de ser, se pierde al violarse su secreto. Ese examen vulnerado carece de validez y objetividad.

Desde la secretaría de la universidad extremeña descubren el error, se disculpan y proponen la realización de otros exámenes. Y empieza el lío. [«Extremadura repetirá la selectividad por una posible filtración de exámenes»; El Mundo, 8/6/2018]. Los estudiantes afectados no quieren repetir la prueba. Argumentan en su defensa que ellos son inocentes, que no tienen la culpa del error cometido por la Secretaría de la Universidad. Algunos de ellos cuentan a los medios de comunicación que se presentan en los campus universitarios de Cáceres y Badajoz que habían hecho el mejor examen de su vida. Algunos de ellos confiesan que se sienten incapaces de reproducir unas respuestas de tanta calidad. Je je. Esta prueba de acceso a la universidad compromete el futuro de muchos jóvenes y por esta razón, la decisión tomada por la Universidad de Extremadura importa y mucho. Las pruebas de EBAU tendrán que repetirse.

A lo mejor algún año alguien se cuestiona otra estrategia diferente. A mí se me ocurre la realización de varias pruebas parciales y sorpresivas en los institutos a través de evaluadores externos. Desde luego, los estudiantes mostrarían interés en clase, faltarían poco y no se permitirían perder una sola de esas pruebas o exámenes sorpresa. La objetividad de los exámenes ganaría puntos y nadie dudaría de su autenticidad y validez.


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