No voy a referirme a los postulados del naturalista Charles Darwin, padre de la denominada teoría de la evolución biológica a través de la selección natural en su célebre obra El origen de las especies publicada en 1859. Tampoco de sus indiscutibles consecuencias, tanto en el mundo científico como en el espiritual por la natural derivación de orden conceptual y religioso subyacente. Intrínseco y privativo en el amplio mundo de los creyentes seculares. 

Me referiré exclusivamente al mundo militar. A las evoluciones e involuciones que padecen todos aquellos que forman parte de tan exclusivo grupo. Casi –en algunos casos– como copartícipes aventajados y siempre beneficiados de canonjías y prebendas en estas exclusivas castas. Quienes escogen la carrera militar para salvaguardar los altos intereses de la nación merecen toda clase de consideración y de respeto. Su debida remuneración –como la de todos los profesionales– debe estar ajustada idóneamente para el cabal mantenimiento de vida digna. Su inequívoca actividad profesional es parecida, guardando las naturales especificidades, a la de los médicos, ingenieros, abogados, etc. Las conductas antiéticas y delictivas de todos los profesionales en general son motivo de repulsa y de rechazo generalizado. En el ámbito castrense a estos tipejos se les suelen conferir –por su evolución como gorilas– el mote despectivo de milicos.

El 24 de noviembre de 1948 se produjo el típico golpe de Estado frío en contra del primer presidente constitucional producto de elecciones generales en nuestra accidentada historia republicana. El acta constitutiva de la Junta Militar de Gobierno fue refrendada por los entonces comandantes de fuerza. Por la Marina la rubricó el capitán de fragata Wolfgang Larrazábal. En la Mérida de aquel entonces se produjeron manifestaciones estudiantiles de repulsa en el Liceo Libertador y en la ULA. La liceísta fue encabezada por la reina del plantel, SM Yolanda I. La represión se hizo sentir de inmediato. La comandó un teniente del ejército merideño. Este se hizo presente con su pelotón en el sitio de labor del progenitor de la estudiante. Guapetonamente le increpó: “Anda a recoger a tus hijas revoltosas en el liceo porque son de las peorcitas”. Nueve años después; el 23 de enero de 1958, presidió la Junta de Gobierno el contralmirante Larrazábal. Antes, el 1° de enero, se efectuó el alzamiento militar en Caracas y Maracay que aceleró la caída de la dictadura. Su jefe fue el comandante Hugo Trejo. Ambos militares evolucionaron dignamente para que el republicanismo democrático se asentara nuevamente en nuestro país.

Las dictaduras militares mangoneadas por milicos y con cómplices civiles han ejercido con propiedad conductas represivas revestidas con inequívocos procedimientos criminales. Estos se han manifestado de manera indistinta en contra de civiles y militares que siempre adversan este tipo de régimen. En otra ocasión hemos referido el asesinato cometido contra el capitán Wilfrido Omaña (1) en Caracas el 24 de febrero de 1953. El del teniente León Droz Blanco en la ciudad de Barranquilla, Colombia, el 11 de junio de 1954. El delator del capitán Omaña fue un teniente activo que lo citó al encuentro con la muerte en ruin emboscada. Este teniente fue juzgado y condenado por un tribunal penal una vez caída la dictadura. El autor del asesinato del teniente Droz Blanco fue un esbirro de la Seguridad Nacional, quien cumplió pena de presidio de 20 años por otros crímenes similares. La justicia ordinaria penal venezolana se avocará de nuevo y juzgará todos los desafueros milicos.

El proceso político iniciado el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992 culminó en su primera fase con el triunfo electoral de Hugo Chávez. Luego de un reacomodo lento al comienzo en la esfera militar. En las posiciones de comando de tropas subalternas; y, posteriormente, en el Alto Mando. La consecuencia fue que muchos de los alzados en 1992 figuran con diversos roles protagónicos. Los que continuaron en la milicia activa. De igual modo los que se dedicaron a ejercer la política de manera directa. Por supuesto, como en todos los procesos similares, hubo –y los hay– vivianes aprovechadores por aquello de que: “En río revuelto, ganancia de pescadores”.

Las deserciones en el llamado “proceso” también comenzaron desde el mismo comienzo. Muchos vislumbraron lo que acontecería después. En los últimos tiempos la represión milica se ha hecho sentir en contra de algunos “ex compañeros de aventura”. En las ergástulas gubernamentales se encuentran –entre otros– dos oficiales con rango actual de generales. Un general en jefe. El otro, un mayor general. Ambos, en su momento, formaron parte del alzamiento y actuaron de manera diversa como teniente coronel y capitán respectivamente. Independientemente de las ejecutorias por ambos cometidas, y con sus respectivas responsabilidades, forman parte en la actualidad del inmenso y mayoritario sector de la oposición que se enfrenta al totalitarismo representado por Maduro y su combo.

Seguramente sucederán nuevas defecciones por aquello de que cuando el barco hace aguas los roedores brincan de la nave. El adjetivar este tipo de conductas como evoluciones o involuciones forma parte de la cualidad objetiva o subjetiva –o de ambas– con que se les juzgue. Quizás podría variar de acuerdo con el cristal con que se les mire. Lo cierto es que este tipo de conductas, con sus reales y efectivas motivaciones (muchas no tan patrióticas), son recurrentes y forman parte de la cotidianidad en todos los procesos históricos.

La condición humana como elemento consustancial en los diversos tipos de actividad tiene mucho que ver con la conducta social asumida. La ética también posee un valor insoslayable. Ambas concepciones presentan un serio escollo para todos los politicastros revestidos bajo el inefable y típico pragmatismo baboso. Las reflexiones brotaron cuando observé la fotografía tomada en la sede de la ONU en Nueva York. El inaudito amancebamiento hecho público entre el chimbo embajador venezolano y el sargento “biborlado”. Acompañado este por un combo multifacético. Coludido con el jefe de los restos del disminuido MAS y del “hijito de papá”. Quien manipula sin pudor alguno los peculiares y discordes girones social paganos que moran en Copei. ¡Todos con las gónadas congeladas! derivadas y coadyuvadas; por obra   también y  como consecuencia  del crudo invierno aún imperante en la Gran Manzana.

Los cultivadores impenitentes venezolanos de la llamada “política de gabinete” (del gobierno como de la oposición) se han puesto de acuerdo para emprender giras internacionales. Tácitamente aceptan que es a nivel cosmopolita donde se dirimirán los desencuentros. Un gobernador burócrata experto en negociados bancarios multinacionales se encuentra haciendo lobbies en Washington con la intención de atenuar los propósitos de Donald Trump. Prebostes de dudosos opositores, de igual manera, se encuentran –tanto en Europa, como en América– ejerciendo un peculiar y vergonzoso turismo político. Casi todos no pierden la oportunidad de emprender “el gozoso viaje hacia la Meca”… Mientras tanto en Venezuela una calma chicha abochorna y adormece –entumeciéndolo– el espíritu levantisco de protesta contra la dictadura.

Notas:

1.- El capitán Wilfrido Omaña se había alzado en contra de la Junta Revolucionaria de Gobierno en  1947. En 1951 –nuevamente reincorporado a la FAN– ejerció la jefatura en el alzamiento cívico-militar de la Base Aérea de Boca del Río, estado Aragua y pasó a la clandestinidad hasta su muerte.

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@CheyeJR

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